LA FLOR DE LA VIDA
Forma parte de la realeza del cine español — su padre es David Trueba y su madre, Ariadna Gil—, pero ella busca su propio trono en la actuación.
Su madre es Ariadna Gil y su padre es David Trueba;
Violeta Rodríguez busca su propio camino como actriz.
Por su nombre no la conocerán, porque ha elegido labrarse una carrera en el mundo del espectáculo sin que nadie la identifique con los apellidos de sus conocidos padres. Aun así, Violeta Rodríguez (Madrid, 1997) pertenece a una de las dinastías más famosas y respetadas de la cinematografía española. Hablamos con la hija actriz de David Trueba y Ariadna Gil. Ha nacido una estrella.
Violeta Rodríguez (Madrid, 1997) no recuerda cuándo fue la primera vez que fantaseó con la idea de ser actriz. “Este mundo ha estado en mi vida desde siempre”, reconoce con su tímida sonrisa. Cuando solo tenía cinco años, su madre, Ariadna Gil, rodó una película en Suecia y ella fue a verla. “Al ser un viaje, lo tengo más presente. Me acuerdo de su caravana, del circo donde rodaban... Aunque tampoco sé hasta qué punto me acuerdo de verdad o si es por las fotos que he visto después. Ese es el eterno conflicto con los recuerdos, ¿no?”, me dice con una voz dulce, por momentos casi imperceptible.
Guarda un cierto parecido con Saoirse Ronan, la protagonista de Lady Bird, pero no se puede negar que ha heredado los ojos achinados y la boca carnosa de su madre y la complexión delgada de su padre, David Trueba, director de filmes tan conocidos como Obra maestra. Con ocho años, rodó su primera película a las órdenes de Félix Viscarret. Era un pequeño papel en Bajo las estrellas, en la que interpretaba a la hija de Emma Suárez. “Esto que voy a decir es muy millennial, pero me hizo sentir muy especial, única”, evoca.
En realidad, Violeta tiene poco de millennial. No se prodiga en las redes sociales, mantiene un perfil bajo y se siente más cómoda entre adultos que entre personas de su edad. “Inconscientemente ese es mi entorno de seguridad, en el que encuentro mi lugar”, apunta. Parece muy madura para tener 21 años, pero dice que siempre lo fue. Creció viendo películas como Luna de papel, de Peter Bogdanovich —“De pequeña quería ser como Addie, el personaje que hace Tatum O’Neal”— o Una mujer bajo la influencia, de John Cassavetes —“Descubrí a Gena Rowlands y aluciné bastante”—.
Cuenta que tuvo una infancia normal, aunque en su caso la normalidad ha sido viajar por el mundo con una familia de artistas: su tío, el director Fernando Trueba ( La niña de tus ojos), cuenta con un Oscar, y su tía, Cristina Huete, es una de las productoras más importantes del país. “Tengo una familia grande, somos muchos primos de todas las edades y nos vemos bastante. La familia para mí es de las cosas más importantes que tengo y me encanta estar con ellos y que seamos tantos”, dice.
“DE PEQUEÑA QUERÍA SER COMO ADDIE, EL PERSONAJE DE TATUM O’NEAL EN ‘ LUNA DE PAPEL’, LA PELI DE PETER BOGDANOVICH”
Me dice que de niña hacía muchas manualidades y le gustaba realizar inventos con cosas que encontraba por su casa. Luego intentaba explicarle el funcionamiento a sus amigos. “Eran cosas increíbles. Muchas veces veía en la tele anuncios de juguetes de estos científicos o de experimentos, e intentaba hacerlos yo sola. Creo que prefería hacer eso a que me comprasen el juguete”, recuerda entre risas. Y así, jugando, desarrolló también su amor por la interpretación. “Al fin y al cabo eso es lo que es nuestro trabajo, jugar, en inglés play o en francés jouer, las propias palabras nos lo dicen”, señala.
Derecho a Soñar
Aunque se crio en una gran familia de artistas, poblada de actores, directores, guionistas y escritores, le costó anunciarle a sus padres que iba a seguir el mismo camino. “Me daba mucha vergüenza decírselo a nadie. Primero se lo conté a mi madre y me puse a llorar. Era lo que más deseaba del mundo y no lo había compartido nunca. Fue liberador. Pero realmente ellos ya lo sabían, creo”, admite.
Desde que actuó en Bajo las estrellas, todo el mundo lo intuía. Sus padres la apoyaron, aunque con mucho miedo —“Nadie sabe mejor que ellos lo que es este mundo”—. En 2013 participó en la película Vivir es fácil con los ojos cerrados, dirigida por su padre y coprotagonizada por su madre. Entonces, Trueba y Gil ya estaban separados, pero siempre han mantenido una excelente relación y han intentado que su hija no se cierre a otras opciones. “No por si esto no me funciona, sino porque igual se me despertaban otros intereses y siempre hay que estar abierto a ellos”, aclara.
De hecho, durante un tiempo barajó la opción de estudiar Derecho. “Incluso hoy quiero ser muchas cosas. Creo que es muy difícil elegir solo una”. Ahora la interpretación le está permitiendo vivir varias vidas en una. Curiosamente, acaba de terminar de rodar la serie de televisión Derecho a soñar, de TVE, en la que interpreta a una joven abogada en prácticas. Compartirá pantalla con Jon Arias, hijo de Imanol Arias y de Pastora Vega. “Hago muchas fotocopias y tomo bastante café. No, a ver, junto con otros dos actores, somos ‘los jóvenes’ de la serie e interpretamos las tramas más ligeras. Fue muy divertido el rodaje, aunque también muy duro. Trabajar en una serie diaria es muy difícil. Yo tenía un personaje secundario, los protagonistas no sé cómo pudieron hacerlo”, reconoce.
Por ahora no tiene otros proyectos. Cursa el último año de Interpretación en la escuela de Juan Codina y está volcada en la muestra final. “Así que me viene muy bien estar un poco tranquila profesionalmente, para poder acabar bien la escuela”, reconoce. No es fan de “tener un maestro”, pero admite su suerte por poder formarse con grandes como Lidia Otón, Eduardo Mayo o el propio Codina: “Me han enseñado mucho y me han ayudado a conocerme”.
No tiene un papel soñado —“Supongo que uno de esos en los que no te imaginas a otra actriz interpretándolo. Me gustaría hacer algo de una manera tan personal que fuese imposible pensar en nadie más para ese rol”—, pero sí un par de directores con los que le gustaría trabajar: Hong Sang-soo —“Es uno de mis favoritos desde que vi En la playa sola de noche. Hace un tipo de cine que me toca muchísimo y que disfruto ver”— y, por supuesto, David Trueba. —¿Cuál es el mejor consejo que le ha dado? —Que el talento sin trabajo no es nada. Y que hay que tener paciencia y seguir trabajando duro.
“CUANDO LE DIJE A MI MADRE QUE QUERÍA SER ACTRIZ, ME PUSE A LLORAR. ERA LO QUE MÁS DESEABA DEL MUNDO Y NO LO HABÍA COMPARTIDO NUNCA. FUE LIBERADOR”