Vanity Fair (Spain)

MODELO DE CAMPEONATO

Axel Pons, hijo del campeón de motociclis­mo, cambia el paddock por la moda.

- –MARTÍN BIANCHI

“A LOS 19 AÑOS ME TUVE QUE IR DE CASA PORQUE YA ESTABA HASTA ARRIBA DE LAS MOTOS”

Axel Pons (Barcelona, 1991) recuerda muy poco sobre lo que le ocurrió el 15 de junio de 2008 mientras competía en una de las pruebas del Campeonato de España de Velocidad, en el circuito de Jerez de la Frontera. En la primera vuelta de la carrera, el hijo de Sito Pons, legendario bicampeón mundial de motociclis­mo, chocó contra otro piloto y cayó al asfalto. Al intentar ponerse en pie, una cuadrilla de motos se lo llevó por delante y lo lanzó por los aires.

“Mi cabeza borró ese momento”, me dice Axel mientras juega nervioso con sus anillos. En sus dedos se ha tatuado “Live Fast” (Vive rápido), pero son las cicatrices en su cuerpo las que le recuerdan aquella caída casi mortal. Se rompió las dos piernas, una rodilla y la pelvis y se lesionó un pulmón y el hígado. “Lo curioso es que lo primero que pensé al despertarm­e en el hospital fue: ‘Ostras, quizá ya no pueda volver a correr’. Podría haberme matado, pero yo estaba pensando en cuándo iba a regresar a la competició­n”, reconoce. Tras seis meses de rehabilita­ción, ya estaba de nuevo montado en su moto y participan­do en mundiales.

Diez años —y nueve mundiales— después, ha colgado el casco para probar suerte como modelo. “Hace un tiempo me hicieron unas fotos para un patrocinad­or de ropa de mi escudería y el fotógrafo me dijo: ‘Tienes que dejar las motos y dedicarte a la moda’. En ese momento me entró la risa”, recuerda. Pero en la agencia de modelos Sight Management, que representa a top models como Andrés Velencoso, Jordan Barrett o Marlon Teixeira, se lo tomaron muy en serio. Cuando lo vieron —1,82 de altura, ojos azules—, no dudaron en ofrecerle un contrato.

En un primer momento, el cambio le dio vértigo, pero está acostumbra­do a la adrenalina. Después de todo, creció viendo a su padre competir los fines de semana y a su madre aterrada frente al televisor, con la amenaza de la tragedia. Con cuatro años, él ya se montaba en las faldas de su progenitor y paseaba por los caminos de la Costa Brava. “Me acuerdo de estar subiendo las cuestas cerca de nuestra casa y él haciendo caballitos con la moto”.

Cuando cumplió cinco años, le regalaron su primera motocrós. Pero no lo dejaron competir hasta los 13. Suplicó para que lo dejaran correr. “Desde entonces hasta hoy ha sido un no

parar”. No fue fácil. Tuvo que ponerse al día, porque el resto de pilotos de su categoría ya llevaba años entrenando y participan­do en competicio­nes. Y luego estaba la cuestión de su gran envergadur­a: en el motociclis­mo, ser alto puede ser un hándicap. —¿Tenía algún ritual antes de una carrera? —Uf, todos los pilotos tenemos manías. Yo, por ejemplo, me ponía el guante derecho antes que el izquierdo.

Ahora esos guantes están guardados. El cambio de marcha no ha supuesto el drama familiar que cabría esperar. Axel se crio entre motores —su hermano, Edgar Pons, también es piloto— y su padre soñaba con ascenderlo a MotoGP, la clase reina del motociclis­mo, pero el clan Pons se tomó muy bien su salto del paddock a las pasarelas. “Me apoyaron mucho. Mi padre me dijo: ‘Si te aporta algo, adelante’. Nunca intentó disuadirme”, me explica.

Su madre, Laura Ramón, suspiró de alivio cuando recibió la noticia. “Ella lo pasó muy mal en la época en que mi padre fue piloto profesiona­l. Ya había sufrido mucho con él y luego fuimos mi hermano y yo a decirle que también queríamos correr. Es un mundo muy complicado, exigente y peligroso. Supongo que ahora duerme más tranquila”, reconoce entre risas.

Sus padres no le permitiero­n dejar los estudios, así que compaginó la competició­n con el instituto y, luego, la universida­d. Cursó Administra­ción y Dirección de Empresas en La Salle, en Barcelona, y se convirtió en el único de su categoría con un título universita­rio.

—Después de tantos sacrificio­s, ¿por qué ha decidido dejar las carreras?

— Este año es nuevo, un impasse para mí. No me sentía motivado y decidí dar un paso atrás. Llevo nueve años en el mundial y quería pensar en otros proyectos. No descarto volver a subirme a una moto, mi sueño sigue siendo competir y obtener buenos resultados en un buen equipo. Pero nueve años pensando en lo mismo… La vida está llena de oportunida­des. —¿En su familia se habla de otra cosa que no sean motos? —A los 19 años me tuve que ir de casa porque ya estaba hasta arriba de las motos: en el circuito, en casa… Era un monotema. Eso creaba muchas discusione­s y cuando pude, me largué. Me independic­é, pero en buenos términos. Me sirvió para desconecta­r y abrir la cabeza.

Por eso, y por su atractivo y desparpajo, en su familia no se extrañaron cuando anunció que iba a probar suerte como modelo. El año pasado, mientras competía, comenzó a realizar sus primeros editoriale­s y desfiles. ¿Qué opinaban sus compañeros de paddock?, le pregunto. “Imagino que se habrán hartado de reír. Pero me divierto mucho haciendo esto”, responde. En realidad, el que ríe es él. “Al final, haber estudiado en la universida­d me da otra perspectiv­a sobre el negocio de la moda. Tengo varios proyectos en mente, ya no como modelo, sino como emprendedo­r. En unos meses podré contarte más”. Como rezan sus dedos: Live Fast. Vive rápido.

“NO DESCARTO VOLVER A LAS CARRERAS. MI SUEÑO SIGUE SIENDO COMPETIR Y OBTENER BUENOS RESULTADOS. PERO LA VIDA ESTÁ LLENA DE OPORTUNIDA­DES”

 ??  ?? Axel luce cazadora de ante marrón de Massimo Dutti, camiseta gris de Adolfo Domínguez y pantalón vaquero 511 de Levi’s.
Axel luce cazadora de ante marrón de Massimo Dutti, camiseta gris de Adolfo Domínguez y pantalón vaquero 511 de Levi’s.
 ??  ?? A la izda., con polo y vaquero de Massimo Dutti y zapatillas All- Star de Converse. A la dcha., con camiseta de Massimo Dutti.
A la izda., con polo y vaquero de Massimo Dutti y zapatillas All- Star de Converse. A la dcha., con camiseta de Massimo Dutti.

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