TODO A CIEN
Si Carlos Souza dice que Amal i es el lugar más bonito del mundo, créaselo. El embajador internacional de Valentino —quien lo descubrió cuando tenía 18 años, “bailando samba”— dedica su nuevo libro a la costa que conquistó a Wagner, a Gore Vidal… y a él m
El mayor coleccionista del mundo de Picasso, David Nadham, tiene 73 años, es uno de los grandes expertos del mundo del arte de vanguardia, vive entre Mónaco y Nueva York, fue campeón mundial de backgammon en 1996 y nunca conoció a Picasso. Tampoco Olivier Widmaier-Picasso, de 58 años, conoció a su abuelo. Pero eso no impidió al hijo de Maya Widmaier-Picasso escribir biografías y producir documentales sobre el pintor malagueño, con los recuerdos y testimonios de su madre y de su abuela, Marie-Thérèse Walter. Estos dos admiradores del artista han unido sus fuerzas para poner en marcha la iniciativa “Un Picasso por 100 euros”: una rifa en la que se subasta el cuadro Nature morte, propiedad de Nadham, y para la cual se pueden comprar papeletas a 100 euros. En tiempos de coronavirus esta rifa —cuya recaudación se destinará a la ONG CARE, que se ocupa de buscar agua limpia en países africanos— ha quedado pospuesta.
Cuando se conocieron en la entrada de Galeries Lafayette, Marie-Thérèse tenía 17 años y Picasso casi 50. Pronto entablaron una relación apasionada. Él le puso un piso no lejos de su estudio y le compró el castillo de Boisgeloup. Allí pasaron años viviendo una pasión desenfrenada, y de sus caballerizas —convertidas en estudio— salieron las esculturas más sensuales y las pinturas más sugerentes con su amante de protagonista —10 de las piezas más caras del pintor pertenecen a esa época—. De aquella relación nació Maya, madre de Olivier: “¡La más española de la familia!”.
El pasado 29 de febrero nos recibía, Carlos Souza cóctel en mano, en la boutique de en París. Valentino Apenas unos días después, el embajador internacional de la casa viajaba a Roma, donde vive parte del año, por la crisis del COVID-19. Y desde la capital italiana, impresionado por las noticias, por las imágenes de sus calles vacías, atiende nuestra llamada telefónica. “Es todo una locura, especialmente en Italia. Yo estoy bien, y espero verte en la costa este verano”, dice sobre la protagonista de su libro: Amalfi Coast (Assouline).
—¿Cómo viajar allí sin salir de casa?
—Prepárate un negroni. Pon música italiana de la década de los sesenta: Mina, Celentano. Sal al balcón. Por ahora, Adriano es todo lo que podemos hacer.
Viajero impenitente, Souza cree que Amalfi es “el lugar más bonito del mundo”. No es el único en opinar así. Antes que él lo hicieron el músico Richard Wagner, el escritor o el D. H. Lawrence bailarín Nureyev, cuya villa visitaba Rudolf Souza con frecuencia en los años setenta. O el escritor estadounidense Vidal, a quien Gore Christopher Hitchens llamaba el Papa de Ravello y que se instaló definitivamente en este pueblo de la zona en 1972; el cineasta italiano
Roberto Rossellini, que rodó allí cuatro películas entre 1946 y 1954 con su entonces pareja, Magnani. Vivían en el hotel Luna Ana Convento, donde la actriz le tiró un plato de espagueti encima cuando se enteró de que había recibido un telegrama de Ingrid Bergman. Tenía motivos para ello, ya que el cineasta y la intérprete sueca acabarían juntos. Todas estas anécdotas y las instantáneas de Souza —que trabajó como fotógrafo para la revista Interview de Warhol—, entre otros, ilustran las Andy páginas del libro.
Por lo que a él respecta descubrió esta tierra de “locos, embriagados por el sol” (Rosellini) hace relativamente poco. “Mi historia de amor con Amalfi es extraña. Vivo en Italia desde hace 40 años, pero
“En Amal i subes 300 escalones para ir a cualquier sitio, acabas con un ‘derrière’ increíble”
solo iba a Capri y desde ahí visitaba Positano y Amalfi. Pasaba el día, pero nunca me quedaba. Hasta que Giambattista me invitó a pasar unos días y todo Valli cambió. Cuando hueles los limones, los geranios… el sol. El paisaje es precioso; la comida, fantástica; los vinos, muy buenos. Los alimentos proceden de granjas orgánicas y saben de forma especial. Un tomate de Amalfi sabe como ningún otro tomate del mundo”, dice este apasionado de la cocina que comparte sus recetas en su cuenta de Instagram, ante sus más de 90.000 seguidores. “Estos días estoy cocinando mucho. Pasta italiana y tortilla de patata —lo dice en español—. Cuando no estoy en Italia, hago mucho rigatoni pomodoro basilico; y en casa, pesto. Me encanta, es muy fácil de hacer”. De hecho, en 2016 las ventas de esta salsa aumentaron un 10% gracias a uno de sus posts. “Declaro oficialmente la pasta al pesto como mi favorita. Adiós, Portofino, Liguria & Pesto”, decía. Este es su consejo para mantener la forma sin renunciar a su pasión culinaria: “Hay que comer poca cantidad y hacer ejercicio. En Amalfi, por ejemplo, tienes que subir 300 escalones para ir a a cualquier sitio, así que después de unas vacaciones allí acabas con un derrière increíble. A very good boom boom”.
Los días en la costa amalfitana arrancan con “un café en alguno de sus hermosos locales”, me dice Souza. “Después, vamos en barco a almorzar. Vemos la puesta de sol y al final del día volvemos a casa a cenar”. El yate suele ser el de Valentino, y la tripulación, además de Souza y Giammetti, la Giancarlo forman Herzigova, Abascal, Eva Naty Nadal…
Rosario
—¿Hay algo prohibido a bordo? —No. El TM Blue es un barco muy civilizado, pero todos somos muy libres en él. Solemos navegar a Baleares. Tengo varios amigos españoles, me encanta el flamenco. He estado a punto de ir a la romería de El Rocío, por cierto.
—Dedíquele un libro.
—Se han escrito muchos ya, pero ¿por qué no? ¡Amo España! Por lo pronto, ¡nos vemos en Amalfi!