Heredar Arte y Sobrevivir
Cuando un artista cotizado muere, aparecen los abogados y los notarios. Recibir una obra maestra puede ser un regalo envenenado.
El famoso crítico cultural británico
Stephen Bayley asegura que una de las máximas del mundo del arte es que el legado de los grandesmaestros suele ser administrado “por herederos peleados entre sí, coleccionistas especuladores y arpías vengativas”.
El usufructo de un artista, que alguna vez fue un tema privado de la familia y sus abogados, hoy es reconocido como una entidad tangible que necesita administración profesional. Además de abogados, contables, notarios, gerentes, asesores y banqueros están listos para ofrecer sus servicios cuando un famoso muere —o cuando un muerto se hace famoso—. Sobre todo cuando pueden existir dudas sobre a quién van apertenecer las obras. y no
Rothko Picasso dejaron del todo claro cómo se distribuiría su patrimonio y eso devino en juicios sucios y escandalosos que entretuvieron al público por largo tiempo.
Sin ser de Rothko ni de Picasso, un muchacho conocido heredó una pequeña acuarela de un tío abuelo pintor. Se suponía que era un retrato de él como niño contento, pateando una pelota (al menos eso era lo que el artista le había dicho, el chico solo podía discernir una raya acuosa y un punto). El tío abuelo eventualmente resultó ser un exponente del minimalismo de alguna importancia, y la obra de pronto fue codiciada por galeristas especializados de todo el mundo. Antes de que el joven pudiera venderla, la última esposa del artista y algunos de sus hijos saltaron con amenazas de juicios para probar que no era él quien estaba retratado en el cuadro. Él siempre había sido un nerd que solo vivía para los ordenadores, así que argumentaron que, claramente, no podía haber sido feliz con un balón. El equipo de investigación que contrataron la viuda y sus hijos incluso consiguió que compañeros de la escuela testificaran que el chico siempre había errado los tiros a portería. Siempre.
Todos esos recuerdos le hicieron bajar las defensas almuchacho, y, apesar deque él también se armó con unamaraña de asesores, terminó por entregar el cuadro a los otros herederos. Volvió a su vida apacible tras los ordenadores y lanzóuna aplicación diseñada para algo así como virtualmente tirar un pastel de nata en la frente a cualquier pariente del que se tuviera una foto. El invento resultó tener gran éxito, con los psicólogos mediáticos explicando por qué algo tan simple era tan gratificante. El joven, de pronto considerablemente rico, compró todos los cuadros de su tío abuelo, incluso el retrato con pelota, para posteriormente donar la colección a un museo. Y, con algo del abundante dinero que sobró, se apuntó de por vida en una academia de fútbol. Si algún otromiembro de su familia resulta artista y lo quiere retratar con pelota, ya está listo para heredar y sobrevivir a ello. �