¡CRITICAD, MALDITOS!
¿Qué hacer cuando tus gustos musicales no encajan con la imagen que los demás tienen de ti? Yo he tenido que justificar mis aficiones infinidad de veces, aunque también me han invitado a tomar una cerveza… Pero no todos tenemos la misma suerte.
En una de las biblias del liberalismo, El manantial, de Ayn Rand, el protagonista es un arquitecto que se enfrenta al convencionalismo social y los prejuicios con sus edificios vanguardistas. A pesar del rechazo que recibe, decide ser fiel a sus ideales y mantener su criterio artístico. Siempre me ha parecido un texto inspirador, ya que chapotear fuera de los estándares es una pendiente de Sísifo en estos tiempos de inquisición que vivimos en las redes sociales. “¡Vuelve a tu casilla!”, parece que te inquieren cuando decides —como yo he hecho alguna vez— decir sin complejos lo que te gusta y esto no encaja en tu etiqueta. Ya les conté la que lie por ir a un concierto de trap. Mostrarse es situarse en la diana, en especial cuando trastocas determinados estereotipos ya creados sobre ti mismo. Algo similar le pasó a mi amigo Pablo Casado cuando un día dijo en un tuit que le gustaba la música de Ismael Serrano. Al cantautor de izquierdas no le agradó el halago de la joven promesa del PP y aquello se convirtió en una ciberbatalla campal. El compromiso social y político de uno y otro parecía impermeabilizar cualquier conexión. Sin embargo, al músico se le suele dar bien esto de zafarse en las redes. Una tuitera con un día de bajón lanzó un mensaje pidiendo que le recomendaran una canción triste. “He sacado un disco doble”, contestó Ismael. Celebrado cambio de registro: se puede tener un cancionero melancólico y ser un tuitstar con humor. Tengo que preguntarle a Pablo si volvió a escuchar esos temas tan impregnados de poesía. De ser así, igual hasta tiene las entradas para su próximo concierto. La cita es importante: este año el cantautor de Vallecas celebra dos décadas en los escenarios con una gira y un álbum recopilatorio. mí también me pasó cuando me declaré fan de Nacho Vegas. Recuerdo que no había entrevista en la que no me preguntaran sobre ello. Un día, harta de justificarme, contesté: “Sí, él es comunista, pero hasta que no pida que me empalen en una plaza pública voy a seguir escuchando su música”. Tuve suerte, al contrario de Pablo con Ismael, a mí el asturiano me invitó a una cerveza. �
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