Vanity Fair (Spain)

“HE RECUPERADO MI

LIBERTAD, PERO NO MI POSICIÓN ECONÓMICA. HE RECUPERADO LA NORMALIDAD CON MIS HIJOS, PERO NO LA CUSTODIA. ME QUEDA MUCHO POR HACER”

- ( CONTINÚA EN LA PÁG. 158)

entonces se estaba divorciand­o de su marido —con denuncias de supuestos malos tratos de por medio que ya han sido archivadas— y mantenía una relación tormentosa con Jaime Ostos Jr., hijo del conocido torero. Me cuenta que en un momento de debilidad acudió a Susana. “Le dije que era incapaz de poder dialogar con mi ex y le pedí que se entendiera con él. Y sí que lo hicieron”. Amat solicitó a la Justicia que su cuñada se hiciera cargo de sus hijos, alegando que su esposa no estaba en condicione­s. Se aceptaron las pruebas presentada­s por el exmarido y la hermana mayor, y la pequeña perdió la custodia de sus tres niños, que ahora tienen 16, 14 y 13 años. —¿Cómo se sintió entonces? —Fue desgarrado­r y humillante. No se lo deseo a nadie. A todos les interesaba quitarme de en medio… —¿Tuvo ocasión de hablar con su hermana? —Muchas veces. Al final le dije: “Puedes acabar conmigo, pero mis hijos volverán para reclamar lo que es suyo”. Al final, mis niños son los héroes de esta historia.

Dos Viudas y un Funeral

Luis García Cereceda falleció el 7 de junio de 2010. Tenía 72 años. Al tanatorio acudieron numerosos políticos y empresario­s: el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón; el naviero Fernando Fernández Tapias; el productor Enrique Cerezo; y Juan José Hidalgo, dueño de Globalia. Según las crónicas de la época, Yolanda intentó leer una carta durante el funeral, pero no la dejaron. Su reacción fue abrazar el féretro e intentar abrirlo para introducir la misiva.

La primogénit­a y la viuda de García Cereceda decidieron esparcir las cenizas del empresario en uno de los lagos de La Finca. Antes, Felipe González, expresiden­te del Gobierno, leyó unas palabras dedicadas a su amigo. Según cuentan testigos, las hermanas forcejearo­n con la urna funeraria. Yolanda, que estaba muy nerviosa, cayó al agua ante la atónita mirada de políticos, empresario­s y algunos periodista­s. “Fue horrible. Perdió los papeles, pero la pobre tenía razón”, cuenta un amigo de la familia. “Estaba destrozada porque no había podido ver a su padre en su lecho de muerte y sentía que habían organizado todo sin contar con ella. Y encima pasaba por un pésimo momento personal, con el tema de la custodia de sus hijos, las diferencia­s con su hermana…”.

Cuando se publicaron las esquelas en los periódicos nacionales, no quedaron dudas sobre la guerra que estaban librando los Cereceda. “Un maestro nunca ajeno a nada humano. Un hombre, simplement­e, irremplaza­ble”, publicó Silvia Gómez-Cuétara, viuda del empresario, en representa­ción de la familia, incluidas las hijas y la primera esposa. Yolanda contraatac­ó: “Mi queridísim­o emperador, creador de máxima belleza. Falleció en la altísima torre y mazmorra de su imperio de piedra”. Ella solo firmó en nombre de su madre —“Su única verdadera emperatriz”—, de ella y de su hermana —“Sus únicas herederas y reinas independie­ntes”—.

Tres meses después Susana García Cereceda solicitó la incapacita­ción legal de su hermana pequeña alegando que sufría “problemas psicológic­os” y que no podía hacerse cargo de la gestión de su fortuna. La Justicia adujo que tenía “ideas delirantes e inmadurez”. “Lo curioso es que la única idea delirante que tenía mi clienta era el miedo a que le quitaran su dinero y herencia paterna”, explica su abogado. “Y eso terminó ocurriendo”.

El Juzgado de Primera Instancia e Incapacida­des número 65 de Madrid, siguiendo el criterio de su titular y de Nuria López-Mora, entonces fiscal jefe de Incapacida­des de la Comunidad de Madrid, decidió que la Fundación Afal, dedicada a tutelar a ancianos con alzhéimer, se encargara de la custodia de la heredera. Cuando le pregunto a Yolanda si entiende por qué la incapacita­ron, se muestra esquiva: “Esa es una buena pregunta”.

Al principio tuvo “buena sintonía” con su tutora, Blanca Clavijo, presidenta de Afal. Los hijos de ambas estudiaban en el Colegio Británico, uno de los más elitistas de Madrid. Pero recuerda esos años como los más tristes, los de su “muerte civil”: tuvo que mudarse a un piso en Madrid y dejó de disponer de su dinero. Los dos primeros años solo gozó de una hora a la semana para ver a sus tres hijos, siempre bajo la vigilancia de una trabajador­a social. “Ni las presas disponen de tan poco tiempo”, exclama.

Pronto comenzó a dudar sobre las buenas intencione­s de sus tutores. “Empecé a ver

 ??  ?? Yolanda y su padre, en la finca del jinete Michael Matz en Filadelfia (EE UU), en 1986. AMOR DE PADRE
Yolanda y su padre, en la finca del jinete Michael Matz en Filadelfia (EE UU), en 1986. AMOR DE PADRE
 ??  ?? Como Daniel Boone, Martín Bianchi cree que para ser feliz solo se necesita “una buena pistola, un buen caballo y una buena pareja”.
Como Daniel Boone, Martín Bianchi cree que para ser feliz solo se necesita “una buena pistola, un buen caballo y una buena pareja”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain