DE SEDUCIDAS A SEDUCTORAS
Cuando Sofia Coppola (Nueva York, 1971) vio El seductor, le fascinó el hecho de que tanto su director, Don Siegel, como su protagonista, Clint Eastwood, dos apologetas de la masculinidad, hubiesen decidido contar una historia ambientada en un entorno femenino. La premisa de la película era sencilla: durante la Guerra de Secesión, un soldado unionista recala en un internado de señoritas del sur a las que irá conquistando y, por tanto, provocará conflictos entre ellas. Eastwood y Siegel le dieron un punto de vista masculino a una cinta cuyo reparto estaba compuesto en su mayoría por mujeres, y eso fue lo que suscitó en Coppola el interés para llevar a cabo el remake y contar la historia desde el punto de vista femenino.
Esta es la primera vez que la cineasta, una de las tres mujeres que han sido nominadas al Oscar al mejor director, utiliza como espita creativa lo que es evidente en toda su producción cinematográfica. Desde las hermanas Lisbon y su pacto en Las vírgenes suicidas, pasando por la Charlotte de Lost in Translation, aislada y silenciosa frente a la locura de Tokio; la María Antonieta que necesita convertir la corte de Luis XVI en un fasto perpetuo para evitar sentirse una extraña en ella; la hija preadolescente de un actor de Hollywood que le enfrenta a su vida en Somewhere; hasta llegar a las niñatas de The Bling Ring, tan sobradas de todo como para atreverse a robar. Mujeres incomprendidas y abrumadas, cuyo estatus les permite caer en el lujo del hastío.
El nihilismo femenino made in high class de Sofia Coppola es revolucionario entre otros motivos porque ella no es consciente de que lo es. Hace poco le preguntaron por el test de Bechdel, aquel que pasan las cintas en las que al menos dos mujeres mantienen una conversación entre sí en la que no están hablando de ningún hombre. Sofia no lo conocía, ni le ha hecho falta para que casi toda su filmografía lo pase: ella es la prueba viviente de que la asignatura pendiente de Hollywood es la de permitir a las mujeres que se coloquen detrás de la cámara con la misma soltura que los hombres. Eso hará que muchas películas cambien su foco. Como de El seductor a Las seducidas, traducción literal de The Beguiled, que en España alguien ha decidido titular La seducción.