CUARENTENA REAL
Con los monarcas más mayores aislados, herederos como Guillermo de Inglaterra, Victoria de Suecia o Federico de Dinamarca han ejercido de reyes de forma simbólica.
Con los reyes confinados, los herederos asumen el mando (de forma provisional).
La Inglaterra, de 93 años, y reina Isabel de su marido, el Edimburgo, de 98, duque de están recluidos en el castillo de Windsor. El rey Noruega, de 83 años, y la Harald reina Sonia, de 82, se aíslan en sus aposentos de palacio a las afueras de Oslo. Carlos Gustavo Suecia, de 73 años, y su esposa Silvia, de 76, se protegen de en el castillo de Stenhammar, a más de 100 kilómetros de Estocolmo. La
reina Margarita de celebró su 80º cumpleaños confinada, Dinamarca en el palacio de Fredensborg, a 40 kilómetros de Copenhague… Si algo ha puesto en evidencia la alerta por la pandemia del coronavirus no ha sido solo que en las casas reales europeas sus inquilinos se saltaron las recomendaciones de no viajar a segundas residencias, sino que en todas se avecinan cambios. De hecho, además de la reacción repetida en casi todos los palacios de Europa, donde los monarcas transmitieron mensajes televisados a la nación o realizaron visitas a los hospitales, las primeras semanas de la crisis sanitaria permitieron ensayar el próximo relevo en los tronos. El mejor ejemplo fue el príncipe
Guillermo Inglaterra. Con su abuela, la reina, aislada de en Windsor —desde donde el pasado domingo 5 de abril ofreció un discurso histórico “ante un desafío distinto”— y con su padre, primero en la línea de sucesión al trono, en el castillo de Balmoral —donde pasó la enfermedad y la cuarentena tras haberse contagiado—, el joven se convirtió durante las primeras semanas de la crisis en el único representante en activo de la Corona. Guillermo ejerció así como rey de Inglaterra, aunque fuese de forma simbólica, visitando el centro nacional de emergencias, dirigiéndose a los ingleses a través de las redes sociales con un breve discurso —“Cuando y donde la adversidad golpee, el pueblo británico tiene la habilidad única de estar juntos”— e incluso mostrando a sus hijos, George, y Louis, aplaudiendo a los profesionales Charlotte sanitarios. Todas ellas, escenas con las que muchos ingleses confirmaron que Guillermo es el próximo rey que necesitan, en un país en el que la mitad de la población, según una encuesta del periódico The Independent, prefiere que el abdique príncipe Carlos en su primogénito cuando fallezca la reina Isabel II.
La escena, sin embargo, no sucedió solo en Inglaterra. Salvo en Mónaco, donde el se convirtió príncipe Alberto en el primer jefe de Estado que dio positivo, también se repitió en Suecia y en Dinamarca. La futura reina Victoria visitó los centros de investigación y gestión de emergencias en Estocolmo como única representante de la casa real en la primera línea. Como hizo
Federico de Dinamarca, quien viajó con su esposa y sus cuatro hijos de manera urgente a Copenhague desde Suiza, donde iban a pasar un trimestre, y con posado de la familia a las puertas de palacio para confirmarlo.
También en ambos casos, como en Inglaterra con los duques de Cambridge, y en el resto de casas reales, las escenografías se repitieron en palacio. A los discursos televisados iniciados por el rey Harald en Noruega siguieron las visitas a centros de salud —como la de VI, mascarilla y guantes
Felipe incluidos, al hospital de campaña del recinto ferial de Madrid— y las imágenes de todos trabajando en sus despachos. Reuniones por Skype, como la que mostraba en la Zarzuela a los reyes juntos hablando con empresarios tras los 15 días de cuarentena de doña Letizia, trabajo frente al escritorio y aislamiento, para dar ejemplo, entre los muros de palacio. Al menos, eso sí, buen ejercicio de marketing y relaciones públicas, todo hecho con planos cortos y cerrados. A fin de cuentas, cumplir el confinamiento en un palacio no es igual que hacerlo en un apartamento.
Las primeras semanas de la crisis sanitaria permitieron ensayar el próximo relevo en los tronos