EL MÓVIL COMO UNA DE LAS BELLAS ARTES
La potencia ya no es suficiente. En la era de los móviles como objeto de lujo, la innovación y la diferencia son claves.
Tres propuestas, tres terminales a la última y un mundo en el que el statu quo ha cambiado. La referencia sigue siendo, por peso y mística, el momento en el que Tim Cook sale al escenario a repetir el ritual iniciado por Steve Jobs en 2007: la presentación del nuevo móvil de Apple. Pero este año el iPhone XS —que por fin ha dado el salto a las pantallas de más de seis pulgadas con el modelo MAX— se ha encontrado con dos rivales tremendos —y el Google Pixel 3 que le espera a la vuelta de la esquina—: la veteranía de Samsung con el Galaxy Note 9 y su vocación de oficina, pantalla y móvil en un único dispositivo… y un recién llegado a España: el Find X de Oppo, compañía china que en los últimos dos años se ha colocado como la cuarta marca a escala mundial de smartphones. Su llamativa cámara deslizante y sus capacidades extremas lo convierten en el mejor embajador de esta nueva firma, que inaugura una nueva carrera: aquella en la que ni la Apple del billón de dólares puede confiarse. China era, junto a Corea, la nueva Japón en lo tecnológico, pero las principales marcas de ambos países ya dominan el otro secreto de Jobs: convertir sus terminales en objetos de deseo.
Los terminales Android de alta gama ya han aprendido que el diseño y la elegancia son básicos para triunfar