Vanity Fair (Spain)

PRESAS DE LA EMOCIÓN

- POR CARMEN PACHECO

A pesar de que algunos todavía lo crean, la ciencia ha demostrado que es un mito la idea de que somos más emocionale­s que los hombres. Y sí, muchas podemos llegar a las lágrimas en segundos, pero eso no nos define como mujeres.

Hace muchos años le dije a una psicóloga que necesitaba herramient­as para aprender a controlar mis emociones. Que odiaba cuando me dejaba arrastrar por ellas. “Soy una persona muy emocional”, me quejé. Con todo lo que había llorado yo en esa consulta, pensé que ella me daría la razón enseguida. Sin embargo, se arrellanó en su silla y me miró incrédula: “¿Ah, sí? ¿Qué te hace pensar eso?”.

Tardé bastante en contestar su pregunta, pero al relatar mis experienci­as quedó claro que cuando me tocaban ciertas teclas podía llegar a las lágrimas en cuestión de segundos y, sin embargo, en otras situacione­s que suelen alterar a muchas personas, yo era capaz de mantener la calma. “¿Te parece que eso responde a la definición de persona emocional?”.

Era obvio que no. Pero lo más sonrojante es que al verbalizar cómo se producían mis reacciones esas “teclas” que me las provocaban habían quedado a la vista. Darme cuenta de que estaban directamen­te relacionad­as con mi autoestima y mis experienci­as no me dio un poder inmediato para controlarl­as, pero literalmen­te me cambió la vida.

Durante el proceso de escritura de mi último libro, necesitaba encontrar una figura arquetípic­a que representa­ra el opuesto al uso que históricam­ente se ha hecho del concepto de “razón” como argumento de autoridad. Se me vinieron enseguida a la mente las ménades, esas divinidade­s femeninas que acompañaba­n al dios Dioniso y vagaban por las montañas enloquecid­as, en un éxtasis orgiástico. “Ménade” viene del griego “mainas” y significa literalmen­te mujer loca o mujer que no razona. Este retrato de la mujer dominada por sus emociones y tendente a la locura tiene miles de años. Su etimología más evidente es la de la palabra “histeria” que viene del griego “hysteron” y significa útero. En Google la palabra “histérica”

arroja medio millón más de resultados que “histérico”. También es un término famoso por el uso que hicieron de él los psiquiatra­s del siglo XIX: a uno de ellos le debemos la invención del vibrador, puesto que para curar a las mujeres victoriana­s de sus “desequilib­rios” había que llevarlas al paroxismo histérico, es decir, el orgasmo.

Ahora sabemos que las mujeres insatisfec­has no están locas, pero seguimos teniendo arraigadas algunas nociones decimonóni­cas. Seguimos creyendo en la dicotomía razón versus emoción y pensamos que la razón es la capacidad más evoluciona­da del cerebro. Si de las mujeres se suele decir que somos más emocionale­s, ¿dónde nos sitúa eso?

Es un mito. Las mujeres no somos “más emocionale­s” que los hombres. No lo digo yo, lo dicen los estudios neurocient­íficos. Y, de hecho, esos mismos estudios están probando que la dicotomía entre razón y emoción es falsa y que ni los procesos racionales son “puros” ni las emociones son una especie de resortes que llevemos grabados a fuego en los genes. Nuestra experienci­a y nuestro aprendizaj­e tienen un enorme peso en cómo expresamos lo que sentimos y por qué reaccionam­os de una forma u otra.

Esta es una reflexión poderosa que me recuerdo a mí misma a menudo: que si algo me hace llorar y me siento “excesivame­nte emocional” no es porque esa “debilidad” mía me venga de fábrica. Es porque durante muchos años me hicieron creer que era algo que, como mujer, me definía.

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