GUERRA SUCIA
Una investigación sobre el comisario Villarejo y su conexión con los GarcíaCereceda, propietarios de la urbanización La Finca.
Parecía solo una guerra entre hermanas por una herencia millonaria, pero las grabaciones que hizo el excomisario Villarejo a los García-Cereceda, propietarios de la lujosa urbanización de La Finca, refugio de estrellas del fútbol y grandes fortunas, han destapado una batalla aún más sucia: amantes, intoxicaciones informativas y chantajes que ‘Vanity Fair’ saca hoy a la luz.
La escena es esta: 18 de septiembre de 2013. Tres hombres y una mujer se citan para discutir los detalles de una investigación secreta. Susana García-Cereceda, hija de Luis García- Cereceda, fallecido promotor de La Finca, la exclusiva urbanización del norte de Madrid donde han vivido estrellas del fútbol como Cristiano Ronaldo o Zinedine Zidane, lidera la conversación. La acompañan su mano derecha, Francisco Peñalver, socio en Procisa, la empresa de la familia; David Fernández Aumente, su jefe de seguridad; y Rafael Redondo, abogado y hombre de confianza del entonces comisario José Manuel Villarejo. Pepe, como se presentó ante sus clientes, además de ser policía, trabajaba como abogado e investigador privado en su agencia de detectives Cenyt. A él y a Rafael Redondo les habían encargado Susana, Peñalver y Fernández Aumente una indagación: lo que Villarejo bautizó como ‘Proyecto Land’. Aquel día, como de costumbre, el socio del detective grabó a escondidas la conversación:
Rafael Redondo: Prefiero que me concretéis, porque como es un tema familiar estamos teniendo más cuidado...
Susana García-Cereceda: Claro, pero es que me interesa, ¿eh? Rafael Redondo: Sí, sí, encantados. Susana García- Cereceda: Ostos me interesa, y bastante. [...] A ver por dónde anda y deja de andar este cabrón.
Ostos, “este cabrón”, la persona a la que se refería Susana, era Jaime Ostos Jr., hijo del conocido torero y segundo marido de Yolanda García- Cereceda, hermana pequeña de Susana. Criador de caballos y jinete ocasional, Ostos se había declarado homosexual públicamente poco antes de contraer matrimonio con Yolanda en Tryon, un antiguo pueblo indio en Carolina del Norte, donde residía con ella. La primogénita, al mando de las sociedades desde la muerte en 2010 de su padre, deseaba averiguar los puntos débiles de su cuñado, al que presuponía interesado por la herencia estimada en más de 1.000 millones de euros que el patriarca les había dejado a ella y a su hermana.
“Si a ella le importa algo AHORA MISMO, ES CUIDAR su relación con el viejo” (Susana García-Cereceda)
Dado lo poco convencional de aquella relación, Susana dudaba de sus intenciones.
Susana García- Cereceda: De Jaime Ostos el teléfono que tengo... Lo tengo por aquí [le dijo a Rafael Redondo, compañero de Villarejo]. David Fernández: Yo creo que te lo di. ¿Cuántos te di? [...]
Susana García- Cereceda: Yo es que cada vez que me llamaba con un número tal, lo grababa y lo metía. Tengo cuatro de él [añadió antes de dictarle a Redondo los dígitos, para que pudiera realizar un seguimiento de sus llamadas].
Cinco años después de aquella reunión, en la mañana del 30 de mayo de 2018, nada más aterrizar de un viaje a Sudáfrica, Susana era detenida en Madrid, acusada de descubrimiento y revelación de secretos, cohecho y falsedad en documento mercantil. Horas antes, los agentes habían registrado su despacho de La Finca, mientras ella seguía todo lo que ocurría al teléfono con su abogada, y habían encontrado cuatro informes sobre la vida privada de Ostos realizados por Villarejo, entre otros documentos. Su relación con el detective, al parecer, no se habría limitado a averiguar detalles de su cuñado. La policía, en el análisis de los centenares de grabaciones que el excomisario —ahora encarcelado— había ido acumulando a lo largo de sus múltiples trabajos, accedió a otras conversaciones de Susana en las que pedía más información privada sobre otras personas de su entorno. Su socio, Francisco Peñalver, y el jefe de seguridad, David Fernández, también fueron puestos a disposición judicial ese día. Los delitos han sido sobreseídos parcial y provisionalmente por la Audiencia Nacional en el caso de Susana, Peñalver y Fernández, pero Villarejo sigue investigado. La Justicia quiere esclarecer si en este, como en otros casos que se analizan ahora, puso a disposición de clientes privados recursos públicos y se lucró con ello. La Fiscalía Anticorrupción ha recurrido el sobreseimiento parcial de la pieza y ha pedido que se reabra: cree que existen pruebas suficientes para encausar a Susana García-Cereceda y al resto de sus colegas por vulnerar el derecho a la intimidad de terceros. Sin embargo, la defensa de Susana alega que la petición a la agencia Cenyt de Villarejo solo se ceñía a investigar una empresa de la competencia, y que ella nunca requirió datos personales de sus conocidos para utilizarlos en el conflicto de la herencia. No obstante, estos son algunos extractos de las grabaciones que hicieron Villarejo y Redondo transcritas en el sumario.
