ALTO, VAQUERO
No parece la banda sonora ideal para que una familia de Alabama la tararee en su camino al colegio, pero Dead of Night, “la historia de dos strippers gais en medio del desierto”, tal y como la describe su autor, lo es. Así se lo han confirmado al menos varios de sus seguidores “heterosexuales” por correo electrónico a Peck, el misterioso cantante de Orville country que ha conquistado algo más que a los aficionados al género rompiendo de paso un par de convenciones que se asumían como verdades absolutas: “El country carga con el estigma de ser un estilo conservador, limitado a un solo punto de vista: el del varón blanco y hetero”, asegura Peck. “Pero lo cierto es que existen decenas de artistas marginales a los que ha dado voz. Existen y siempre han existido”, advierte el músico, de quien los medios apenas han podido determinar su edad —es “mayor de 20 y menor de 40”, según Vice— y que no se quita la máscara de flecos bajo ningún concepto. Ni siquiera para ocupar su asiento en primera fila en un desfile de Dior Men, junto a Kim Kardashian.
Peck es la prueba irrefutable de que los caminos del arte y de la moda son inescrutables. Por lo que a él respecta lo han llevado nada menos que hasta la maison francesa. Cuando la prensa musical empezaba a saludarlo como la nueva sensación de la música popular americana, actuó en la presentación de la precolección de otoño de Dior Men, celebrada el 3 de diciembre de 2019 en Miami. El artista, que admitió en las redes sociales estar “encantado” de haber presenciado su primer desfile de la firma, pronto adoptó el logo de la marca en su llamativo atuendo.
Esta autodenominada “estrella del country”, que cita al músico Willie Nelson entre sus referentes, se ha convertido últimamente en uno de los artistas favoritos de Kim Jones. El director creativo de Dior Men lo ha escogido para protagonizar la campaña de su colección cápsula de baño que, inspirada en el diálogo artístico que mantiene con el diseñador norteamericano Shawn Stussy —fundador de la marca de culto Stüssy—, llega estos días a las boutiques.
En 1947 Christian Dior se embarcó en lo que le pareció “un viaje al fin del mundo”. Nada menos que a Texas, a recoger un premio. “Conocer Estados Unidos era tentador. Mis compradores más importantes eran de allí, las mujeres estadounidenses eran célebres por su belleza y deseaba verlas en su ambiente”, declaró entonces el modisto. Siete décadas después un crooner enmascarado canta en sus desfiles. Lo dicho, los caminos de la moda son inescrutables.