HASTA que el CUERPO AGUANTE
CENTRADO DESDE HACE AÑOS EN SU FACETA DE COREÓGRAFO, AKRAM KHAN VISITA NUESTRO PAÍS CON UN MONTAJE QUE REIVINDICA A LOS BAILARINES MAYORES.
Hace tres años, el bailarín y coreógrafo británico de ascendencia bangladesí Akram Khan anunció que se retiraba de los escenarios con un último solo de danza, Xenos, aún en gira internacional. Un broche final a una personalísima carrera de más de dos décadas como solista con la que ha abierto la danza a nuevos públicos y forjado un lenguaje propio que combina el estilo contemporáneo, el kathak —danza tradicional del norte de India— y el folclore oriental. Desde que fuera descubierto a los 14 años por
en su mítico Mahabharata, Khan se ha convertido Peter Brook en una figura imprescindible para entender la escena contemporánea. Lo demuestran los diferentes proyectos interdisciplinares de los que ha formado parte: ha protagonizado varias instalaciones de Kapoor, ha fraguado
Anish alianzas artísticas con la actriz
Juliette Binoche, el compositor Reich, los bailarines
Steve Galván, o
Israel Sylvie Guillem Tamara
Rojo, entre otros, y como coreógrafo ha coqueteado con el pop de la mano de —para
Kylie Minogue su Showgirl: Homecoming Tour—,
Florence + The Machine o Boyle, con este último para los Juegos Olímpicos Danny de Londres 2012.
Pero a sus 45 años, Khan dice haber despertado a una nueva forma de danza que consiste en “bailar mis ideas a través de los cuerpos de otros”. Y eso incluye bailarines como Petit, de 69 años, uno de los
Dominique seis protagonistas de Outwitting The Devil, que la Akram Khan Company lleva hasta el Teatro Arriaga de Bilbao los próximos 3 y 4 de abril. Inspirándose en la epopeya babilónica de Gilgamesh —considerada la primera obra literaria de la historia—, Khan evoca rituales ancestrales y los confronta con nuestro paisaje actual, un planeta a punto de colapsar por el cambio climático. Una reflexión sobre el recuerdo y la memoria que cuenta con algunos de sus colaboradores cercanos: el dramaturgo
Little, el compositor
Ruth Vincenzo Lamagna y el diseñador Scutt.
Tom