“Hombre, si [ella] tiene un novio, está bien saberlo...”, dejaba caer Susana en una reunión con Villarejo y sus compañeros fechada el 9 de julio de 2013. Se refería a Silvia Gómez-Cuétara, de 48 años, última mujer de Luis García- Cereceda, el magnate que había amasado una de las riquezas más grandes de España con el boom inmobiliario de los ochenta. A su muerte en junio de 2010, y obligada por las hijas del empresario, Silvia había tenido que marcharse del hogar que compartía con él en La Finca por orden de un juez. Había logrado un acuerdo económico con las hijastras: tenían que retribuirle con 30.000 euros mensuales durante el resto de su vida. Pero Silvia, aseguran fuentes del caso, intuía que en el extranjero se escondía una desconocida fortuna familiar y por eso en 2017 reclamó a las dos hermanas un millonario complemento de su legítima.
Susana García-Cereceda sabía que el ángulo más vulnerable de Gómez- Cuétara era la relación con su actual pareja, el empresario mexicano Juan Antonio Pérez Simón. Ante la posibilidad de conocer si Gómez- Cuétara estaba teniendo una aventura, el jefe de seguridad de Procisa, David Fernández, comentó a Villarejo: “También puede hacer falta, por si acaso, como ella está intentando hacer daño, pues de alguna forma también
se le puede hacer daño”. Susana convenía: “Eso, porque si a ella algo le importa ahora mismo es cuidar su relación con el viejo [...] que es el que le da la pasta todos los meses, y al que le está intentando sacar todo y más”.
Quince días después, en una nueva sesión informativa, Susana daba otra orden: “Seguid a la señora, seguid a Torres, a ver si encontramos algo”. El tercer objetivo en cuestión era Joaquín Torres, el arquitecto que proyectó gran parte de las lujosas casas de La Finca, quien había trabajado codo con codo junto a Luis García-Cereceda en el proyecto urbanístico. Susana lo consideraba una amenaza después de que su estudio de arquitectura hubiera demandado a Procisa por impago de honorarios por valor de 280.000 euros.
Con todos los encargos, Villarejo anunció solícito que pondría a su disposición un enorme despliegue de medios: “Doce coches y cinco motos para vigilancia; equipos de audio para grabaciones convencionales o en ambientes hostiles, equipos ópticos y captadores de imágenes en situaciones adversas...” y así poder realizar “seguimientos personales dirigidos a conocer los vínculos de carácter personal e íntimo”. Hizo un presupuesto de 275.000 euros “para un nivel I de investigación exhaustiva” y 150.000 más por un “nivel II de rentabilización de los resultados”.
La lucha en La Finca era dura y soterrada. El fallecimiento de Luis GarcíaCereceda a los 72 años, víctima de un tumor cerebral, había dado inicio a una feroz pugna por su valioso legado. Además de Procisa, la entidad responsable de la urbanización de Pozuelo de Alarcón donde los chalés pueden alcanzar los 40 millones de euros, estaban en juego los terrenos de La Pellejera, refugio de invitados como el expresidente Felipe González o el millonario mexicano Carlos Slim, íntimos del empresario; el restaurante Zalacaín, lugar de reunión de altos cargos socialistas; varias propiedades en el centro de la capital y una casa en Baqueira, entre una larga lista de diversos activos. Antes de morir, el promotor decidió poner al mando a su hija mayor y le dio el 51% de su parte de las sociedades. A la menor, Yolanda, el 49%.
