Revista Viajar

Luanda Y La aniMada iLha do Cabo

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Angola tiene varias ilhas. Cuando los grandes ríos africanos, como el Kwanza o el Kunene, llegan al Atlántico, los sedimentos arenosos que acarrean son arrastrado­s hacia el norte por la corriente de Benguela. Así se han formado las

ilhas, aunque casi todas sean en realidad penínsulas: largas y estrechas barras de arena que se estiran frente a la costa, unidas a ésta por el sur y formando bahías abiertas al océano por el norte. Dos de ellas, las formadas con los sedimentos del Kwanza, se encuentran en las cercanías de Luanda. La de Mussulo, al suroeste de la capital, que tiene cerca de treinta kilómetros de largo, y la del Cabo, o de Luanda, más pequeña y situada frente a la ciudad colonial, formando con ella la bahía de Luanda. Para los locales, simplement­e La Ilha. En su día asentamien­to de pescadores, antes incluso de la llegada de los portuguese­s, los residentes de La Ilha presumen de ser luandeses desde hace generacion­es. La Ilha es hoy el lugar de ocio y esparcimie­nto por excelencia. A lo largo de sus siete kilómetros conviven, en perfecta armonía, algunos de los restaurant­es más lujosos de la ciudad con otros más modestos y genuinos, y las discotecas de moda. Durante los fines de semana, aquí bulle la vida nocturna más concurrida y animada de África. Desde La Ilha, por la noche uno puede contemplar la ciudad al otro lado de la bahía y contemplar cómo las luces de sus edificios, una mezcla de viejos rascacielo­s de la época colonial (cuando la ciudad era conocida como la “París de África”, en los años sesenta y setenta del siglo pasado) y de nuevas torres, se reflejan en las aguas mansas de la bahía.

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