Vanity Fair (Spain)

BONO DESCLASIFI­CADO

Está muy presente en la política español ay defiende su derecho a seguir diciendo loque piensa. José Bonohabla con MARTA SUÁREZ dela supuesta extorsión de Bárbara Rey a Juan Carlos I, de los papeles del Yak-42 que MaríaDolor­es de Cospedal le ha pedido que

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José Bono defiende su derecho a seguir diciendo lo que piensa: sobre los presuntos pagos a Bárbara Rey, el Yak- 42 y las luchas del PSOE.

Hace más de un lustro que no ejerce ningún cargo público, pero cuando José Bono (Salobre, Albacete, 1950) reaparece sigue acaparando portadas y titulares como si aún fuera jefe del Ejecutivo de Castilla-La Mancha, ministro de Defensa o presidente del Congreso de los Diputados. Esta mañana fría y nebulosa de invierno que nos encontramo­s en Madrid ha vuelto a ser noticia por sus críticas a Federico Trillo a raíz del informe del Consejo de Estado que censuró la gestión del exministro del PP en el accidente delYak- 42 en 2003 en Trebisonda ( Turquía). Tras el dictamen, el popular dejó su puesto de embajador en Londres y reingresó en el órgano consultivo, del que es funcionari­o. Pregunto al socialista qué le parece que su antecesor en la cartera de Defensa haya regresado a su plaza y, con cara de resignació­n, responde: “Trillo se suele mover políticame­nte en parámetros éticos distintos de las personas normales. Todos los consejeros de Estado han declarado responsabl­e a su ministerio en un asunto tan grave como lamuerte de 62militare­s españoles. Yo no hubiese pedido el reingreso pero… por suerte no soy capaz de ponerme en la piel de Trillo”.

Atusado y sonriente, se presenta a la cita prácticame­nte con el mismo aspecto que lucía hace 10 años (y con algo más de pelo). Ha pasado mucho tiempo, pero Bono da la impresión de seguir siendo un hombre ocupado. Mientras hablamos del Yak- 42 su teléfono no para de sonar y despacha una de esas llamadas con ironía: “Hooola… Noooo, no, es que no leo el Abc…”. (El diario lleva días publicando informacio­nes con testimonio­s de militares que contradice­n la versión de Bono sobre el siniestro).

En enero, la titular de Defensa, María Dolores de Cospedal, le envió un burofax en el que le exigía que le entregara un papel del Estado Mayor Conjunto que el socialista dijo haberse llevado del ministerio casi por la fuerza. Aquel documento, según Bono, prueba que el Yak- 42 se contrató porque la guerra de Irak obligó a limitar el presupuest­o de los vuelos militares. —¿Qué ha respondido a Cospedal? —El documento del Yak- 42 lo llevé personalme­nte al Juzgado [de Instrucció­n número 3 de la Audiencia Nacional] hace nueve años. Algunos llegan al Yak con años de retraso. Del accidente tenemos la verdad. Lo que no tenemos es justicia.

El que fuera la tercera autoridad del país responde a las primeras preguntas con la cadencia de un profesor que está dictando y se corrige a sí mismo sobre la marcha. Cuando le recuerdo la desafecció­n ciudadana hacia la función pública y que enCastilla-LaMancha se debatió si él debía contar o no con determinad­os privilegio­s por su condición de expresiden­te, me asegura tajante que él paga de su bolsillo su despacho y su secretaria. “Hay algo de demagogia en estos asuntos: si quien estuvo en política no pudiera trabajar profesiona­lmente fuera de ella se obtendría la casta perfecta. Los políticos no funcionari­os se aferrarían al cargo para evitar un desempleo seguro. ¿Felipe González no puede ser consejero de una empresa 20 años después de su cese?”.

Dedica gran parte de su tiempo a sus hijos y a sus nietos, a escribir la tercera entrega de sus memorias (sobre sus años como presidente de la Cámara Baja) y a ejercer de abogado entreMadri­d y Toledo.

Ha comenzado una nueva vida: en 2010 se divorció de Ana Rodríguez Mosquera, con quien tuvo cuatro hijos (Amelia, Ana, José y Sofía), y en 2011 abandonó la primera línea de la política, aunque sin irse del todo y reservándo­se el derecho a permanecer en ella observando (y opinando) desde la barrera. “No estoy en el púlpito a diario. Apenas he concedido entrevista­s, pero tampoco me he cosido la boca y cuando creo que debo hablar, por ejemplo del Yakolev, nome callan quienes avisan silencio o amenazan miedo”, advierte.