Como recuerda hoy la hermana pequeña, enfrascada en más de 60 procedimientos judiciales, ahí comenzó la guerra. “Cuando murió mi padre, Susana me dijo: ‘Las cosas van a ser a mi manera”, relata. En abril de 2010, Susana ya había recibido la custodia de los tres hijos de Yolanda, fruto de su primer matrimonio, con Francisco Amat, por los “problemas psicológicos” de su hermana, En 2011, la Justicia incapacitó a Yolanda alegando que sufría “ideas delirantes e inmadurez” y que no podía hacerse cargo de su propio patrimonio. El tribunal decidió que la Fundación Afal, encargada de tutelar a incapacitados por enfermedades mentales y ahora acusada por la Fiscalía de Madrid de desviar dinero de tutelados con grandes capitales, se responsabilizara de la heredera. Yolanda sostiene que todo fue una estrategia de Susana para apartarla de la gestión de su fortuna, algo que niega la primogénita. El pasado julio, dos años después de lograr su plena capacidad jurídica, y tras un largo proceso judicial, Yolanda recuperó a los niños.
Pero ¿cómo llegó a convertirse esta contienda familiar en un capítulo más de las cloacas del Estado? Luis García-Cereceda siempre fue un hombre obsesionado con su seguridad, más desde que ETA lo amenazara con asesinarlo. En el 2000 contrató a David Fernández Aumente, un expolicía con muchos años de activo en el País Vasco, para que se hiciera cargo de su protección personal. Fue de la mano de Fernández como Susana conocería tiempo después a Villarejo, viejo amigo del expolicía, al que le propusieron hacerse cargo de la investigación en La Finca. Fernández aseguraría más tarde que había hecho un “casting de detectives” para encontrar a su candidato, aunque la Fiscalía que trabaja en el caso cree que su relación se remonta muchos años atrás. En sus recursos afirman, por tanto, que Fernández sabía que Villarejo era a la vez un comisario de policía en activo, abogado y empresario que compaginaba su función pública con negocios privados, toda una irregularidad por la que ahora Villarejo está en prisión acusado de revelación de secretos, blanqueo, organización criminal y cohecho.
Fue así como Villarejo, desconocido entonces para la opinión pública, y al que después se relacionaría tanto con la policía política del Ministerio del Interior como con los casos del ático de Ignacio González, la dermatóloga Elisa Pinto y el empresario Javier López Madrid, o Corinna, entre otros muchos, aterrizaría en La Finca con el objetivo de espiar la vida privada de los contrincantes de Susana García-Cereceda. Villarejo ponía a disposición de sus clien-
“Le hemos pegado un apretón A ANA ROSA QUINTANA: ‘Oye, cuidado con este tío” (Villarejo)
tes, siempre grandes fortunas, todos los recursos públicos que tenía como funcionario. Gracias a sus contactos en el mundo de la judicatura, sus fuentes en Hacienda, bancos y empresas, el comisario tenía acceso a la información reservada que le proporcionaba su amplia red de colaboradores. Cruces de llamadas, antecedentes penales, datos fiscales... Podía conseguirlo todo. Él mismo alardeaba: “Nosotros asesoramos al Ministerio en temas delicados, que no le cobramos, obviamente. Entonces tenemos cierto paraguas a la hora de pedir cosas y tal...”. Pero su especialidad, como él mismo presumía, eran los asuntos “de cama”. “Sirven para hacer palanca”, advertía. Su método, además, consistía en grabar todas las conversaciones, incluidas las de sus propios clientes, que mantuvieran en sus casas, en cafeterías, en el coche, en reuniones o por teléfono. Y guardar varias copias, por si en algún momento él pudiera necesitarlas...
Con Susana nada de esto sería diferente. En una de sus grabaciones, con fecha del 9 de julio de 2013, Villarejo habla sobre las intimidades de Silvia
Gómez- Cuétara:
José Manuel Villarejo: Nosotros estos días hemos dedicado un poquito de tiempo a observarla [...] está mucho en Mallorca [...] qué alegría, ¿no? ... Tener pocas preocupaciones en la vida [decía el comisario entre risas]. La información que nos llega de dentro del entorno es que ella debe de tener algún noviete cuando este hombre está en México. Susana García- Cereceda: “Ah, eso es importante”.
