EL MÚSICO ENIGMA
Aunque su nombre no le suene demasiado, Luis Gómez-Escolar es autor de los mayores éxitos en español de las últimas décadas, desde ‘Agapimú’, de Ana Belén, hasta ‘Bailar pegados’, de Sergio Dalma. Él, sin embargo, solo quiere pasar desapercibido.
Descubrimos a Luis Gómez-Escolar, el compositor detrás de
Agapimú —y muchos grandes éxitos—.
“Me considero un sastre que ha hecho trajes a medida de los cantantes. No me gusta igurar”
Hay un hombre en España que lo hizo todo. La canción del grupo Astrud debe de ser uno de los pocos hits nacionales que no han salido de la pluma de Luis GómezEscolar (León, 1949) y, sin embargo, parece inspirada en nuestro protagonista. Iba para psicólogo, pero acabó escribiendo las letras de casi todas las canciones en español de las últimas cuatro décadas que le suenan a usted y que me suenan a mí. Hagamos la prueba. ¿Amor de hombre? Suya. ¿Bailar pegados? También. ¿La copa de la vida? Absolutamente. ¿Saca el güisqui, cheli? Ajá. Si seguimos así nos asombrará el porcentaje de aciertos. Y, a pesar de todo, él detesta darse pisto. “No me gusta figurar”, cuenta con una modestia que parece desmesurada pero nada tiene de falsa. “Me considero un sastre que ha hecho trajes a medida de los cantantes. Ellos son los importantes. Y deben sentir las canciones como suyas”. Por eso, todos pensamos que Fiesta es de Carrá, que Juntos es
Raffaella de o que Linda es de Bosé, cuando
Paloma San Basilio Miguel de hecho las letras de todas ellas son de Luis Gómez-Escolar.
¿Y Agapimú? Este tema fue originalmente escrito en griego por la italiana Martini, pero Escolar
Mia se encargó de adaptarlo al español para, a través de la voz de Belén, hacer de él
Ana un fenómeno que se expandió por España y Latinoamérica. Ahora ha regresado, fresco como aquel 1979 que lo vio nacer, gracias a la versión del dúo —“Soy su
Ojete Calor fan desde los tiempos de La hora chanante”— con la complicidad de la propia Ana. “Yo había estudiado griego clásico, pero desde luego aquello no era Homero”, ríe Gómez-Escolar. “Así que me inventé toda la letra sin complejos, tomando como modelo la copla española”. En efecto, esos símiles tan poéticos como descabellados —“Eres el viento que no cesa / Eres el peso que no pesa”— tienen algo del tránsito entre lo sublime y lo ridículo que solo la canción popular podría inventar.
Antes ya había hecho su periplo internacional como miembro del grupo —¿recuerdan Poetas andaluces, sobre el
Aguaviva poema de Alberti?—, con el que en 1971 y 1972 participó en el Festival de San Remo y pisó el escenario del Midem de Cannes:
“Allí coincidimos con y Stevens,
Elton John Cat imagínate”. Después se lanzó a cantar en solitario, pero incluso entonces trató de esconderse detrás de un seudónimo, Simone. Aquel nombre evocaba aires italianizantes, mientras que una barba tupida bajo la intensa mirada que coronaba su look remitían a la posibilidad de un
ibérico. Solo grabó un disco, y ahora tira Georges Moustaki de ironía al exponer las razones por las que no siguió por este camino: “Decidí evitarle esa desgracia a la humanidad. Y ya estaba metido en las letras y adaptaciones”.
Metido estaba y, además, a fondo: pasó a convertirse en el adaptador español por excelencia de los éxitos más rabiosos del pop europeo. Como A ti, del galán francés Dassin;
Joe como Maldita primavera, de la italiana —que la
Loretta Goggi mexicana hizo suyo— o como ese La quiero a morir que
Yuri cualquiera en España sabe perfectamente que es de Manzanita, pese al detalle sin importancia de que su compositor y cantante original sea el francés y que, de nuevo, fuera Luis
Francis Cabrel quien la adaptó al español. Tampoco el público infantil se le ha resistido: compuso para —“Amigo Félix la firmé
Enrique y Ana con otro nombre, porque acababa
Félix Rodríguez de la Fuente de fallecer y no quería que me tacharan de oportunista”—. Para y Carmen, los
Antonio hijos de y Júnior, cocinó junto
Rocío Dúrcal a aquella Sopa de amor de 1982. Julio Seijas
Sus canciones de los dibujos animados La vuelta al mundo de Willy Fog, cantadas por Mocedades, figuran grabadas a fuego en el subconsciente de toda una generación. Y no crean que fue la única vez que la televisión recurrió a él, ya que la sintonía del programa Sálvame lleva su letra, y también ha amenizado series como Verano azul, Cuéntame o —pásmense — Los Soprano.
Muchos en su lugar estarían viviendo de recuerdos y lamentando que el público no reconozca su valía. Él habla con gratitud de su labor a la sombra de otros y parece lamentar que su nombre no pase aún más desapercibido. “¿Sabes esas canciones que suenan en las fiestas pero nadie sabe de quién son porque ya se han convertido en folclore popular y directamente son de la gente? Pues esa es mi máxima aspiración”. Misión cumplida.