Vanity Fair (Spain)

LA VISITA DE LOS NIÑOS

Un diario. Una heroína de los campos nazis aficionada al gin tonic. JORGE EDWARDS cuenta qué sucede cuando los personajes de sus novelas aparecen...

-

Una heroína antinazi. Personajes de ficción que cobran vida. Y un escritor, Jorge Edwards, que tomó café con (casi) todos ellos.

En una de sus novelas, Miguel de Unamuno se hace visitar por uno de sus personajes. Pero la visita es una invención suya. El personaje es ficticio; la visita no es más que una continuaci­ón de la novela. Amí, aunque no soy ni me creo Miguel de Unamuno, me ha ocurrido algo diferente. Escribí una novela basada en hechos reales, y los personajes, niños en mi novela, llegaron ya bastante mayores a tomarse un café conmigo en París. El personaje principal es una señora chilena que durante los años de la ocupación nazi salvó a niños judíos condenados amorir en el Holocausto. Puesbien, fue una bisnietade esa señora la que encontró a dos de los niños salvados, ya septuagena­rios, y me ayudó a reunirme con ellos. Cosas de la ficción novelesca. Había tenido que inventar a muchos de los personajes secundario­s de mi libro, pero nunca pensé que esos niños, ahora setentones, llegarían a tocar el timbre demi casa. Puedo asegurar que no eran ficciones: eran personas de carne y hueso.

Uno de ellos era un sastre de religión judía que vivía en un barrio apartado de la ciudad. El otro había sido adoptado por una familia burguesa, católica, y no demostraba mayor interés por el tema judío. Había sido bautizado católico y su familia de adopción le había permitido cumplir con el sueño: dedicarse a la música. Llegó a ser primer violín de una orquesta importante. Creyó necesario aclararme que no era Yehudi Menuhin, sino un profesiona­l competente, un violinista respetado.

Aunque no le interesaba hablar de sus orígenes, tenía buen recuerdo de la chilena que le había salvado la vida. Me dejó un voluminoso diario inédito de un médicode esos años, lleno de anotacione­s manuscrita­s. Yo sabía que esta señora chilena era coleccioni­sta demuebles y otros objetos valiosos. Tenía una fabulosa alfombra de Besarabia que había heredado de una abuela en el remoto Chile de comienzos del siglo XX: un tapiz histórico, de fondo blanco, confeccion­ado hacía décadas con mano de obra esclava, y que había llegado a un convento de Chile en los primeros díasde la independen­cia. Puesbien, el tristement­e célebre mariscal Goering, coleccioni­sta ávido, famoso ladrón de obras de arte, había sabido de la alfombra de la señora chilena y había hecho curiosos esfuerzos para apropiarse de ella. Había enviado a un funcionari­o con órdenes perentoria­s de conseguirl­a. El hombre se presentó en el domicilio de la señora y se dedicó toda una tarde a medir y fotografia­r la famosa alfombra. Sabemos que la dueña se negó en forma terminante a entregarla, a pesar de las amenazas groseras del suboficial.

En el diario inédito entregado por el “niño” violinista se narra una conversaci­ón entre amigos que simpatizan con la Resistenci­a. Son los finales de la guerra y uno de ellos cuenta que Hitler está definitiva­mente loco: se está comiendo las alfombras. “¡Por eso querían la mía!”, exclama la chilena. Es un detalle menor, pero revela una circunstan­cia y un carácter. Según el autor del diario, la chilena tenía excelente humor y era aficionada a beber ginebra con tónica en las tardes. Comprobamo­s que se puede ser aficionada al gin tonic y arriesgar la vidapara salvar a niños. Esun tipode verdad humanaque las cabezas cuadradas no son capaces de comprender. Como le dice Hamlet a Horacio en un pasaje de William Shakespear­e…

 ??  ?? Una institutri­z junto a un grupo de niños judíos en 1939.
Una institutri­z junto a un grupo de niños judíos en 1939.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain