EN EL AMOR Y EN LA GUERRA
La última colección de Patek Philippe ofrece un nuevo modelo de una de sus complicaciones más valoradas: el cronógrafo, heredero de una larga tradición que ha conquistado a militares, deportistas y millonarios.
Los amer icanos demandan por encima de todo relojes que les permitan determinar la velocidad de sus caballos de carreras con exactitud”. Esta es una de las impresiones que extrajo Antoine Norbert de Patek en 1854 de un viaje a EE UU: su avezada clientela en ese país mostraba una inclinación especial hacia los modelos más precisos que permiten medir el tiempo con una exactitud de décimas de segundo. Una preferencia que en la década de los años veinte, con la eclosión de los deportes de competición y la llegada de los relojes de pulsera —que los oficiales de la I Guerra Mundial popularizaron definitivamente—, puso a prueba las habilidades de la manufactura suiza fundada en 1839. Así, en 1922 Patek Philippe creó el primer cronógrafo con ratrapante de la historia, una complicación para medir tiempos cortos tan difícil de realizar como el tourbillon. Su propietario fue Attilio Ubertalli, presidente de la Juventus de Turín. El jugador de béisbol Joe DiMaggio o el general Patton son otros de los personajes históricos que han llevado un modelo de la colección de complicaciones de Patek Philippe, que este 2018 incorpora una novedad: el cronógrafo automático Flyback con calendario anual 5960/01 y caja de oro blanco. Un diseño con pulsadores decorados con guilloché, la técnica artesanal de grabado que desarrollan en la factoría de Patek Philippe en Ginebra y remite, según la casa, a modelos vintage como el 5970, uno de los más vendidos de la enseña. Aunque el destinatario del reloj más complicado de la historia —su nombre no podía ser más descriptivo, Supercomplication— no fue ni un militar ni un deportista, sino el magnate Henry Graves Jr. Además de calendario perpetuo, las horas de amanecer y puesta del sol, tenía un mapa celestial de Nueva York tal y como se veía desde su casa en la Quinta Avenida de Manhattan. La casa tardó ocho años en fabricarlo. Pero ¿qué es el tiempo cuando se está haciendo historia? �