Villarejo: “Efectivamente [...] a todas el Joaquín [Torres] les da cobertura cuando quedan con alguien. Ese es el poder que este chico tiene, lo cual es interesante, porque eso supone un punto de vulnerabilidad para los maridos, obviamente, ¿no? [...] Dicen: ‘No, estoy con Joaquín mirando cosas y tal’, y están con el noviete dándose un homenaje. [...] Es interesante porque, aun cuando lamentablemente es información aparentemente frívola, pues es una información vulnerable. [...] Es una mujer [...] que ya se siente un poco mayor, y quizá por eso se ha enrollado [...] con un chiquito que todavía no hemos descubierto, pero que sabemos que tiene y está utilizando a Joaquín para eso.
Susana García- Cereceda: Eso sí que es importante, saber quién es. Villarejo: ¿Es interesante? Francisco Peñalver: ¿Saber el chiquito? Fundamental.
Pero Villarejo no solo trataba de averiguar los secretos de sus objetivos, sino que, además, según anotaba en sus informes, planeaba “líneas de actuación”. Las directrices que ideó para atacar al arquitecto Joaquín Torres consistían en “Investigar sus irregularidades. Existe la posibilidad de detectar movimientos de dinero susceptibles de poder considerarse como blanqueo de capitales. Generar desconcierto o desconfianza entre Torres y su círculo más íntimo con continuas maniobras de intoxicación informativa. Publicar en medios que le afecten emocionalmente”.
El comisario tenía claro a qué puertas debía llamar. El 9 de octubre de 2013 en una reunión con Susana, Peñalver y Redondo, Villarejo les dice: “Le hemos pegado ya un apretón a Ana Rosa Quintana, a la otra... En fin, a todos los programas y a toda la gente que tiene algo que decir en los medios de comunicación. ‘Oye, cuidado con este tío que es un chantajista, que os va utilizando a vosotros y tal, va pidiendo dinero o que salga en el programa que te dice que tú te llevas un porcentaje’. En fin, este tipo de cosas ayudan...”. Quintana y el policía se conocían desde hacía tiempo. El primer marido de la presentadora, el también periodista Alfonso Rojo, y padre de su primer hijo, Álvaro, es íntimo de Villarejo. Ambos estudiaron juntos y comparten negocios.
Se desconoce si finalmente Villarejo presionó a los medios. Lo que sí sucedió fue que, unos meses más tarde, en julio de 2014, el programa Cazamariposas TV, emitido en Telecinco, arremetió sin piedad contra el arquitecto. Tras mostrar fotos de Torres, los tertulianos comentaban: “La cara corresponde a una edad y el cuerpo es del yayo cachas. Me da un poco de grima, la verdad”, para luego insinuar que Torres, en ese momento casado con la pintora Mercedes Rodríguez, era homosexual. Unos días después, Torres se despedía entre lágrimas como
colaborador de Sálvame, donde hablaba de las casas de los famosos. Cazamariposas acabó disculpándose por el tono de sus palabras. El arquitecto terminó separándose de su esposa, a la que conoció a los 17 años, y ha iniciado una relación con el director de Sálvame.
Los hallazgos de Villarejo empezaron a llegar a la mesa de Susana. Las llamadas que los espiados recibían, las que emitían —“Buff mucho teléfono, 99 veces a su hijo, 93 a otro sitio, 82 al chófer... mucho teléfono”—, los nombres de los hoteles y las fechas de las citas que tenían y con quién —“Hotel Villlamagna los días 6,7 y 8, también el día 17 y el 18 a mediodía; el Club de Campo, tres veces a mediodía; Hotel Husa, NH La Florida, Hotel Gran Colón...”—, pero también unos presuntos antecedentes penales de Ostos en EE UU —“Robo en vivienda y violencia doméstica”—. Villarejo llama hasta al estado de Carolina del Norte para conocer la situación matrimonial de Yolanda y Ostos. “No están casados legalmente”, concluye. La defensa de Ostos mantiene que sí.
