Vanity Fair (Spain)

DE LIMPIADORA A REINA Olivia Colman interpreta a Isabel II en la tercera temporada de The Crown.

- Por PALOMA RANDO

Descubrió su vocación como actriz a los 16 años en una función escolar, pero la vida tenía otros planes para ella. Entre ellos, trabajar como limpiadora, una ocupación que le encantaba. Ahora, con un Oscar en la mano por su papel en ‘La favorita’, se enfrenta al reto de interpreta­r a Isabel II en la tercera temporada de ‘The Crown’, un desafío que Olivia Colman ha superado con un talento extraordin­ario, a la altura de su modestia.

Has visto The Crown?”. Lo que en cualquier otro contexto no pasa de ser una pregunta inocua adquiere otro cariz cuando quien la formula es Olivia Colman (Norwich, 1974) —encargada de interpreta­r a Isabel II en la tercera y cuarta temporada de la serie— y quien la recibe es el príncipe Guillermo. La escena tuvo lugar en el palacio de Buckingham durante una cena benéfica a la que invitaron a la actriz y a su marido, Ed Sinclair. El duque de Cambridge negó, pero como bien especuló Colman en una entrevista para Vanity Fair USA, nunca sabremos si está obligado a mentir. Lo que sí sabemos es que, tras su encuentro con él, la intérprete urgió a su esposo a conseguirl­e papel higiénico. Él, diligente, buscó uno de los 72 cuartos de baño de Buckingham y volvió con dos trozos que ambos guardaron como recuerdo de su estancia en palacio.

Ese souvenir no le habría venido mal a Colman cuando el pasado 25 de febrero subió al escenario del Dolby Theatre en Los Ángeles para recibir su Oscar a mejor actriz protagonis­ta por su papel en La favorita, la película de Yorgos Lanthimos en la que se metió en las generosas hechuras —tuvo que engordar unos 15 kilos— de otra reina, Ana de Gran Bretaña. Durante su discurso de agradecimi­ento, encandiló a una audiencia acostumbra­da a alocucione­s elaboradas con sus nerviosos balbuceos. Muchos actores fingen sorpresa, pero la suya tenía todos los visos de ser genuina: la favorita para la estatuilla era Glenn Close, eterna nominada, y ella era solo —como si fuera poco— una recién llegada a Hollywood con una extraordin­aria interpreta­ción debajo del brazo. Entre aquellas líneas contó algo que nunca había ocultado, pero que en esa situación se convertía en una soterrada declaració­n de principios: “Solía trabajar como limpiadora, me encantaba ese trabajo. [En él] Pasé mucho tiempo imaginándo­me esto”.

Para rememorar los tiempos en los que trabajaba como asistenta hay

El talento de la actriz no entiende ni de géneros ni de formatos, algo que demostró protagoniz­ando en 2011 una cinta tan inclasi icable como ‘Redención’

que remontarse a sus años posteriore­s a la universida­d. Se crio en un hogar humilde —madre enfermera, padre supervisor de obra— y, tal y como describe en una conversaci­ón con Scott Feinberg, periodista del Hollywood Reporter, “no era muy buena en nada hasta que a los 16 años hice una obra de teatro”. Fue Jean Brodie en Los mejores años de Miss Brodie, papel que en el cine había interpreta­do Maggie Smith. Pero una carrera como actriz no parecía entrar dentro de sus posibilida­des, así que se decidió por una formación más convencion­al. Comenzó Magisterio en Cambridge y terminó abandonand­o los estudios para perseguir su verdadera vocación. Sin embargo, decidió quedarse en Cambridge, donde simultaneó su trabajo como limpiadora con sus primeras incursione­s sobre las tablas.

Aesa decisión hoy Colman le debe algunos de los encuentros que han marcado su vida profesiona­l y personal. Allí conoció a David Mitchell y a Michael Webb, que conforman uno de los dúos cómicos más importante­s del Reino Unido. Gracias a ellos, consiguió sus primeros papeles. A ellos y a su determinac­ión. En una de sus primeras audiciones la prueba consistía en coger un objeto que tuviera a mano e interactua­r con él como si fuera un manjar. Colman eligió un cenicero y se tomó tan en serio el trabajo que acabó comiéndose una colilla. También en Cambridge y también en el escenario conoció a su marido, el escritor Ed Sinclair, con quien se casó en 2001 y con quien tiene tres hijos. La clave de la duración de su matrimonio puede leerse en unas antiguas declaracio­nes: “Nos enamoramos cuando no teníamos nada”.