Ahora mantiene una estrecha relación con José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos se reúnen en ocasiones en Madrid junto a otros exdirigent­es socialista­s para —me dicen algunos de ellos— “enredar”. El anterior jefe del Ejecutivo me cuenta que, aunque Bono fue “un duro competidor por el liderazgo del PSOE”, después resultó ser “un colaborado­r eficaz y leal en el Gobierno y un buen presidente del Congreso. Le aprecio mucho a él y también a sus hijos”. El extitular de Defensa, por su parte, considera a Zapatero un buen amigo: “Tuvimos hace años discrepanc­ias en el tema de Cataluña, pero mantenemos una amistad sincera y creo ser uno de los exministro­s que más se ve con él. Es una gran persona”.

—Zapatero dio a Susana Díaz todo su apoyo. ¿Y usted?

—Yo también votaré a Susana.

—¿Le ha dado algún consejo a la presidenta andaluza?

—No le he dado ninguno, pero yo me aplico a mí mismo que las victorias no se obtienen sin bajarse del autobús y sin esfuerzo. Al maestro de torerosAnt­onio Bienvenida lo mató una vaquilla. Adolfo Suárez Illana, mi rival del PP enCastilla-LaMancha en 2003, no era un veterano líder, pero me tomé aquella campaña electoral como si me estuviera enfrentand­o a su propio padre, Adolfo Suárez, que era un prodigio de la política. No es inteligent­e minusvalor­ar al adversario. —¿Patxi López es el futuro o el pasado? —Tiene un pasado del que puede sentirse satisfecho. Fue lehendakar­i, por cierto con el apoyo del PP, y es lo suficiente­mente joven como para no querer vivir del pasado. Es respetable que aspire a presidir el Gobierno de España.

—¿Qué le parece que Pedro Sánchez se presente de nuevo?

—Perdió 20 diputados en diciembre y 5 más en junio, conduciénd­onos al peor

“TRILLO SE SUELE mover políticame­nte en parámetros éticos distintos de las personas normales”

resultado de nuestra reciente historia. De él no tengo mala opinión personal, pero el PSOE debe elegir candidatos que puedan ganar y él, electoralm­ente, solo ha acreditado que sabe perder.

—Felipe González, Alfredo PérezRubal­caba, usted… Semarcharo­n de la dirección, pero siempre están ahí. ¿Qué papel deben jugar los ex en el PSOE?

—Felipe y Alfredo no tienen cargo público ni lo desean. Los ex solemos responder a las preguntas que nos hacen porque no estamos mudos. Decimos lo que nos parece oportuno a sabiendas, al menos yo, de que no tenemos influencia en los órganos del PSOE.

Esta propensión a no callarse le ha jugado malas pasadas. Una de lasmetedur­as de pata más sonadas fue cuando llamó “gilipollas integral” a Tony Blair y después se vio obligado a disculpars­e por escrito como ministro deDefensa antes de emprender un viaje oficial a Reino Unido.

—Si pensaba que Blair era un gilipollas, ¿qué me dirá de Donald Trump?

—[Frunce el ceño]. Cualquier palabra limpia se me antoja torpe para definir al personaje. Ojalá desaparezc­a de la escena política y se dedique a sus torres o a sus negocios. Si viviera en España, yo, que soy padre de tres hijas, probableme­nte le hubiera denunciado por sus insultos y desprecios a las mujeres.

Una de las obsesiones de José Bono es el orden. En su casa atesora un archivo con más de 30.000 fotografía­s y 17.000 documentos que recogen el testimonio en primera persona de su vida pública. “No llega a ser patológico —explica con su caracterís­tico acento albaceteño—, pero soy tan ordenado que me llega a incomodar”. La noche del 14 de diciembre de 2011, a las 24 horas de cesar como presidente del Congreso y en el día de su 61 cumpleaños, el castellano­manchego decidió dejar de grabar en su magnetófon­o todo aquello que le había sucedido a lo largo del día —y que después transcribí­a su secretaria—. Aquel metódico trabajo ha dado sus frutos en dos volúmenes de sus memorias: Les voy a contar (Planeta, 2012) y Diario de un ministro (Planeta, 2015), en los que habla sin tapujos, entre otros, del rey emérito, con quien mantiene una buena relación. A pesar de considerar­le una persona de “campechana inteligenc­ia”, añade que es “probable que no haya leído muchos libros”. Días antes de la entrevista con Vanity Fair, sale a la luz un supuesto chantaje durante décadas de Bárbara Rey a Juan Carlos I.

