Vanity Fair (Spain)

TERUEL RESISTE

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Hablamos con Tomás Guitarte, el hombre que tuvo la clave de la formación de

Gobierno de España. En Teruel, claro.

Durante tres días de enero Teruel pasó de no existir a convertirs­e en la capital de España. Uno de sus ciudadanos, Tomás Guitarte, convertido en diputado forzoso, tenía el voto definitivo. DAVID LÓPEZ CANALES recoge el relato de quien definió el futuro del país. Una historia llena de presiones, amenazas y fake news.

een Cutanda, pueblo con evocador nombre de realismo mágico, apenas queda un muro en pie de su castillo. Un símbolo de la batalla que en 1120 ganó el rey Alfonso I de Aragón, el Batallador, contra el ejército almorávide para frenar su expansión peninsular. En Cutanda, a mitad de camino entre Teruel y Zaragoza, apenas viven durante el año una veintena de vecinos, aunque la cifra se dispara hasta el millar cuando llegan las vacaciones. Hombres y mujeres que han empezado ya, cada sábado, a convertirs­e en moros y cristianos para ensayar la recreación de esta contienda hoy casi olvidada y que en junio, 900º aniversari­o de la misma, esperan que trascienda las fronteras de la pedanía y de la provincia.

En Cutanda, el pasado 3 de enero, Pili cerró el bar El Encuentro, el único del pueblo, a las 11 de la noche, tras otra jornada con más horas muertas que vivas. Al día siguiente, cuando acudía a abrir, vio las pintadas. En la casa consistori­al aparecía escrito “Guitarte traidor” y la firma DNJ, las siglas del movimiento de extrema derecha Democracia Nacional Joven. Esa mañana los vecinos compartier­on por WhatsApp las fotos de esa y otras dos —“Teruel Existe, fraude” y “Guitarte traidor separatist­a”— hechas en la entrada de Cutanda y en uno de los muros del cementerio del vecino pueblo de Navarrete.

Ese 4 de enero, pasada la una de la tarde, Tomás Guitarte (Cutanda, 1961) estaba sentado en su escaño en el Congreso, durante la primera investidur­a de Pedro Sánchez, cuando su hija le reenvió el mensaje. Hasta Cutanda, donde no llega la cobertura para los móviles del Congreso, había viajado alguien para hacer aquello. Un escalofrío recorrió su espalda. A lo largo de toda la mañana llevaba recibiendo mensajes con presiones y amenazas. Pero aquella pintada iba más allá; era más física que los mensajes. “Sabía que eso no lo había hecho nadie del pueblo. Eso significab­a que había gente capaz de desplazars­e desde Zaragoza 100 kilómetros para ir a hacer una pintada”, recuerda Guitarte hoy. Aquella amenaza abría otra dimensión.

tomás Guitarte acaba de llegar al Congreso, como dice, “más por obligación que por vocación”. Él no es un político, sino un ciudadano, arquitecto de profesión, metido en política. Y llegar hasta las Cortes, en Madrid, supone un viaje que ha durado 20 años. Los que tardaron los habitantes de Teruel, una de las provincias a las que más afecta hoy la despoblaci­ón y uno de los mejores ejemplos de lo que se conoce ya como España vaciada, en hartarse de promesas políticas y desilusion­es. En Teruel eran 250.000 personas en los años cincuenta. Hoy son 135.000. Y bajando. Es la realidad de una España casi olvidada en la que tres de cada cinco municipios están en riesgo de desaparece­r.

Los miembros de Teruel Existe llegaron al Congreso casi por accidente. El suyo no es un movimiento político, sino ciudadano, para presionar a los políticos. Pero tras dos décadas desde su fundación, a finales de verano decidieron dar el paso de presentars­e a la repetición de las elecciones. Se constituye­ron entonces como agrupación de electores, reunieron las firmas necesarias y lo hicieron. El 10 de noviembre vino la sorpresa. O no tanta. Ciudadanos había logrado seis meses antes romper el bipartidis­mo histórico entre PP y PSOE en Teruel y hacerse con un diputado. Pero el hundimient­o del partido en todo el país también se produjo allí. Y Teruel Existe, con 19.696, se convirtió en la fuerza más votada. También en la formación que menos votos había necesitado en toda España para conseguir un escaño. Y en el primer movimiento social que entraba en el Congreso.

El 3 de enero, mientras en Cutanda Pili sirve café a sus vecinos, en Madrid, Teruel Existe firma un acuerdo con el PSOE. A cambio de su voto para la investidur­a, Teruel consigue el compromiso de inversione­s que llevan décadas reclamando y nunca se hicieron pese a las promesas. Básicament­e, infraestru­cturas para romper el aislamient­o en la única provincia que no tiene tren ni autovía desde Madrid, desarrollo de las telecomuni­caciones para romper también el vacío que produce la carencia de Internet, cobertura de teléfono en muchas zonas y una nueva planificac­ión de las subvencion­es agrarias de la Unión Europea.

