Esto acaba de empezar
nacional, pensamos en mujeres con una vida activa a nivel global, cogemos un poco de todas, y en el caso de las españolas, me encanta su estilo fácil y urbano, y la manera en que consiguen ensalzar su belleza natural», asegura la diseñado- ra. Tory Burch es effortless puro, o eso busca. De hecho, la primera prenda de la marca nació inspirada en una túnica comprada por Tory en el mercadillo de Las Pulgas de París, y a partir de ahí su moodboard creativo giró en torno a una sofisticación relajada, a imágenes de sus padres pertenecientes a otras décadas y a una mezcla de culturas adquirida en sus viajes por el mundo. «Lo primero fue aquella túnica, sí. Era verde, de estampado floral, y comprendía exactamente la actitud que buscaba y quería imprimir en mis prendas, la de esas mujeres de los setenta, como mi madre. Ahora está presente, de una forma u otra, en todas nuestras colecciones», cuenta.
La potente identidad que le acompaña se basa en los valores norteamericanos de estilo clásico, aquellos que también defendió Jackie Kennedy, pero con la visión cosmopolita de alguien que maduró en el siglo XXI. «Mezclamos la elegancia bohemia con la tradición deportiva americana en prendas versátiles», explica Tory. De ahí que el año pasado lanzaran una línea de ropa deportiva en Estados Unidos, que ahora se extiende al resto de países, como guiño a esta raíz de la marca y en respuesta a las necesidades de la mujer de hoy: «Construimos nuevas líneas y construimos también sobre las ya existentes, es lo que nos mantiene vivos».
omo un chasquido, así de rápido ha pasado todo este tiempo para Tory Burch. «Una de las cosas más importantes que he aprendido en este recorrido es a abrazar la ambición», reflexiona. Entre sus metas, siempre estuvo incluido un proyecto a nivel social y decidió cumplirlo, en 2009, con la Fundación Tory Burch. «Realmente creé la compañía porque quería llevar a cabo una fundación de apoyo a las mujeres emprendedoras y he aprendido mucho con ello, como las claves del equilibrio familia-trabajo o los recursos que podemos ofrecer a estas mujeres», explica. Su historia es un suma y sigue de estilo y valores. «Tenemos normas internas bautizadas como Buddy Values – por mi padre, que se llama Buddy– para fomentar el sentido de comunidad en la empresa. Creo plenamente en que cuando la gente es feliz hace bien su trabajo», declara. Y quizá sea esta la clave de su éxito mundial, aunque no la definitiva. «Estoy maravillada con que la marca haya calado tanto y en tantas mujeres, pero aún queremos hacer más. Siento que esto acaba de empezar». Sofía Paramio