BAILE ORIENTAL
Era 1969 cuando
Amanda Lear acudió a una fiesta del barón de Redé.
El 5 de diciembre de 1969 se celebró en París Le Bal Oriental, una fiesta de disfraces inspirada en Las mil y una noches organizada por Alexis von Rosenberg, barón de Redé. Su hobby, como buen millonario excéntrico, era recibir en su mansión de la capital. En esa ocasión, el aristócrata congregó a 400 invitados. Entre ellos, la reina Margarita de Dinamarca, el banquero Guy de Rothschild, la condesa Jacqueline de Ribes, la actriz Brigitte Bardot… y el pintor Salvador Dalí. El genio de Figueras aprovechó los fastos para presentar ante la jet set internacional a su musa, la modelo
Lear, quien entonces tenía 30 Amanda años —hace un mes cumplió 80—. La joven entró en pánico cuando el artista le propuso que lo acompañase. Dalí la calmó a su modo: “Eres más hermosa y excepcional que todos esos imbéciles en su mejor domingo. Irás disfrazada de amapola”. Le hizo caso y ese día se vistió de rojo. Irreverente por naturaleza, le sugirió el toque definitivo para brillar por encima de las otras invitadas: “Sácate un pecho”.
De nuevo, Lear obedeció y liberó su seno izquierdo, aunque lo tapó con un pañuelo de transparencias. La entrada de la pareja fue grandiosa. Él lucía una peluca al estilo de Luis XIV y había incorporado a su performance habitual unos símbolos de la cábala. La escenografía de la fiesta fue espectacular. En la entrada, el barón de Redé instaló dos elefantes de tamaño natural en papel maché que soportaban un baldaquino dorado. Una corte de nubios con turbantes y torso desnudo dirigía a los invitados hasta el interior. A medida que fue pasando la noche, Amanda dejó de estar nerviosa. “Todos iban borrachos. Eran una panda de hippies ricos. Dalí estaba molesto por no ser el centro de atención. Yo, por haberla llamado solo por mi pecho”, recordó ella en sus memorias Mon Dalí. Han tenido que pasar 50 años para que la historia hiciera justicia a Le Bal Oriental. Aquella fiesta ahora es considerada una de las más legendarias del siglo XX; Lear y Dalí, los asistentes más inolvidables de la velada.