Aquella tarde algo empezó a cambiar. Teruel Existe y su diputado comienzan a recibir críticas por el acuerdo. En Twitter se inicia una campaña con la etiqueta #boicotTeru­el contra la provincia y sus productos que es tendencia pero que, durante los días siguientes, efecto negativo y positivo de las redes, se transforma como respuesta en un #YoVoyaTeru­el con mayor repercusió­n y apoyo. Y aún está por estallar la tormenta final… La víspera, el Partido Regionalis­ta de Cantabria ha confirmado que no votará a favor. Y ese mismo día 3, la diputada Ana Oramas, de Coalición Canaria, anuncia que lo hará en contra. Para que Sánchez sea elegido necesita tener más votos a favor que en contra. Haciendo números, 167 síes frente a 165 noes, descontand­o las abstencion­es. Esa tarde el voto de Teruel Existe, el voto de Tomás Guitarte, el apoyo de la provincia olvidada, se convierte en el decisivo.

Las 72 horas que vivió Guitarte, desde que su hija le envió aquel mensaje hasta que el día 7 Sánchez fue elegido, son el relato de una tormenta perfecta. Tomás, el ciudadano cuya

familia emigró a Valencia siendo él niño pero que, desde hace más de dos décadas, está involucrad­o con su provincia natal, se convertía en el voto decisivo que permitía la tan ajustada como complicada coalición entre PSOE y Podemos.

Guitarte es un hombre afable y muy tranquilo, de sonrisa perenne pese al cansancio. Dice que las ojeras son las primeras consecuenc­ias de su salto a la política. Pero añade, mientras se palpa la barriga, que espera que la siguiente sea una pérdida de peso. El hoy diputado sigue pensando que todo sucedió porque había un sector de la sociedad al que “en el fondo lo que le jodía no era el independen­tismo catalán, que era una excusa, sino que Podemos llegase al poder. Me decían que pasase a la historia y me convirties­e en un héroe impidiendo el gobierno social-comunista. ¿De verdad? ¿Comunistas hoy? ¡Si no quedan ya ni en Rusia!”. Guitarte asegura que solo hicieron lo que prometiero­n; votar a quien tuviera opciones de gobernar porque lo que querían, sobre todo, era que se formase Gobierno para recuperar el prestigio institucio­nal y porque sin Gobierno nadie iba a aprobar ninguna medida para contrarres­tar la desaparici­ón de su España vaciada. “¡Y la clave es que parece que apoyar al gobierno era una decisión mía. Pero fue de todo el movimiento!”, exclama.

la realidad es que Tomás Guitarte se convirtió en el punto de mira de todo un país. Aquella mañana del 4 de enero, en el Congreso, su teléfono no dejaba de pitar. El colectivo conservado­r Hazte Oír, el mismo que había liderado ya protestas en el pasado contra el matrimonio homosexual o la laicidad del Estado, inicia una recogida de firmas en su web. “Era un caso de emergencia nacional. Y lo hicimos solo con Teruel Existe porque entendemos que ese movimiento no debería tener una ideología particular. Vimos una oportunida­d de que su diputado pudiera cambiar su voto y no contribuir a romper España”, explica hoy Ignacio Arsuaga, presidente de la organizaci­ón. “Solo un hombre puede frenar a Pedro Sánchez”, decía el enunciado de la campaña. Solo su voto podía “salvar España”.

Guitarte empieza a recibir un aluvión de correos de la campaña. Pero también amenazas directas. Y llamadas

de teléfono. Las primeras las coge. Cuando descuelga, alguien chilla “traidor” o “cabrón”. Deja de contestar. Los mensajes por WhatsApp no cesan. Los más amenazante­s —“Vas a romper España y vas a morir” o “Cuando vayas por la calle, no sabrás si vamos detrás de ti”— son eliminados pocos minutos después de haberse enviado. Si en ese tiempo no aparecen como vistos, vuelven a enviarse y borrarse. Así una vez, dos, tres… hasta que los lea.

Ese mismo día, en la sesión de investidur­a, Santiago Abascal, líder de Vox, señala directamen­te a Guitarte desde el estrado. “Ninguna migaja, ningún mendrugo y ningún festín que les prometan justifica una traición a España”, le espeta. Y en los recesos, cuando Guitarte sale al patio del Congreso, observa al otro lado de la puerta manifestan­tes que portan pancartas con su nombre: “Guitarte, no vendas España”.

Guitarte cuenta que no se asustó ni por los mensajes ni por el acoso de la derecha más extrema, tanto política como social, pero que le inquietaba ver que la tormenta estaba llegando a la calle. Y entonces empezó a pensar, por primera vez, en lo que podría pasar si un “loquillo”, solo un “loquillo”, como lo define, quisiera convertirs­e en un héroe salvapatri­as, espoleado por esos discursos, yendo a por él…

een el PSOE definen a Guitarte como una “persona íntegra” y nunca dudaron de que fuera “a caer”. Pero aquel mismo día Guitarte empieza a recibir llamadas y mensajes de algunos diputados del partido. Son mensajes de ánimo y apoyo frente al acoso, pero el turolense sabe que tratan de averiguar si está “flaqueando”. Aquella noche un periodista del Congreso lo llama para preguntarl­e si se plantea cambiar el voto. Como le revela, varios diputados del PP están haciendo correr el rumor de que así es. Guitarte vuelve a dejar claro que no. Pero no importa.

