ALINE DE ROMANONES
En 1966, la condesa de Romanones ofreció una fiesta en su casa de Madrid en honor a la duquesa de Windsor. Entre los invitados, la hija de Franco y Antonio el Bailarín. El broche de oro fue un espectáculo de flamenco que estuvo a cargo de la mismísima Cay
Conocí a los duques de Windsor durante una cacería en París organizada por el barón de Rothschild. Entablamos amistad enseguida y acabamos siendo íntimos. Ellos nos invitaban a su casa en el parisino Bois de Boulogne y mi marido y yo los recibíamos en la nuestra de Madrid o Marbella y en Pascualete, la finca que tenemos en Trujillo, Extremadura.
En 1966, Wallis vino de visita a Madrid. En honor a ella organicé una fiesta en mi casa e invité a numerosas personalidades de la sociedad de aquella época. Vinieron Carmen Franco y Cristóbal Martínez- Bordiú, marqueses de Villaverde, don Alfonso de Borbón o Antonio el Bailarín, entre otros. Cayetana de Alba tampoco quiso perderse la velada.
La duquesa de Alba decidió animar la tertulia como mejor sabía, bailando flamenco. Lo hacía igual de bien que muchos profesionales de Sevilla. Intenté imitarla, pero con poco éxito. Ella daba vueltas y levantaba mis brazos sobre mi cabeza pero yo no conseguía ese aire único e irrepetible del flamenco. Me dijo que era imposible porque yo era estadounidense. Entonces no pude hacer más que asentir y disfrutar del espectáculo. Wallis quedó muy impresionada con los pasos de Cayetana. Llegaron a ser buenas amigas. Aquella noche nos divertimos mucho. Ya no se dan fiestas así en Madrid”.