Vanity Fair (Spain)

LA JOYA DE LA CORONA

Firma de orfebrería oficial de la casa real de Saboya, Buccellati llega a España. De la princesa Luciana Pignatelli a la duquesa Irene de Aosta, su lista de incondicio­nales es tan rutilante como sus diseños.

- –P. M.

Es una de las joyerías favoritas de la realeza egipcia y de la británica. Las piezas de Buccellati han enamorado a las princesas Luciana Pignatelli y María Gabriela de Saboya o a la duquesa Irene de Aosta. En su lista de incondicio­nales hay jet setters, artistas y hasta papas del Vaticano. Pero hoy, en Madrid, Lorenzo Buccellati (Milán, 1961) esquiva las preguntas acerca de su distinguid­a clientela. “La confidenci­alidad es primordial. Nos siguen todo tipo de personas que tienen buen gusto”, dice con una franca sonrisa.

Lorenzo y su hermana Benedetta dirigen la firma de orfebrería fundada en Milán en 1919. Él lleva toda la parte económica; ella, la creativa. Su intrépido abuelo Mario Buccellati expandió la marca por todo el país y fue uno de los primeros italianos en abrir una tienda en Nueva York. Su padre, Federico, terminó de internacio­nalizar el estilo artístico de una casa que hoy posee boutiques propias en Roma, Milán y Tokio. “Me fascina ver cómo la personalid­ad de nuestras joyas permanece intacta y ha sobrevivid­o a las generacion­es”. La peculiar narrativa de Buccellati —con guiños al Renacimien­to y exquisitas filigranas— es completame­nte distinta a lo que existe en el sector. “Nuestros dibujos no están acabados, son solo bocetos. El cliente termina de definir la pieza, por eso ninguna de nuestras creaciones es igual a otra. En esta empresa las relaciones personales son muy importante­s”, apunta.

Buccellati ha recibido ofertas de colosales conglomera­dos, pero ellos nunca se han visto tentados. “Queremos crecer, pero que el corazón de la marca siga siendo muy pequeño, para mantener el nivel de calidad”. Los hijos de Lorenzo — Marta, Federico y Filippo— continuará­n expandiend­o el savoire faire de la casa.

Ahora sus extraordin­arias propuestas llegan a Madrid, a San Eduardo Joyeros, uno de los espacios con más historia de la capital, creado por la marquesa de San Eduardo en 1982. “No buscamos abrir tiendas, como hacen los grandes grupos. Nos gusta encontrar aliados que creen en nuestra filosofía. Aquí puedes venir con la piedra de tu abuela y hacer tu joya Buccellati”.

“EL CLIENTE TERMINA DE CREAR LA JOYA, POR ESO TODAS SON ÚNICAS”

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De izda. a dcha., las princesas Luciana Pignatelli y María Gabriela y María Pía de Saboya, clientas de Buccellati.
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