Vanity Fair (Spain)

CENAS, FIESTAS Y ‘OPEN HOUSE’

- POR PATRICIA ESPINOSA DE LOS MONTEROS

Cuando todos daban su brazo por ver y ser vistos, un grupo pequeño y muy selecto no quería ver ni, por supuesto, ser visto. ¿Discreción o alguna fobia, quizá? Recordamos las celebracio­nes navideñas más exclusivas del Madrid de antaño.

Este año la nostalgia nos hace fijarnos en lo que fue y quién sabe cuándo volverá a ser. Con una colección de revistas antiguas —un auténtico tesoro—, nos asomamos a esas crónicas de los dorados años sesenta, cuando, según los connaisseu­rs, se celebraban las mejores fiestas, las casas se abrían mostrando su esplendor y había cultura de recibir, aunque sin caterings, ni eventings, ni rentings de vajillas o locales, ni mailing para convocar. Todo era casero, más pequeño y privado.

Patricia Espinosa de los Monteros

Cuentan que en aquellos años Madrid, haciendo esfuerzos por frivolizar­se, ardía en fiestas. Las mujeres lucían peinados imposibles, vestían alta costura, joyas y pieles, mientras los hombres tenían su propio dress code y se generaban un montón de historias pequeñas y grandes.

Así que repasemos desde el futuro tres celebracio­nes de aquellas que en las Navidades del pasado nadie se quería perder y en las que tres grandes anfitrione­s recibían.

. Open House en la casa 1 de la calle Don Pedro, todo el mundo la conocía como la de

Coelho, el decorador Duarte Pinto que la compró, arregló y abrió sus puertas. Un portugués cosmopolit­a que se ocupó de introducir el gusanillo de la decoración en las mejores casas. Pero Duarte, además, fue un magnífico anfitrión y a las cenas en su comedor con dos mesas redondas, donde siempre separaba a las parejas para que no se aburriera nadie, acudía todo el que llegaba de visita a la capital. Por aquí pasaron desde

Truman Capote y hasta

Maria Callas Salvador Dalí, Gardner,

Ava Luis Miguel

o Berlusconi. Dominguín Silvio

2. Cenas de

Luis Escobar Kirkpatric­k, marqués de las Marismas del Guadalquiv­ir, de los primeros que se aventuraro­n a vivir en el Parque del Conde de Orgaz. La casa la diseñó él mismo, un refugio para un soltero, y en la decoración intervinie­ron sus amigos Pinto Coelho y

Viudes, que le pintó dos Vicente priest holes con trampantoj­o en las puertas del comedor, un espacio que junto al porche y al salón tenía la sagrada misión de recibir, algo que Escobar hacía como nadie. Era un artista de la mezcla y combinaba con valor aburridos políticos con esnobazos sociales, excéntrico­s artistas y exóticos clandestin­os. En sus cenas era meticuloso, nunca improvisab­a y se ocupaba personalme­nte de mandar las invitacion­es o del seating plan para que nadie se sintiera incómodo. En su libro de firmas de las Navidades de 1967 la primera en escribir una dedicatori­a fue su amiga la actriz

Conchita Montes: “Que la felicidad y la alegría reinen siempre en esta casa que ahora imaginamos en avant premier”.

3. La Fiesta de Pichichi.

Luis Soto, Pichichi, era el Gutiérrez arquitecto de moda entre los top más top de Madrid. De él eran los Cines Callao o el Barceló, pero también las mejores casas de Puerta de Hierro. Fue, además, el anfitrión de una de las citas navideñas en las que había que estar sí o sí: la fiesta de Inocentes o del regalo sorpresa. La organizaba en su casa de la calle Padilla, el 28 de diciembre, única noche del año, por cierto, que cerraba el Club Puerta de Hierro, pues “robaba” por una vez a sus mejores camareros para que lo ayudaran. Colocaba a dos en la entrada para que repartiera­n aleatoriam­ente cartas de la baraja a los invitados que llegaban con esmoquin y traje largo. Las señoras debían llevar un regalo para caballero y los caballeros otro de señora. Una vez dentro, tenían que buscar por los salones a la pareja que tuviera su misma carta y entregar el obsequio. Dicen las malas lenguas que las manos que repartían las cartas no eran para nada inocentes, pero, en el nombre del azar, a aquellas fiestas se llegaba con la pareja oficial… aunque nadie sabía con quién saldría. El destino lo decidían las cartas. recuerda que este año o lo hacemos de seis en seis o no lo hacemos…

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