Nuevo y radical look

h, Dios mío! ¡Oh, Dios mío!» Manuela (Madrid, 1987) abre los ojos como platos, se levanta de un brinco del sillón, se aleja, vuelve a mirarse en el espejo desde la distancia, coge el móvil compulsivamente y de un nuevo salto vuelve a sentarse. Ríe nerviosa. «¡No me reconozco!», exclama con una expresión entre divertida e incrédula. Es el momento en que Giuseppe Sciannimanico, el artífice del cambio de look, le retira la toalla de la cabeza. Su melena antes rubia cae ahora en una suerte de manto avellana. Este es sólo el primer paso de la metamorfosis. Lo mejor está por llegar. Entonces, Giuseppe coge las tijeras y se hace el silencio. Durante unos segundos aguantamos la respiración por si Manuela se arrepiente en el último momento, pero un largo mechón de pelo cae al suelo. La suerte está echada.

Cuando una mujer se corta la melena, o cambia drásticamente su color, hay que leer entre líneas. Ese paso por la peluquería nunca es fortuito. Es una especie de revulsivo o conjura de momentos que marcan sus vidas. En el caso de las actrices puede haber otra motivación: las exigencias del guión. No es este el caso de Manuela Vellés, quien nos confiesa que sus grandes cortes de pelo siempre han estado ligados a momentos relevantes. La primera vez que cortó radicalmente su melena fue cuando terminó de rodar Caótica Ana (2007), con Julio Medem. Era su primer trabajo como actriz, había terminado sus estudios y se «sentía superlibre». Ahora, nos confirma, está también en un proceso de cambios muy grande: «Tenía una pareja que ya no tengo –mantuvo una relación con el actor Miguel Ángel Muñoz durante 5 años–, me acabo de comprar mi primera casa y voy a empezar a vivir sola». Eso en lo personal. Pero también en lo profesional ha sido un año trascendental. «He hecho cosas que tenía mucha ilusión por hacer», como su incursión en el mundo de la música –como cantante, letrista y compositora– o los tres meses y medio que ha pasado en República Dominicana rodando Las siete muertes, de Gerardo Herrero: