“CUANDO MI PADRE
EMPEZÓ A SUBIR ESCALONES Y HACER FORTUNA, LA FAMILIA SE DESMORONÓ. EL DÍA QUE DEJÓ A MI MADRE ME DI CUENTA DEL PODER DESTRUCTOR DEL DINERO”
Mientras me enseña sus cuadras, recuerda uno de los momentos más traumáticos de su vida: cuando su padre abandonó a su madre, Mercedes López, tras más de 40 años de matrimonio. La noticia la cogió en Estados Unidos. “Entonces me di cuenta del poder destructor del dinero. Cuando él empezó a subir escalones y a hacer fortuna, la familia se desmoronó”, lamenta.
Me asegura que Susana tomó partido por su padre, y ella, por su madre. La mayor comenzó a estudiar Ciencias Políticas en la Universidad Complutense de Madrid. El magnate no podía estar más feliz. “A él le encantaba la política. Y eso los unió más”, apunta Yolanda. Luis García Cereceda era un hombre discreto, pero se movía como pez en el agua en los entresijos del poder y había labrado estrechos contactos con Adolfo Suárez —la sede del CDS era propiedad de una de sus empresas— y Felipe González —a quien le presentó a su segunda mujer, Mar García Vaquero—.
Sucesión En Marcha
La vida de los García Cereceda dio un vuelco durante un viaje a Australia en el año 2000. La familia acudió a los Juegos Olímpicos de Sídney para ver competir uno de sus caballos. Un día el magnate inmobiliario comenzó a sufrir mareos y problemas de visión. Le diagnosticaron un tumor cerebral avanzado y solo le daban unos meses de vida.
En 2002 se recuperó milagrosamente de la enfermedad y sorprendió a todos con su compromiso con Silvia Gómez
Mi hermana asumió que era la sucesora. Le parecía incompatible que las dos fuéramos socias. Yo no estaba de acuerdo y comenzaron los problemas: no me dejaban ver a mi padre, no me llegaba información sobre las empresas…”, dice Yolanda. Jorge Morán, vicepresidente de La Finca y mano derecha de Susana García Cereceda, me explica la otra versión. “Luis García Cereceda quiso que su hija mayor dirigiera los negocios. Por eso le dejó más acciones. En toda compañía hay un accionista que tiene el mandato de mandar, y en este caso es Susana”, apunta el financiero, que antes de trabajar para los Cereceda lo hizo para el Santander y Morgan Stanley. “Al final, una sociedad es como una democracia. Los accionistas votan y se hace lo que quiere la mayoría”.
Joaquín Torres está convencido de que Luis García Cereceda nunca quiso perjudicar a ninguna de sus herederas. “Solo dio un margen de maniobra a la mayor para garantizar la gobernabilidad de las sociedades”, me aclara. Jorge Morán, vicepresidente del grupo La Finca, coincide: “Luis no quería que una tuviera más dividendos que la otra, pero sí que una mandara. De lo contrario, las empresas habrían sido ingobernables”.
“Pero el padre jamás habría aceptado lo que pasó después”, matiza Torres. Las diferencias entre las hermanas coincidieron con un momento complicado en la vida personal de Yolanda: