UN GESTO NECESARIO
En 2006, en plena Administración Bush, Graydon Carter, exdirector de ‘Vanity Fair’, lanzó el primer ‘Green Issue’: poder y ‘glamour’, Hollywood y Washington, unidos para concienciar al lector inteligente sobre los peligros del cambio climático.
En 2004 Graydon Carter, exdirector de Vanity Fair USA, publicó What we’ve lost (Lo que hemos perdido, en español), la aterradora crónica de una terrible realidad: los primeros años de la presidencia de George W. Bush, en forma de oportunidad perdida y retroceso de la principal superpotencia del planeta. “Aquel libro vendió solo razonablemente bien”, recordaba Carter. “En parte, creo, porque era horriblemente depresivo, un implacable recuento de los hechos, estropicios, engaños, verdades a medias y corruptelas enteras [de la Administración Bush]”.
Bush era la antítesis absoluta de Al Gore desde antes de aquella balanza electoral que en el año 2000 se inclinó por un puñado de papeletas mariposa de Florida por el republicano. Un presidente que olía a pólvora e hidrocarburo, incapaz de pronunciar una sola palabra relacionada con el medioambiente en sus discursos sobre el estado de la Unión y cuya huella en el Despacho Oval propició el desembarco de una tropa neocon cuyas primeras medidas fueron aniquilar cualquier tipo de política ecológica, medioambiental o sostenible. Toda la agenda que había promovido Gore en la Administración Clinton, todo el esfuerzo de empezar a concienciar de que teníamos un problema —llamado Tierra—, todas las medidas terminaron en la basura en apenas unos meses, cuando no en llamas y humo negro en esa primera legislatura. Mientras el mundo miraba caer las Torres Gemelas y se empezaba a trazar la línea que llevaría a la vergonzosa invasión de Irak, los de Bush repintaban en hollín todo lo que pareciese verde. En Estados Unidos o en el resto del mundo.
Graydon Carter se dio cuenta de que tenía algo entre manos con lo que combatir esa desgraciada tendencia global: Vanity Fair. En 2006, consciente de que todos los seres humanos compartíamos una emergencia, Carter presentó al mundo el primer Green Issue de la cabecera. Hoy las cosas no están mucho mejor desde el punto de vista político. Aquel número verde inaugural resumía
Poder y glamour, Hollywood y Washington, unidos para concienciar al lector inteligente de un mal insidioso y muy cerca del punto de no retorno. Desde entonces, Vanity Fair inició una tradición que otros siguieron muy de cerca —nuestra hermana Wired, donde lo verde tenía un encaje natural— y generó un debate necesario, ajeno al poder político.
Ahora la tensión es otra: las empresas más innovadoras y prestigiosas del planeta han abrazado con más dinamismo y compromiso que la mayor parte de los gobiernos una lucha cada día más relevante, la de la sostenibilidad. La sociedad, por arriba y por abajo, está por delante de sus líderes. El reto no es pequeño, tampoco las consecuencias. �
Julia Roberts, Leo DiCaprio o Madonna son el arma de ‘Vanity Fair’ para avivar la discusión climática