Una de las tareas más difíciles de Villarejo fue conseguir, a petición del jefe de seguridad de La Finca, un informe elaborado por la agencia de detectives Método 3 de Barcelona. El dosier había sido encargado por la abogada de Silvia Gómez-Cuétara para conocer el presunto capital oculto de Luis García-Cereceda en el extranjero que ella pensaba que existía, presentarlo ante la Justicia y reclamar lo que consideraba era suyo. “A ver, el informe de Método 3, macho. ¿Te acuerdas que me dijiste a ver si lo consigo? ¿Has visto lo que nos cuesta conseguirlo? No es fácil”, le comentaba Villarejo al jefe de seguridad de La Finca en una de sus reuniones, en un restaurante de Madrid. Finalmente, un extrabajador de Método 3 les filtró la investigación de 130 páginas, “que nos las han cobrado a precio de...”, refunfuñaba el policía. El informe de Método 3, que es ahora parte del sumario del caso, exponía el supuesto patrimonio real de Luis García-Cereceda. Al leerlo, supieron lo que Silvia creía saber y por lo que les exigía más dinero.
A la hora de cobrar sus trabajos, Villarejo fue claro: “Dado el carácter confidencial del Proyecto, se aconseja el máximo de opacidad en el procedimiento de pago”, escribió en el estudio económico que les presentó con los honorarios. Y así hicieron. Facturaron los gastos a Procisa, según la Fiscalía, ocultando la verdad de los encargos y fraccionando los pagos. “Para que no nos pille el toro, tú me tienes que buscar los conceptos”, le pedía el socio del comisario, Rafael Redondo, al jefe de seguridad de la empresa, Fernández, en una reunión, donde este luego añadió: “Ya lo hablo luego con Peñalver que lo hable con contabilidad para despistarles, para que no sepan”. En otro encuentro posterior, Fernández le revelaba a Villarejo: “Este asunto solo lo sabemos los tres porque hay unos pequeños problemas, porque al consejero delegado no sabe cómo justificarle [...] cómo se justifica este dinero”. Las facturas eran emitidas a nombre de las diversas empresas del entramado de Villarejo.
Pasarían cinco años hasta que el 29 de mayo de 2018 la policía registrara La Finca. El comisario Villarejo ya había sido detenido en noviembre de 2017 y permanecía en prisión. La Fiscalía investigaba las grabaciones que había encontrado en su casa de la calle Clavel de Madrid y en un segundo chalet en Boadilla del Monte. Debajo de la cama de Villarejo, escondida en una maleta, se habían hallado muchas de las cintas que guardaban estas conversaciones secretas. Cuando la policía llegó a la urbanización de los García-Cereceda, además de los dosieres sobre la vida privada de Ostos y otros informes elaborados por el excomisario, en el despacho de Susana también encontraron un documento muy inquietante: el de un presunto seguimiento a la magistrada del Juzgado nº1 de Pozuelo, la que había dirimido muchos de los pleitos contra Procisa, así como algunas disputas entre Susana y Yolanda.
Susana declaró ante los fiscales que solo había contratado al detective Villarejo, sin saber que era policía, para investigar a una empresa con la que Procisa mantenía un contencioso. Aseguró que no tenía “ningún interés” en conocer la vida privada de otros. “Con Silvia solo ha querido tener una buena relación”, dice hoy su abogada, la letrada María Dolores Márquez de Prado. Sentada en su bufete de la Castellana, añade: “Ella siempre ha estado velando por su hermana, su único interés ha sido protegerla, de Ostos también”. Márquez de Prado cree que se han “cortado y pegado frases de las conversaciones” que se malinterpretan: “Ella no pide nada sobre Torres, son cosas que se van diciendo de uno y de otro. A ella lo que le importaba era su empresa, que estaba pasando un mal momento”.
—¿Y sobre el informe de la juez que se encontró en su despacho?
—Susana no tenía ni idea de que estaban esos seguimientos. ¿Cómo va a encargar que espíen a un juez?
—¿Pero qué hacía entonces en su oficina?
—Ni idea, eso apareció entre los papeles, pero ella no lo había encargado. Sería algo que hizo Villarejo sin que se lo pidieran.
La defensa de Villarejo ha preferido no hacer declaraciones.
Yolanda se ríe al escuchar los argumentos de la defensa de su hermana. “Claro que el objetivo era mi vida privada. Mi hermana siempre ha tenido obsesión conmigo, o llámalo envidia, no sé. Los caminos que he seguido ella no los conocía, porque no teníamos contacto, y se ha podido interesar por otras vías”.
