Vanity Fair (Spain)

EL FÚTBOL Y EL DESENCANTO ( Y EL CEBO DE LOS GUAPOS)

He sido futbolera y forofa. De las que lloraba por una derrota. Pero ahora, que solo reconozco a un puñado de jugadores, miro la tele y solo me salen comentario­s poco profesiona­les.

- POR ÁNGELES CABALLERO

Hace muchos derbis que no sé cuándo hay un derbi y que no aguanto más de cinco minutos delante de un partido de fútbol. Estoy en un momento de mi vida en el que sinceramen­te no me reconozco. Porque yo he sido futbolera y forofa. De las que lloraba de rabia por una derrota, de las de ir a Neptuno con alegría, de las que se planteó llamar a su hijo Andrés después de aquella final contra Holanda en Sudáfrica.

Y no será porque no lo intento. Pero ahora miro la televisión y solo me surgen comentario­s muy poco profesiona­les, como: “Si Griezmann sigue cambiándos­e de color de pelo se le va a acabar estropeand­o”. Antoine, por cierto, es uno de los pocos guapos que nos quedan, una malísima noticia para los que valoramos la belleza como ingredient­e imprescind­ible para aguantar los noventa y pico minutos de partido. También para las que consideram­os que después de Beckham y Figo el Real Madrid ya no es el mismo.

No sé muy bien en lo que consiste la Superliga, pero sí sé lo poco que me gustan los dueños de equipos a los que les importa más el Brent que la grada, que el negocio haya expulsado a los verdaderos aficionado­s de los estadios, que el precio de las entradas sea un disparate. En casa se habla de que nuestra Primera División no pasa por su mejor momento y que todo es más aburrido cuando sabes que la Liga la ganará quien tenga más ceros en el presupuest­o.

Pesa más la edad que el momento que vive el fútbol, supongo. Se nota cuando una prefiere freír tres kilos de tomate en vez de sentarse con una cerveza y unas patatas fritas delante de la pantalla a gritarle improperio­s al contrario, jalear a los suyos y criticar cualquier decisión arbitral a voces.

Mi desconexió­n se nota en los detalles. Por ejemplo, apenas reconozco a un puñado de jugadores de Primera. Mi hijo de 12 años, que está en la edad en la que piensa que su madre no sabe nada de nada, me mira con una mezcla de condescend­encia y ternura siempre que pregunto quién es ese que lleva nuestra camiseta: “Mamá, por favor, es Reinildo”. A continuaci­ón, suele aprovechar para recordarme que da por terminada la etapa de Simeone y que a Quique Sánchez Flores habría que haberlo largado hace ya unos cuantos partidos.

Pero ese hijo al que no puse Andrés también ha cambiado. Porque si ahora remolonea para no ir a la ducha no es porque está jugando el Barça y son fundamenta­les los tres puntos para afianzar el liderato, sino porque en la Kings League van a anunciar quién será el jugador número 12. Si ahora pelea por el mando de la tele es porque de vez en cuando unos cuantos chavales con sudadera se juntan para hablar en Twitch sobre Ronaldhino, el Kun Agüero y el penalti que Casillas esta vez no pudo parar. Mi heredero, preocupado porque esté al día y no parezca una marciana, suele decirme que me siente con él en el sofá a verlo. Que no tenga prejuicios, que seguro que me gusta. “Si está también Piqué, mamá”, me dice. Porque en eso su madre sí que no ha cambiado, en picar siempre cuando el cebo es un guapo. Ángeles Caballero pre ere freír tres kilos de tomate en vez de sentarse delante de la pantalla a gritarle improperio­s al equipo contrario.

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 ?? ?? INIESTA DE MI VIDA! Andrés Iniesta celebrando el gol de la victoria en el Mundial de Sudáfrica.
INIESTA DE MI VIDA! Andrés Iniesta celebrando el gol de la victoria en el Mundial de Sudáfrica.

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