Gracias a Mitchell y a Webb, Colman dio el salto a la televisión en el año 2000 con Bruiser. Ese fue el comienzo de una década en la que exploró sobre todo su vis cómica en la pequeña pantalla que, si hablamos del Reino Unido, de pequeña no tiene nada. Pero el talento de la actriz no entiende ni de géneros ni de formatos, algo que demostró protagoniz­ando en 2011 una cinta tan inclasific­able como Redención, que le valió un gran reconocimi­ento por parte de la crítica y sus primeros premios en festivales.

Tan solo un año más tarde, un galardón le daba el mayor reconocimi­ento que había obtenido hasta la fecha. Pero no lo recibía ella. Era Meryl Streep la que, al recoger su BAFTA en 2012 por interpreta­r a Margaret Thatcher en La dama de hierro, dedicó unas palabras de alabanza a Colman, a quien definió como “tocada por la mano de Dios”. Olivia se había metido en la piel de Carol Thatcher, papel que preparó viendo vídeos de su participac­ión en el reality I’m a celebrity… Get Me Out of Here!, donde, entre otras vicisitude­s, la hija de la mujer que se enfrentó a Argentina en la Guerra de las Malvinas tuvo que comer testículos de canguro.

Con estas credencial­es podría haber elegido dar el salto a Hollywood. Sin embargo, Colman siguió trabajando en la televisión británica y dos años después de que Meryl Streep la mencionara desde ese escenario era ella la que subía a él para recoger dos BAFTA en la misma noche por dos de sus trabajos televisivo­s, Accused y Twenty Twelve. ¿Y cómo celebró ese hito? Volvió a su casa y se tomó una taza de té.

Esa noche recibió dos premios, pero también una advertenci­a: por primera vez la prensa la esperaba a la puerta de su casa. “Amo mi trabajo, pero no estaba preparada para todo lo demás”. Ese “todo lo demás” incluyó un desagradab­le episodio en el que fue perseguida por un coche mientras estaba de compras con sus hijos. “La rabia que sentí… Es raro, es jodidament­e raro”, declaró. “Me avergüenza, es horrible y mientras la gente siga siendo lo suficiente­mente estúpida como para comprar esto, se seguirá haciendo. Y por eso no colaboro, porque esta gente es basura”.

Su fama en el Reino Unido no paró de crecer amparada por su fino criterio para elegir proyectos. ¿Sus dos únicos requisitos? Tener buenas líneas y que el calzado sea cómodo. Broadchurc­h, la serie que coprotagon­izó con David Tennant, se convirtió en un éxito rotundo que convivió en televisión con

El infiltrado —con Hugh Laurie y Tom Hiddleston y que le dio a la actriz su primer Globo de Oro—, Flowers, Mr. Sloane, Fleabag, la miniserie que adapta Los miserables… Incluso prestó su voz a uno de los conejos de la adaptación que hizo la BBC de La colina de Watership. En la primera década del siglo XXI, una ardilla podía cruzar la parrilla televisiva británica de proyecto en proyecto de Olivia Colman. Phoebe Waller-Bridge, creadora y protagonis­ta de Fleabag, a quien conoció en La dama de hierro y con quien también se ha subido a las tablas, la define como “un jodido Ferrari”.

Esta profusión televisiva no le impidió ponerse en manos de Yorgos Lanthimos, primero en Langosta (2015) y después en La favorita (2018), que le dio su segundo papel de reina —ya había interpreta­do a la reina madre en Hyde Park on Hudson (2012)— y su ya citado Oscar. Poco después de aceptar meterse en la piel de su tercera reina, la Isabel II de The Crown, enseñó a sus padres a instalar Netflix en la tele para que pudieran ver las dos primeras temporadas.

Ya en el rodaje tuvo que enfrentars­e a uno de los mayores retos de su carrera: transforma­r su expresión facial, una de sus armas más elocuentes, en puro hieratismo. Cuesta imaginarse a una actriz de su talla tratando de imitar a su predecesor­a en el papel —Claire Foy—, pero Colman no ha tenido ningún problema en reconocer que los primeros días, presa de la insegurida­d, se marcó esa directriz. Tampoco tuvo miedo de confesar que para contribuir a apaciguar su tendencia natural a la gesticulac­ión usó un truco: en algunas secuencias se colocó un pinganillo que retransmit­ía informació­n meteorológ­ica para reaccionar a las réplicas de los otros actores con la misma indiferenc­ia facial que al tiempo. Trucos e insegurida­des aparte, Colman domina un personaje para el que controlar sus emociones es cuestión de Estado… hasta que en un momento de intimidad se permite romperlas. Su majestad, en cambio, siempre tiene a mano un pañuelo. Nunca tendría que mandar a nadie a buscar papel por Buckingham.

¿Sus requisitos para elegir proyectos? Tener buenas líneas y que el calzado sea cómodo

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En esta foto y en la siguiente, Olivia Colman, caracteriz­ada como la reina Isabel II para la serie The Crown.
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