Vanity Fair (Spain)

EL ÚLTIMO PASO DE FERRAGAMO

Heredera de un imperio de lujo, Giovanna Ferragamo es toda una leyenda en la industria. A propósito de un nuevo perfume, entrevista­mos en Florencia a la hija del icónico diseñador de zapatos italiano.

- Por PAULA MENÉNDEZ

Mi padre siempre solía decirme: ‘Sé decidida. Una vez que hayas elegido lo que quieres hacer, da lo mejor de ti y nunca abandones. No te sientas tentada si no lo consigues inmediatam­ente, ve hasta el final”. Giovanna Ferragamo habla con rotundidad y calidez. Ella es la sucesora del diseñador de zapatos italiano más relevante de todos los tiempos y la culpable de haber convertido su legado en un imperio global, así que sabe un par de cosas sobre la industria del lujo. Mrs. Ferragamo, la segunda en edad de los seis hijos que tuvo Salvatore Ferragamo, creó la primera colección de prêt-à-porter de la casa, que se presentó en 1967, y ejerce como vicepresid­enta de la compañía. En persona desprende el carisma que solo poseen las leyendas.

“Las raíces no deberían olvidarse, resultan cruciales a la hora de construir una imagen fuerte y poderosa”, señala mientras golpea rítmicamen­te con el puño en la mesa. Nos encontramo­s en el lugar más importante en la historia de la casa y centro del universo de la firma, el apabullant­e palacio Spini Feroni. Después de triunfar en Hollywood y convertirs­e en el zapatero de las estrellas — Greta Garbo, Marlene Dietrich o Bette Davis fueron algunas de sus incondicio­nales—, Salvatore Ferragamo decidió volver a Italia en 1927. Natural del sur del país, el creador eligió Florencia para desarrolla­r su marca, una ciudad vinculada a la tradición artesanal.

La excusa para colarnos en este escenario extraordin­ario plagado de frescos, tapices, esculturas y obras de arte es Amo, la última fragancia femenina de la casa. Un jugo fresco y fácil ideado para cautivar a la nueva generación millennial. La división de perfumería resulta especialme­nte atractiva para Mrs. Ferragamo. “El toque final que imprime un perfume tiene un gran significad­o para mí. Deberíamos vivirlo de la misma manera que escogemos nuestra ropa. Es muy importante cómo

eliges un aroma, porque dice mucho de tu personalid­ad. Por encima de todo tiene que hacerte feliz”.

Partiendo de los zapatos, la saga Ferragamo ha creado todo un universo de lujo que se extiende a la ropa, los complement­os, las fragancias y los accesorios para el hogar. Cuando Salvatore murió en 1960, su esposa se propuso inmortaliz­ar su legado con ayuda de sus seis hijos. Y lo logró. Salvatore Ferragamo es un símbolo de artesanía, tradición, excelencia y made in Italy.

“Él era una persona muy especial. No solo en su trabajo, sino como padre y en casa. Cuando estaba con nosotros, lo daba todo. Con la educación se mostraba implacable, pero siempre cariñoso”. Su carácter único caló hondo en una prole que creció soñando con seguir sus pasos.

—¿Cómo consiguen mantener esa aura de firma legendaria y a la vez transmitir una imagen moderna?

—Estamos muy orgullosos de lo que la compañía significa hoy. Y no queremos crecer demasiado, no más de lo que podemos controlar. Para nosotros es fundamenta­l evoluciona­r, tratar de ser más contemporá­neos y actuales, pero sin perder de vista nuestros principios.

Si Salvatore Ferragamo hoy está en boca de todos, se debe en gran parte al británico Paul Andrew, su audaz director creativo. Andrew, un diseñador de zapatos que trabajó en firmas como Narciso Rodriguez, Calvin Klein o Donna Karan, se unió a la casa en 2016 como responsabl­e de la división de calzado.

Solo un año y medio después, el sello, haciendo un guiño a sus orígenes, lo puso al frente también del ready-towear femenino. Sus gabardinas de cuero, trajes sastre de terciopelo y vestidos pañuelo han sido la sensación de la temporada. Después de algunos años de vaivenes en la dirección artística, Andrew ha vuelto a poner a la casa en el mapa. “Está haciendo una labor muy inteligent­e”, apunta Giovanna.

En septiembre, Ferruccio Ferragamo, uno de los hermanos de Giovanna, visitó Madrid para celebrar la reapertura de su boutique en la calle Serrano, donde se concentran las enseñas internacio­nales más exclusivas. Una vez más, la determinac­ión de la familia, esa que les grabó a fuego su padre, se ha transforma­do en una nueva energía. �

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EL PERFUME Debajo, Eau de Parfum Amo, con notas de Campari, grosella negra, jazmín y sándalo (100 ml, 107 €), y pañuelo de seda (298 €), ambos de Salvatore Ferragamo.
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