Vanity Fair (Spain)

UNPASOALLA­DO “AMAR A UN IGUAL ES COSA DE HOMBRES Y MUJERES GRANDES”

- Silvia Cruz Lapeña es periodista y le gusta Emily Dickinson tanto como la Paquera. POR SILVIA CRUZ LAPEÑA

Clare no tenía tiempo. Como hija de madre soltera en el Nueva York pobre, partió en todo con desventaja y por eso aprendió a ahorrarlo. Querían que fuera actriz, pero ella optó por una ruta más complicada: en los años veinte aún había hueco en escenas y pantallas para una chica bonita, no tanto en la sala de los guionistas. Trabajó duro y se estrenó como autora en Broadway, fue firma estrella en Vogue y antes de cumplir los 30 era directora editorial de Vanity Fair.

Que se deja de ser pobre pero no mujer lo aprendió gracias a una decepción inesperada: cuando su marido, Luce, compró la revista Life

Henry y juntos la cambiaron hasta convertirl­a en un referente mundial, él se negó a darle un puesto porque su equipo no quería una mujer al mando. Si hubo gritos en el loft de lujo de las torres Waldorf donde vivían, no hay registro. De lo que sí hay constancia es de lo que hizo Clare: volver al teatro y montar The Women, obra que tuvo el primer reparto íntegramen­te femenino de Broadway. Para crearla, no aceptó ni un centavo de su esposo, sí de uno de sus examantes, el financiero Baruch.

Bernard

A las tablas, subió toda la sarta de cotilleos e insatisfac­ciones que conocía de esposas de hombres poderosos, carentes de calor, para quienes el colmo de la seducción era ligar con su secretaria. Esto escuchó el público de Nueva York nada más levantarse el telón: “Le dije a Howard: ‘¿Qué esperas que haga? ¿Quedarme en casa todo el día zurciendo tus calcetines? ¿Para qué pagamos al servicio?”. Los señores, dicen las crónicas, se incomodaro­n en sus butacas mientras sus señoras aplaudían con fervor. Y Clare reventó la taquilla con una pieza que convertirí­a George en película Cukor con de protagonis­ta. Joan Crawford

El mismo ímpetu puso para ser embajadora en Italia, siendo la primera estadounid­ense en lograr un cargo así. Y cuando le tocó renovarlo, volvió a dar un paso al lado al ver que su insistenci­a ponía en peligro —por la presión de sus rivales— la carrera política del presidente Eisenhower.

Dwight

Solo hubo un capítulo de su vida en el que la talentosa Boothe gastó su valioso tiempo: cuando su esposo quiso dejarla para casarse con la joven aristócrat­a y Clare

Jeanne Campbell intentó suicidarse en dos ocasiones. A pesar de sus logros —también fue congresist­a del Partido Republican­o—, muchos la recuerdan por ese episodio, que resolvió con un gesto que la describe: enviando un telegrama a la chica en el que le daba permiso para casarse con Henry. Eso nunca pasó, pero los esfuerzos que dedicó a retener a su pareja le pesaron siempre a Clare. “Amar a un igual es cosa de hombres y mujeres grandes”, le confesó, ya mayor, viuda y con tiempo, a la feminista

Steinem. La frase, casi sentencia, Gloria era un reproche: a Henry, pero también a sí misma.

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Periodista, congresist­a y embajadora.
CLARE BOOTHE LUCE Periodista, congresist­a y embajadora.

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