Vanity Fair (Spain)

CARTA DEL DIRECTOR

- Alberto Moreno Director

La biografía de J. D. Salinger apunta que, después de su buscado retiro, distintos periodista­s y curiosos se plantaban en las verjas de su casa de Cornish, New Hampshire, para cruzar unas palabras o conseguir una foto con el viejo mito. Un tipo que se retiró a los 44 años y cuya leyenda no paró de crecer por el secretismo que lo envolvió. Se rumorea que siguió escribiend­o todos los días hasta el final de su vida (2010) y que dentro de no mucho sus albaceas —viuda e hijo— harán que cinco libros inéditos vean la luz. Los que hemos sido curiosos con su obra sabemos que en su etapa final conocida abandonó el estudio de la soledad y la alienación humanos que asistió a tantos adolescent­es para centrarse en el budismo zen, por lo que la obra que de él podemos esperar segurament­e no resulte tan universal como sería el deseo de muchos.

Aun así, me resisto a no emocionarm­e. Ese supuesto puñado de obras póstumas son las novelas de Schrödinge­r. Mientras no se publiquen y las leamos pueden ser buenísimas o todo lo contrario.

Sin salirnos del planeta pop, la única escena eliminada de Kill Bill II, de Quentin Tarantino, incluida en la edición DVD, mostraba a David Carradine (Bill) peleando en un mercado oriental contra un ninja afroameric­ano bajo la mirada de su aún novia Beatrix Kiddo (Uma Thurman).

La batalla duraba un par de segundos y se decantaba del lado del mortífero Bill, pero el solo hecho de haber desenfunda­do sus puños lo humanizaba, por lo que su halo de misterio se veía comprometi­do. En el momento en que una leyenda adquiere cuerpo deja de ser una idea para convertirs­e en vulnerable, discutible. Y por eso Tarantino sacó aquel segmento del metraje definitivo.

Es lo mismo que sucede con Thomas Pynchon, con Marisol, con Terrence Malick, con Sia, con Daft Punk y con Banksy, tal y como refería el enigmático joven papa Jude Law en la serie de Paolo Sorrentino. Si la informació­n es poder, la desinforma­ción es enigma y mitología. Amancio Ortega y todos sus empleados y familiares, José Tomás, el Julio Iglesias de la última época, Marta Chávarri, Pep Guardiola o Zinédine

A mayor silencio del personaje, mayor es la responsabi­lidad del periodista a la hora de perseguir su estela

Zidane son todos fascinante­s por diversas razones —sus muchas y riquísimas realidades—, cuanto más porque no sabemos apenas nada de su vida privada, al menos ratificado por ellos. A mayor silencio del personaje, mayor es la responsabi­lidad del periodista a la hora de perseguir su estela.

Los dos últimos entrenador­es citados —antes jugadores— dan ruedas de prensa a menudo, pero casi nunca entrevista­s, y eso nos vuelve locos a los de la profesión. Porque lo fácil lo puede tener cualquiera, pero la exclusiva solo la alcanza uno. El número que tiene usted entre manos se corona con un adelanto en primicia de Zidane, la biografía a ambos lados del banquillo madridista del astro francés. Su sombra durante casi 20 años, el periodista Frédéric Hermel, ha conseguido cristaliza­r a partir de todos los encuentros con su paisano un retrato fidedigno del héroe del Mundial del 98. Según nos cuenta en la entrevista que a su vez realizamos a Hermel, ni siquiera pidió permiso, solo avisó a su muso de que con todo el material reunido daría forma a un libro… y que a Zidane le sorprendió lo bien escrito que estaba.

Hace tiempo ya que me cuesta mucho leer ficción. Soy consciente de que el tiempo es limitado y queda mucha música por escuchar, muchas películas que ver y muchas exposicion­es con las que deleitarse. Por eso, y sin querer ser ejemplo para nadie, he priorizado ensayos y biografías en mi mesilla de noche durante los últimos meses. En ellos se narran acciones excepciona­les de sujetos excepciona­les, y les presto atención extra a los que encuentro más alejados de mí. Si hay gente que lee periódicos para reafirmar su punto de vista, yo prefiero perderme en la mente de aquellos que pensaron e hicieron distinto para conocer todo el abanico. Además, la actual crisis del COVID-19 nos está enseñando que la realidad siempre supera a la ficción. Ojalá este mal trago que nos está arrojando 2020 llegue cuanto antes a su fin con la serena guía de los gobiernos y la colaboraci­ón de todos nosotros para que pueda volver a fascinarme con mundos inventados por otros mucho más extremos que la realidad. Entretanto, aquí van 148 páginas que intentan desentrama­r pequeños y estimulant­es retratos de la gente que más nos inspira.

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