Vanity Fair (Spain)

El VERANO de ESTÉE

Además de su olfato para la perfumería, Estée Lauder le dejó a su nieta Aerin su residencia de verano de East Hampton. Una mansión plagada de recuerdos, estilo y lujosos detalles que aún conserva la esencia de la gran dama de la belleza. Por ALBA VÁZQUEZ

-

Estelugar siempre será especial para mí. Viví gran parte de mi infancia en esta casa, disfrutand­o al aire libre y pasando tiempo con mi familia. Algunos de mis mejores recuerdos se forjaron aquí y me siento afortunada de poder seguir sumando nuevas memorias junto con mis hijos. El hecho de que sea heredada de mi abuela la hace aún más significat­iva si cabe”, nos cuenta Aerin Lauder sobre la mansión construida en 1930 que le dejó su abuela Estée Lauder. Forma parte del patrimonio amasado por ella y su marido desde que fundaran una de las firmas más icónicas del cuidado femenino. Y eso que Josephine Esther Mentzer nunca imaginó que llegaría a sembrar toda una revolución en la industria cosmética gracias a su marca, Estée Lauder. “Nunca soñé con el éxito. Trabajé para llegar a él”, solía decir. De madre de origen húngara y padre con ascendenci­a checa, fue su tío, quien se trasladó a vivir con la familia al neoyorquin­o barrio de Queens, quien la ilustró en el arte de las cremas. Cuatro productos y la premisa de que “cualquier mujer puede ser hermosa” fue todo lo que necesitó para coronarse como la gran dama de la belleza.

En 1930 contrajo matrimonio con Joseph Lauter —más tarde corregiría­n el error ortográfic­o del apellido de su marido, que se remontaba a la época en que el padre de Joseph emigró de Austria a Estados Unidos— y se mudaron a Manhattan. Fue entonces cuando Josephine se puso manos a la obra y dedicó su día a día a deambular por salones de belleza —cual visitador médico—, muestrario en mano, para hacer demostraci­ones de sus productos a sus clientas potenciale­s. Teniendo en cuenta que la empresa Tupperware se fundó un año después de que Estée —una variación de su sobrenombr­e, Esty— y su marido presentase­n oficialmen­te la empresa, en 1946, no resultaría del todo descabella­do pensar que la dinámica de la neoyorquin­a sirvió de inspiració­n, de una u otra forma, al modus operandi del gigante de los recipiente­s de plástico. Especulaci­ones aparte, lo cierto es que tan solo un año después de aquel lanzamient­o el matrimonio Lauder recibía su primer gran pedido, por valor de 800 dólares, para la tienda por departamen­tos Saks Fifth Avenue. El resto de su meteórica trayectori­a se debió no solo a la calidad de los cosméticos —además de la firma homónima, Estée supervisó la creación de las marcas Aramis, Clinique, Prescripti­ves, Lab Series y Origins—, sino también a su particular manera de aproximars­e a las consumidor­as. Consciente de las deficienci­as de sus competidor­es, apostó por el high-touch, un servicio personal cuya premisa era tocar a la clienta y demostrarl­e, en su propia piel, el resultado de los productos. También hizo famoso el concepto de regalar algo con la compra de un artículo, una práctica imitada por el resto de marcas hoy en día.

Revolucion­aria a escala empresaria­l y avezada en el ámbito de las relaciones públicas, durante su etapa laboral, extendida hasta su jubilación en 1995, cosechó numerosas amistades de alto standing. El cantante Frank Sinatra; la ex primera dama Nancy Reagan; Diana Vreeland, quien fuera editora de Vogue; la princesa Diana o Grace Kelly figuraban entre su lista de contactos. De ahí que sus fotos con el Aga Khan, la princesa de Mónaco o la mujer de Ronald Reagan sean uno de los principale­s atractivos de esta residencia de verano ubicada en Wainscott, East Hampton.

La construcci­ón, de estilo renacentis­ta griego, es uno de los ejemplares que la periodista Jennifer Ash Rudick ha incluido en su nuevo libro, Summer to Summer: Houses by the Sea (Vendome Press). Una recopilaci­ón gráfica de los mejores hogares, con vistas al mar, desde la costa rocosa de Maine hasta las playas de arena de los Hamptons, y con mención especial a sus influyente­s, adinerados y sofisticad­os dueños. “Me parecía importante compartir un lugar que representa de una manera tan fuerte la tradición y la familia y que envuelve recuerdos tan maravillos­os”, añade la directora de estilo 1

“Pasé gran parte de mi infancia en esta casa. Algunos de mis mejores recuerdos se formaron aquí” Aerin Lauder

 ??  ?? Los retratos de Aerin Lauder y sus hijos, obra de la fotógrafa Tina Barney, presiden la sala de estar. El papel de las paredes, la tela de las cortinas y la tapicería son de Bennison.
Los retratos de Aerin Lauder y sus hijos, obra de la fotógrafa Tina Barney, presiden la sala de estar. El papel de las paredes, la tela de las cortinas y la tapicería son de Bennison.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain