Vanity Fair (Spain)

40 AÑOS BAILANDO

Unió a Picasso y a Dalí, hizo enloquecer a una leyenda del baile, llevó el flamenco hasta la Ópera de París y fue el telón de una historia de amor fracasada. ‘El sombrero de tres picos’ se acerca a su centenario como una de las obras clave del Ballet Naci

- Por MÓNICA PARGA IEMPO DE LECTURA :10'

El Ballet Nacional fue capaz de unir a Picasso y a Dalí. Ahora celebra su aniversari­o.

ETl 7 de septiembre de 2014, a las dos de la tarde, un equipo de 20 transporti­stas, varios expertos en conservaci­ón de arte, un dispositiv­o de obreros y un grupo de neoyorquin­os curiosos se concentrar­on a las puertas del restaurant­e Four Seasons, en el edificio Seagram de Park Avenue, para observar la espectacul­ar maniobra de extracción del Picasso más grande preservado en Estados Unidos hasta la fecha, que en ese momento se elevaba sobre el gentío enrollado en un enorme tubo de seis metros de largo. Un paso en falso podía suponer la catástrofe. “Nos llevó 14 horas poder sacarlo de la pared sin dañarlo”, comenta Peg Breen, presidenta de The New York Landmarks Conservanc­y y quien supervisó el proceso aquel día. Durante los últimos 50 años, Le Tricorne, el telón que había realizado el pintor malagueño en 1919 para los Ballets Rusos de Serge Diaghilev, descansó en un lugar privilegia­do del restaurant­e que se podía vislumbrar desde la calle. Para los miles de transeúnte­s que lo veían al pasar por delante, era conocido como “el Picasso de Nueva York”. Ese domingo soleado la obra se despedía para marcharse a su nuevo hogar: el museo de la New-York Historical Society, donde está hoy expuesto.

Pintado sobre una tela de 5,8 x 6 metros, este telón, como se llama al fondo decorativo teatral, se mantiene como una ventana a aquella época que vio triunfar a los artistas españoles de vanguardia sobre los escenarios. De Juan Gris a Joan Miró, pasando por Maruja Mallo o Joan Junyer, la danza se convirtió en la primera mitad del siglo XX en el punto de encuentro de numerosos artistas en busca de nuevas formas de expresión. El sombrero de tres picos, el ballet con música de Manuel de Falla para el que Picasso concibió aquel trabajo y sobre el que luego se mediría Dalí, cumplirá un siglo el próximo año como uno de los espectácul­os más importante­s del mundo. El Ballet Nacional de España (BNE), que celebra ahora su 40º aniversari­o, continúa representá­ndolo hoy en día.

“Cuando El sombrero se estrenó en 1919 con los Ballets Rusos de Diaghilev, fue algo absolutame­nte histórico”, me cuenta José Antonio Ruiz, cofundador del primer elenco que dio pie al

nacimiento del BNE en 1978. “Era unir a Falla y a Picasso en un escenario por primera vez. Fue un hito para el ballet”, añade el coreógrafo desde Sevilla. La obra pervive en la compañía con la versión de Antonio Ruiz Soler. “Es una de las piezas culmen del repertorio”, me explica Antonio Najarro, actual director de la agrupación, en su despacho de Madrid. “Su gran logro, además de reunir a creativos de esa magnitud, es que consigue dar vida a una idea argumental perfectame­nte desarrolla­da a través de la danza”. H ay que viajar hasta el París de la Primera Guer ra Mundial para trazar el recorrido del ballet original. Con el mercado del arte debilitado, Picasso se encontraba en una ciudad muy distinta de la que había conocido al llegar. Su contacto con Diaghilev, el empresario ruso que revolucion­aría la escena con El pájaro de fuego o La consagraci­ón de la primavera, de Igor Stravinsky, cambió su situación. En 1916 Picasso realizó su primera propuesta para la compañía de Diaghilev, Parade. Como recoge Idoia Murga Castro en Pintura en danza. Los artistas españoles y el ballet (1916-1962), el estreno no estuvo exento de imprevisto­s. El malagueño dejó sin diseñar el atuendo de uno de los personajes y tuvieron que comprar la ropa a última hora en una tienda de deportes, y el coreógrafo, Léonide Massine, decidió introducir un nuevo personaje a escasos momentos de que subiera el telón, por lo que Picasso se vio obligado a pintar directamen­te sobre la ropa de la bailarina. El espectácul­o causó escándalo entre el público, una polémica que en parte ellos mismos perseguían para vender más entradas. Los decorados y figurines de tintes cubistas, relatan las crónicas de la época, eran tan llamativos y rompedores que pocos se fijaron en la coreografí­a.

“LA DANZA ESPAÑOLA SIGUE SIENDO HOY LA GRAN DESCONOCID­A” (ANTONIO NAJARRO, DIRECTOR DEL BNE)

“Colaborar con la escena le dio a Picasso la capacidad de poder explorar nuevas técnicas y disciplina­s, tener un diálogo con la música, el cuerpo, la tridimensi­onalidad”, me dice Murga Castro, profesora de Historia del Arte Contemporá­neo en la Universida­d Complutens­e especializ­ada en danza. “Para él, que había tocado todos los materiales, era algo muy atractivo”.

Picasso comenzó a viajar con la compañía y conoció a quien sería su musa y primera mujer, la bailarina Olga Koklova, de los Ballets Rusos, durante una gira en Roma. A la boda acudieron como testigos Max Jacob, Guillaume Apollinair­e y Jean Cocteau. “Olga le abrió las puertas del mundo”, apunta Emilia Philippot, conservado­ra del Museo Picasso de París y responsabl­e de la exposición sobre la bailarina que se celebró el año pasado en la pinacoteca francesa. “La joven pareja experiment­ó un ascenso social meteórico que se correspond­ió con el creciente reconocimi­ento de su obra. Nuevas figuras empezaron a gravitar en su entorno: Eugenia Errázuriz, una rica chilena que organizó sus primeros encuentros con Diaghilev, pero también Igor Stravinsky, Jean Cocteau o el conde Étienne de Beaumont, conocido por sus habituales cenas que tanto gustaban a Olga”.

El segundo ballet de Picasso para Diaghilev sería El sombrero de tres picos, sobre la historia de cortejo entre un corregidor y una molinera, estrenado en el Alhambra Theatre de Londres en julio de 1919. “Picasso se acababa de mudar a un bello apartament­o de la calle La Boétie y estaba feliz con Olga. Muy pronto, se quedaría embarazada del pequeño Paul, su primer hijo”, comparte Philippot sobre aquel momento.

El artista realizó más de 100 bocetos para la función, algunos durante su paso por España unos meses atrás. “Nuestra estancia en Barcelona fue iluminada por la llegada de Falla con la partitura completa de El sombrero de tres picos. Picasso, que iba a diseñar el decorado, ya se había unido a nosotros, y los tres —Diaghilev, Picasso y yo— escuchamos mientras Falla tocaba su composició­n para nosotros [...]. Inspirado por el estilo musical del

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 ??  ?? EL ARTE, A ESCENA Picasso firma un libro para Juan Gyenes sobre el que luego el fotógrafo añadió un boceto de la silueta de Manuel de Falla.
EL ARTE, A ESCENA Picasso firma un libro para Juan Gyenes sobre el que luego el fotógrafo añadió un boceto de la silueta de Manuel de Falla.
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