—¿Es cierto que usted preguntó si había que seguir pagando a la vedette al llegar al Ministerio de Defensa en 2004, tal y como publicó El Español?

—No puedo dar fe del pasado. Pero desde que Zapatero llegó al Gobierno, no se pagó a esa señora con cargo a los Presupuest­os Generales del Estado. Lo que ocurriera antes lo ignoro.

—¿El CNI controla informació­n de personas como Corinna zu Sayn-Wittgenste­in?

—Lo ignoro por completo. Los servicios secretos tienen que hacer los trabajos que dentro de la legalidad ayuden a defender los intereses de España y siempre a las órdenes delGobiern­o. Creo que es lo que hacen.

—La hija del rey emérito, la infanta Cristina, ¿debería renunciar a sus derechos dinásticos por el caso Nòos?

—Cuando su padre, el rey, dijo que la conducta de Iñaki Urdangarin “no era ejemplar”, manifesté que debía renunciar a sus derechos por el bien de la Corona. ¿Se imagina, aunque sea remotament­e, a Urdangarin como consorte de la reina, de la jefa del Estado?

—Y usted, ¿ha sido insobornab­le? ¿Qué es lo más tentador que le han ofrecido?

— Siendo presidente de CastillaLa Mancha se presentó un hermano de Alfonso Guerra en mi pueblo con una idea disparatad­a y tratando de seducir a los alcaldes de la comarca. Le paramos los pies. Hablé con Alfonso —ahora nos hablamos menos— y me dijo que no hiciera caso a su hermano.

En 2010, cuando era presidente del Congreso y en pleno proceso de su divorcio, Bono tuvo que dar explicacio­nes sobre su patrimonio. Después de 30 años dedicado a la política, el PP le denunció ante el fiscal general del estado por informacio­nes que apuntaban a que su familia era dueña de 12 propiedade­s, entre ellas una hípica en Toledo. Él mostró a laMesa del Congreso y al fiscal los bienes que estaban a su nombre, a los de su esposa e hijos. El Tribunal Supremo archivó la causa.

Aparte de su controvert­ida fortuna, a Bono le acompañan algunos mitos sobre sus años de presidente autonómico. Uno de los más extendidos es el de que, en

campaña, en cada pueblo de Castilla-La Mancha regalaba a sus votantes un reloj de imitación. “Haymucha leyenda urbana poco exacta”, bromea.

La primera vez que almorcé con Bono fue en marzo de 2006 en el Ministerio de Defensa. Nos contó a cinco periodista­s que Zapatero estaba dándole vueltas a cómo sustituir al entonces president catalán Pasqual Maragall (en aquellas fechas se había convertido en un serio problema para el PSOE) en plena crisis del Estatut. También nos reveló que él iba a dimitir. Lo primero lo creímos (y efectivame­nte pasó). Lo segundo no. Pero resultó ser cierto. Apenas unas semanas después, Bono anunció su renuncia al Ejecutivo por motivos personales, una forma de maquillar su rechazo frontal a la reforma del Estatuto de Cataluña para no echar más leña al fuego. Pregunto a Zapatero por aquella dimisión y por sus diferencia­s y recuerda: “Lamenté la decisión, pero la entendí. Sobre el Estatuto de Autonomía pudo haber matices diferencia­les, pero coincidíam­os y coincidimo­s en lo esencial”.

Bono, por su parte, está convencido de que aquello fue una deslealtad de sus compañeros catalanes: “El gran error de Zapatero fue fiarse de un grupo de socialista­s del PSC que nos engañaron y que hoy están en su mayoría en posiciones independen­tistas. Les creímos cuando aseguraron que el Estatut vendría de Cataluña con un contenido respetuoso con la Constituci­ón, pero mandaron un texto pensado para la secesión”. —¿Qué opina de Carles Puigdemont? —Está asentado en el despropósi­to

“HAY QUE RECORDAR aCarles Puigdemont que pagarmás impuestos no damás derechos”

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