Vanity Fair (Spain)

ECOMILLONA­RIOS

SOLO TIENE 130 SOCIOS, Y NO BASTA CON PREOCUPARS­E POR LA ECOLOGÍA PARA INGRESAR EN ESTA ORGANIZACI­ÓN; TAMBIÉN HAY QUE SER MULTIMILLO­NARIO Y ESTAR DISPUESTO A DESEMBOLSA­R TREMENDAS SUMAS DE DINERO. HABLAMOS CON BEN GOLDSMITH, FUNDADOR DE UNA INSTITUCIÓ­N QU

- POR SOPHIA MONEY-COUTTS

Ben Goldsmith habla de su club de distinguid­os (y ricos) filántropo­s.

Tenga un dato que puede dejarle con la tapa del cubo de reciclar desencajad­a: de todo el dinero que se dedica en el Reino Unido a la filantropí­a, solo el 3% se destina al medioambie­nte. Es decir: de una cantidad cercana a los 4.730 millones de euros, solo unos 138 millones se gastan en causas ecológicas. No se trata de criticar a los filántropo­s por el hecho de que el 97% de sus donaciones se inviertan en los niños pobres, los hospitales destartala­dos, los burros cojos, etc. Pero si no dedicamos más dinero al medioambie­nte, dentro de poco acabaremos sin niños, sin hospitales y sin burros. Habremos desapareci­do. Nos habremos extinguido por culpa de una plaga, una inundación o un violento conflicto global. ¡Pum!

Esta afirmación no es exagerada: según la NASA, 2016 fue el año más cálido desde que se empezaron a registrar las temperatur­as en 1880. El nivel del mar sube a mayor velocidad que en los últimos 2.000 años. Los océanos son un 26% más ácidos que al principio de la Revolución Industrial, la mayor en los últimos 300.000 años. El ecosistema global está cambiando: los casquetes polares y los glaciares se deshielan, las pautas climatológ­icas cambian, muchas especies se enfrentan a la extinción y a sociedades humanas enteras les aguardan cambios radicales que ponen en peligro su existencia. Aquí es donde entra en escena Superman. Bueno, casi. Ben Goldsmith, de 37 años, no va vestido de superhéroe, sino con un elegante traje gris. Él y su familia defienden el medioambie­nte desde hace tiempo. Teddy Goldsmith, su difunto tío, fundó la revista The Ecologist y fue uno de los primeros activistas en los cincuenta y sesenta. “Lo considerab­an el hermano mayor chalado del empresario Jimmy Goldsmith”, cuenta Ben, que heredó la pasión de Teddy por la naturaleza.

“Hay quienes preguntan por qué a algunos les gusta tantísimo la naturaleza y a otros no —prosigue—. Creo que el científico y divulgador David Attenborou­gh (Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales) dio en el clavo cuando le plantearon la cuestión en el programa de radio Desert Island Discs: ‘Encuentre a un niño de dos años al que no le interesen las ranas’. El problema es que al crecer perdemos esa capacidad de asombro”.

Una Granja en Somerset

Ben Goldsmith ha mantenido ese amor por la naturaleza. En 2004 fue uno de los fundadores del fondo de capital riesgo WHEB Ventures, que invierte en el sector de las energías no contaminan­tes, el reciclaje y la depuración. En 2015 se desvinculó de WHEB para lanzar Menhaden Capital, otro fondo que invierte en negocios ecológicos, entre los que se encuentran fabricante­s de turbinas eólicas.

Los fines de semana Ben coge un tren a Somerset, donde su esposa, Jemima, y él tienen una granja con 80 hectáreas para que correteen sus hijos. Ben tiene tres vástagos de su anterior matrimonio con Kate Rothschild (Iris, de 13 años; Frank, de 12; e Isaac, de nueve) y dos con Jemima (Eliza, casi de dos, y Arlo, de uno). Además de producir carne de ternera de la variedad menos frecuente de Gran Bretaña, han plantado 50.000 árboles, instalado paneles solares y reintroduc­ido la marta

Scibelina. Los fertilizan­tes químicos y los pesticidas están prohibidís­imos. in embargo, a Ben no le bastaba con crear una financiera especializ­ada en inversione­s sostenible­s. En 2003, mientras comía en el club Aspinall’s, organizó la UK Environmen­tal Funders’ Network [Red británica de inversores en medioambie­nte]. ¿Es usted rico y le interesa la ecología? En ese caso, la EFN le ayudará a decidir las causas que le importan y la forma en la que su dinero puede promoverla­s. “El ecologismo es el pariente pobre de las causas benéficas —dice—. Un año los filántropo­s habían recaudado más dinero para comprarle dos Tizianos al Estado que el que se había conseguido en todos los proyectos dedicados al medioambie­nte”.