—¿Cree que la información que le dio Villarejo la perjudicó de alguna manera?
—Me afectó. Yo estaba recurriendo en los juzgados mi incapacitación y la custodia de mis hijos. Me perjudicaba la imagen que se proyectaba de Ostos; reforzaba la idea de mi supuesta locura por estar con un hombre de esta calaña.
La madre de Jaime Ostos, Consuelo Alcalá, explica exaltada: “Los detectives estuvieron preguntando a los vecinos por mi hijo. Fueron a los juzgados para ver si tenía antecedentes... No los tiene. Mi hijo se molestó. Además, ha estado un
“Mi hermana ha hecho APORTACIONES DE DINERO a partidos de diversa ideología” (Yolanda García-Cereceda)
año viviendo conmigo y notábamos los movimientos. Eso le ha afectado, porque es jinete, tiene un negocio de caballos, y lo bloqueaban para concursar”. Así se lo narró Ostos en su declaración a los fiscales y al juez del caso.
También lo hizo Joaquín Torres, que dijo comprender, mirando atrás, muchas de las cosas que le habían sucedido en el pasado. Silvia Gómez- Cuétara logró ponerle nombre y apellidos a una sensación de desprotección que había percibido sin poder concretar por qué. Llegó a sentirse tan vigilada que temió por su seguridad.
Todo esto y más se lo contaron a los fiscales y al juez cuando los llamaron a declarar como afectados en la causa. Pero no fue lo único de lo que hablaron.
Yolanda fue un paso más allá. En su testimonio ante la policía manifestó tener “conocimiento fehaciente de que tanto su hermana como los abogados que la representan y socios de la mercantil han realizado, desde hace años y hasta día de hoy, siendo una práctica habitual de La Finca Real Estate, Global Assets y Somosaguas Golf, altas aportaciones de dinero a partidos de diversa ideología política, así como a otras personas de gran influencia”. Susana mostraba el mismo talento de su padre para moverse con soltura en los círculos del poder. Las conexiones con las altas esferas políticas venían de lejos. El patriarca mantuvo amistad con Adolfo Suárez —las oficinas de CDS pertenecían a una de sus compañías— y fue él quien presentó a Felipe González a su segunda esposa, Mar García Vaquero. En el funeral de Luis García-Cereceda en 2010, el entonces alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, apareció entre las múltiples personalidades para rendirle homenaje. Susana heredaría de su progenitor esas relaciones, pero sobre todo su interés por el sector. La hija mayor de los García-Cereceda acabó doctorándose en Ciencias Políticas y, durante su época como profesora en la Universidad Complutense, coincidió con Julián Santamaría, exembajador en Washington con Felipe González. Junto a Santamaría, Susana creó Noxa Consulting, de la que era administradora única, una empresa de estudios electorales con sede en La Finca, y donde Carolina Bescansa, cofundadora de Podemos, colaboró hasta alrededor de 2008. El pasado febrero la compañía fue extinguida.
Con toda aquella información, los fiscales siguieron investigando hasta que el pasado 30 de julio el juez al cargo de la instrucción, Diego de Egea, decidió sobreseer parcial y provisionalmente el caso. Argumentó que los encausados eran en realidad víctimas de Villarejo. Según el magistrado, ignoraban que fuera policía y desconocían sus técnicas de investigación. Asegura que el encargo fue verbal, se ceñía a Procisa y pagaron de forma legal y transparente.
Los fiscales recurrieron la decisión por “la efectiva concurrencia de sólidos indicios de la comisión de los delitos”. En concreto, afirman que los antes investigados sabían que Villarejo era policía en ese momento apoyándose en las frases que él mismo pronunció en las conversaciones con sus clientes, como “Soy un puto comisario que está de analista en una situación especial”, que dijo en presencia del jefe de seguridad de Procisa. Ahora han pedido su reapertura tras haber hallado “nuevos elementos incriminatorios contra todos los involucrados”. Barajan, incluso, añadir más víctimas. Hoy la guerra por el control de la fortuna de los Cereceda continúa abierta. A tal punto que la madre de las hermanas, Mercedes López, esposa de Luis García- Cereceda durante más de 30 años, tiene que elegir entre vivir gratis en la casa donde habita en La Finca, sin conservar su propiedad, o abandonarla. La Justicia debe aún dirimir la verdad de esta historia de espías. �