El día 5 de enero la avalancha continúa. Guitarte, como le han recomendad­o, no lee los mensajes para evitar el impacto psicológic­o. El Congreso decide ponerle protección. Desde esa tarde, tras la primera sesión fallida de investidur­a, dos agentes lo acompañan en todo momento. Pero la sensación de ir protegido, como se percata, hace más real la amenaza. De ahí que esa noche, que tiene previsto viajar a Teruel, Guitarte toma una decisión: desaparece­r. Y desapareci­ó.

Se refugia en Valencia, en casa de unos amigos. No saldrá hasta la mañana del día 7, cuando coge el tren para regresar a Madrid a la segunda sesión de investidur­a. Mientras tanto continúan los mensajes y las amenazas. Pero en Teruel no pasa nada. La tormenta de las redes, del Congreso y los mensajes no moja las calles de la ciudad. Como lo explica Guitarte: “Teruel Existe es la fuerza mayoritari­a en la ciudad. Pero incluso quienes no son votantes tampoco responden a esas presiones. Esa crispación de los medios y las redes no es real. Aquí los de Vox toman cañas con los de Teruel Existe”.

todavía falta el día 6. Si en 48 horas Guitarte se había hecho un máster apresurado de política extrema, aún le queda el doctorado de las noticias falsas. “Teruel Existe tenía un precio: el PSOE regó con 426.000 euros al diputado clave para investir a Sánchez” y “Teruel Existe: medio millón de euros por un sí” son algunos de los titulares con los que arrancan los periódicos más conservado­res. Según cuentan, al estudio de arquitectu­ra del diputado le habrían dado lucrativos negocios desde el Gobierno en Valencia a cambio de su voto. No importa que los contratos sean concursos ganados legalmente ni que eso sucediese dos años antes de las elecciones.

Lo que más le dolió a Guitarte fue lo que nadie vio. La decena de llamadas que recibe el 6, mientras está oculto por precaución, tratando de convencerl­o de que cambie su voto. Son llamadas de personas de confianza del ámbito profesiona­l y empresaria­l a quienes respeta. “Como me decían, me llamaban porque les habían dicho que lo hiciesen. Asusta mucho ver a qué nivel de acceso a tus contactos e influencia­s pueden llegar desde algunos sectores…”, relata. Cuando finalmente vota, al día siguiente, a favor de Pedro Sánchez, no termina todo. Guitarte continuó recibiendo llamadas y mensajes. Solo cambia el tiempo verbal. Los insultos se mantienen. Guitarte fue el voto 167. El decisivo. O no. Como dice él, como insiste, el suyo fue uno más a favor, como los otros 166. Pero a ninguno de los otros se les presionó, acosó y amenazó como a él.

Guitarte está hoy tan esperanzad­o como resignado. Resignado porque dice que el daño que se le ha hecho lo va a perseguir siempre, sobre todo para volver a trabajar como arquitecto. Y porque cree que tras la tempestad ya no habrá calma. “Nos hemos convertido en la cabeza a conseguir e irán a por nosotros siempre que puedan. Más aún si en algún momento nuestro voto vuelve a ser decisivo”, explica. Y esperanzad­o de que la tormenta, al menos, se traduzca en que el Gobierno cumpla, como ellos, su parte del acuerdo y resucite la provincia. Y también de que su ejemplo, el de Teruel, puedan seguirlo otros en el futuro. Que los vaciados, física o políticame­nte, puedan convertirs­e en una fuerza con influencia en el Congreso. “Ven esa opción por el reequilibr­io territoria­l y un movimiento ciudadano al margen de ideologías y temen que cuaje como algo global”, analiza. “Por eso nosotros significam­os más y nos atacan más”. Si eso sucede, se seguirán defendiend­o. Si Teruel no existía, ahora lo ha hecho, y de qué manera. Incluso Cutanda, donde Tomás, el hombre tranquilo, se vestirá de cristiano para recrear su histórica batalla. Porque quién sabe, quizá, ya conocen eso de que la historia se repite…

“ASUSTA MUCHO VER A QUÉ NIVEL DE ACCESO A TUS CONTACTOS PUEDEN LLEGAR ALGUNOS SECTORES”

Tomás Guitarte

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A la dcha., central abandonada de Aliaga (Teruel) .En la otra pág., Sánchez saluda a Guitarte, ante la mirada de Carmen Calvo.
PLENO DE INVESTIDUR­A A la dcha., central abandonada de Aliaga (Teruel) .En la otra pág., Sánchez saluda a Guitarte, ante la mirada de Carmen Calvo.
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Guitarte posa en la icónica escalinata de la ciudad, obra del ingeniero turolense José Torán de la Rad, construida en los años veinte.
TERUEL CAPITAL Guitarte posa en la icónica escalinata de la ciudad, obra del ingeniero turolense José Torán de la Rad, construida en los años veinte.

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