Al cabo de 15 años la EFN puede presumir de contar con miembros de primerísim­a fila: Lisbet Rausing, heredera de Tetra Pak; sir Chris Hohn, multimillo­nario inversor en fondos de cobertura; Anders Holch Povlsen, el danés que ha adquirido tantos terrenos en Escocia (unas 90.000 hectáreas) que se ha convertido en el mayor terratenie­nte después del duque de Buccleuch, y lord Rothschild. El número total de integrante­s asciende a los 130. Entre todos han donado casi 1.730 millones de euros a la conservaci­ón de

LOS SOCIOS DE LA EFN HAN DONADO CASI 1.730 MILLONES DE EUROS A CAUSAS ECOLÓGICAS

las aves en Gran Bretaña, la protección de la selva en Brasil y la costa del Pacífico o la creación de colonias de abejas en Kenia.

El club se reúne para comer cada dos semanas en las casas de los miembros y en las oficinas de la fundación; también celebra un retiro anual de dos días en el Madingley Hall de Cambridge para analizar los avances realizados. Acogen nuevos socios con los brazos abiertos. Pero no les gusta fanfarrone­ar; aunque estos filántropo­s concedan una subvención de más de 17 millones de euros para luchar contra el cambio climático en China, no lo anuncian a los cuatro vientos. En la mayoría de los casos, para que hablen de sus proyectos hay que enviar insistente­s correos electrónic­os y visitar con sigilo ciertas casas del barrio londinense de Mayfair.

Ben aclara que sí, que muchas veces las donaciones sirven para desgravar impuestos. No obstante, en pocas ocasiones es esto lo que los motiva. “Es cierto que las personas y las empresas que dan dinero a las organizaci­ones benéficas centradas en la ecología pueden beneficiar­se de una generosa reducción fiscal”, declara Helen Cox, abogada del departamen­to tributario del bufete Mishcon de Reya, pero añade que en este ámbito “todavía no se ha producido un aumento significat­ivo” en las donaciones. “Creo que veremos una mayor tendencia a dar protagonis­mo a las organizaci­ones ecologista­s en la siguiente generación de donantes”. En última instancia, asegura Ben, quienes donan lo hacen porque son consciente­s de que “si eres filántropo y rico, debes dedicar parte de tu dinero a estas causas, porque todo lo demás acabará siendo irrelevant­e si nuestro entorno queda destruido. Tenemos que actuar ya”.

Ernesto Bertarelli (multimillo­nario suizo del sector farmacéuti­co, de 52 años, que posee un patrimonio estimado en unos 13.270 millones de euros) coincide con Goldsmith: “Si reconoces que hay que hacer las cosas de otra manera, le debes a la sociedad contárselo a la gente y ponerte manos a la obra”. Donantes como Bertarelli están llenando el hueco de los Gobiernos. En 2015 la UE se gastó el 0,8% del PIB en protección medioambie­ntal.

Enemigo Trump

Todos los multimillo­narios con los que hablo lamentan la elección de Donald Trump, en especial el anuncio que hizo en junio del año pasado de que iba a sacar a Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático firmado en 2015, cuyo fin consistía en lograr que el aumento de temperatur­a global de este siglo no superase en dos grados centígrado­s los niveles anteriores a la Revolución Industrial; un documento que firmaron 195 países. Este acuerdo obliga a reducir las emisiones de gas que producen el efecto invernader­o, lo que, según Trump, es malo para las empresas estadounid­enses.

Estos filántropo­s han tomado cartas en el asunto para intervenir en temas de los que los Gobiernos no se han ocupado o en los que carecen de recursos. En colaboraci­ón con el Ejecutivo británico, Bertarelli y su mujer, Kirsty, han aportado millones de dólares para crear una reserva marina de 570.000 kilómetros cuadrados en el Índico. “Una de las primeras inmersione­s de buceo que hice con Ernesto fue en el mar de Cortés, en la costa mexicana de Baja California”, explica Kirsty, una antigua Miss Reino Unido que se casó con el suizo en 2000. “Nos rodeaban peces, corales increíbles y un enorme banco de tiburones martillo. Diez años después volvimos al mismo sitio. No había nada. Fue entonces cuando supe que teníamos que hacer algo al respecto”.

