Hilary Swank
Cuando ganó su primer Oscar, ni siquiera tenía seguro médico: su sueldo en ‘Boys Don’t Cry’ no alcanzó el mínimo estipulado por el sindicato de actores (5.000 dólares) para ello.
Ganó dos Oscar, uno cuando era desconocida ( Boys Don’t Cry) y otro cuando la daban por acabada ( Million Dollar Baby). Ahora estrena What They Had, y Annette Bening ya está nerviosa.
“No sé qué he hecho para merecer todo esto, solo soy una chica con un sueño que creció en una caravana”. Como las infancias miserables solo se cuentan una vez, han sido transformadas en parábolas de superación, así agradeció Hilary Swank su segundo Oscar —para disgusto, también por segunda vez, de la otra favorita en ambas ediciones: Annette Bening—. Tras ser abandonada con 15 años por su padre, Hilary y su madre se mudaron a Los Ángeles, donde durmieron en un coche hasta que consiguió su primer papel. En El nuevo Karate Kid interpretaba a una joven traumatizada por la muerte de sus padres. En Sensación de vivir hizo de madre soltera. Cuando ganó su primer Oscar —interpretando a un hombre transgénero asesinado, caracterizada como dijo ella misma como “Matt Damon con culo”—, Swank no tenía ni seguro médico: su sueldo no alcanzó el mínimo estipulado por el sindicato de actores (5.000 dólares).
Estas di f icultades contribuyeron a forjar la visceralidad que caracteriza sus mejores interpretacines (básicamente, sus dos Oscar). Una agente le recomendó que abandonase esos papeles de “chica dura en un mundo de hombres” y abrazase a la supermodelo que llevaba dentro. Ella respondió protagonizando Million Dollar Baby. Swank brilla — o, más bien, todo lo contrario— en personajes con rasgos tradicionalmente asociados en el cine a los hombres: conflictos crudos, interpretaciones físicas, perseverancia por encima de su propia vida. Pero por incontestables que sean sus dos Oscar, el resto de su carrera parece no existir para el gran público. Y casi mejor, porque eso incluye sus intentos catastróficos de ser una estrella convencional en El núcleo, La víctima perfecta o Posdata: te quiero. Le sobra talento para ser una actriz de carácter, pero le falta misterio para ser una estrella.
En 2007 se divorció de su marido drogadicto y reconoció haber repetido patrones de su infancia: “Cuidé de mi madre, porque su felicidad dependía solo de mí, y después cuidé de mi marido”. Su carrera sufrió un bache cuando cobró por asistir al cumpleaños del despiadado presidente checheno Ramzán Kadrov: ella despidió a su representante y su publicista la despidió a ella. Ahora regresa de un descanso de tres años para, precisamente, cuidar de su padre enfermo. Y asegura que recibe más ofertas que nunca. A los 44 está lista para explotar su valor como la actriz madura que, en realidad, lleva siendo desde que debutó. �
Hilary Swank brilla en personajes con rasgos tradicionalmente asociados en el cine a los hombres