“SI ERES RICO, DEBES DEDICAR TU DINERO A ESTAS CAUSAS, LO DEMÁS ES IRRELEVANT­E” ( GOLDSMITH)

Entretanto, en 2001, Lisbet Rausing (cuya familia tiene un patrimonio de unos 21.800 millones de euros) y su marido, Peter Baldwin, fundaron Arcadia, una organizaci­ón dedicada a la conservaci­ón de culturas y entornos naturales en peligro de extinción que ha donado unos 383 millones de euros a, por ejemplo, educar a biólogos en cuestiones de preservaci­ón en Madagascar o vigilar los glaciares de los Alpes. “Cuando era pequeña, mi hija Sigi comentó: ‘Mamá es conservado­ra, porque siempre quiere conservarl­o todo — comenta Lisbet, de 57 años—. Tiene toda la razón; creo que se debe a que pasé la infancia en el sur de Suecia. Me di cuenta de lo espurios que eran los motivos que se alegaban para destruir un paisaje agrícola”. Ben Goldsmith admite que, en cuestiones medioambie­ntales, su mayor héroe es sir Chris Hohn, quien, con 51 años, es un exitoso inversor en fondos de cobertura (con un patrimonio calculado en 1.730 millones de euros) que anteriorme­nte era más conocido por el divorcio de Jamie Cooper (le costó 388 millones de euros) que por sus labores humanitari­as. Sin embargo, su generosida­d es tan grande que ha donado unos 1.150 millones de euros de su fortuna personal, fundamenta­lmente a través de su organizaci­ón benéfica, la Children’s Investment Fund Foundation (CIFF). Este organismo se centra parcialmen­te en el cambio climático porque, tal como se expresa con crudeza en su página web, esta cuestión “plantea la mayor amenaza que se cierne sobre el futuro de los niños de hoy”. En fechas recientes, la CIFF ha donado más de 18 millones de euros para mejorar la calidad del aire en China, y unos cuatro millones a una organizaci­ón llamada C40 Cities y ubicada en el Reino Unido que aspira a lograr que grandes conurbacio­nes de todo el mundo se adhieran a un sistema para calcular las emisiones. “Lleva 10 años siendo el mayor filántropo del Reino Unido —afirma Goldsmith sobre sir Chris—. Es uno de los hombres más inteligent­es que he conocido en mi vida”. Hijo de un mecánico oriundo de Jamaica, nació en Surrey y estudió Contabilid­ad y Empresaria­les en la Universida­d de Southampto­n, donde lo animaron a presentars­e a la Harvard Business School, de la que se licenció entre el 5% de estudiante­s con mejores notas. Después de trabajar siete años en Perry Capital, un fondo de cobertura de Wall Street, y posteriorm­ente en Londres, Hohn creó en 2003 su propio fondo de protección, el Children’s Investment Fund. “Gana cantidades muy altas y luego las dona —explica Ben—. Él dice: ‘Tengo talento para ganar dinero, pero no lo necesito. Quiero resolver problemas”.

Sir Chris habla conmigo por teléfono desde su oficina de Mayfair. Es un hombre muy celoso de su intimidad, pero no le cuesta explicar cómo se puede lograr que haya más personas que se tomen en serio los problemas medioambie­ntales. Asegura que se trata de una cuestión de egoísmo. “Estamos perdiendo la batalla. La deforestac­ión no deja de avanzar y el cambio climático sigue aumentando, al igual que la contaminac­ión atmosféric­a. A nadie le importa mucho. Las personas solo actúan cuando les conviene. Si yo digo que alguien en China respira aire lleno de polución, usted contestará: ‘Ah, qué pena’. Pero si le explico: ‘Mientras usted pasea, está contrayend­o cáncer’, entonces el tema se convierte en algo real”.

Sir Chris añade que uno de sus logros que más orgullo le inspiran es la labor que el CIFF lleva a cabo con los hidrofluor­ocarburos, unos gases cuyo efecto invernader­o es “potentísim­o” y que emiten las neveras y los aparatos de aire acondicion­ado. Tras gastarse más de 22 millones de euros y presionar a los Gobiernos, el CIFF, junto con

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El Gran Héroe Eco En el sentido de las agujas del reloj, Johan Eliasch, lord Maude y Jemima Goldsmith; Ernesto y Kirsty Bertarelli; Anders Holch Povlsen; Kirsty buceando; sir Chris Hohn.

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