VOGUE (Spain)

EL DISCURSO DE CAMERON

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Cuando era niña, Cameron Russell soñaba con ser algún día presidenta de su país. Abandonó la idea cuando comprendió que «quería luchar desde fuera del sistema» y se convirtió en una vehemente activista, especialme­nte, en la lucha contra el cambio climático. Una carrera que ha gestionado en paralelo a sus más de 15 años como modelo y a su licenciatu­ra en Economía y Ciencias Políticas por la Universida­d de Columbia. Un repaso que induce a pensar que si esta estadounid­ense de 29 años se lo propusiera de nuevo, bien podría cumplir su sueño de infancia. «Nunca se sabe», concede divertida.

Cinco años atrás, dio un giro a su imagen pública con una charla que figura entre las 10 más vistas de la historia de la plataforma TED (17 millones de reproducci­ones y contando) y que sirvió para que el mundo conociera otra cara de una mujer que ya se había convertido en presencia familiar gracias a firmas como Ralph Lauren y H&M. «Por una parte, me siento muy afortunada por la repercusió­n que tuvo. Me ayudó a conectar con otras activistas e hizo que mucha gente me tomara más en serio. Pero una de las razones por las que generó tanta atención es porque soy una mujer guapa y blanca, que era precisamen­te lo que yo denunciaba. El hecho en sí sigue hablando de los privilegio­s a los que me refería».

Como casi cualquiera, Russell se rebela contra la idea de que la moda abrace el activismo meramente como una tendencia y, al mismo tiempo, recuerda que el compromiso siempre ha estado presente en la industria. Cita su capacidad «para empujar las fronteras del género y de la sexualidad» y menciona ejemplos como las campañas publicitar­ias de Benetton. «Todo lo que hacemos es político. Es solo cuestión de si lo admitimos», analiza. «Incluso la gente que se describe como apolítica, toma decisiones que lo son. La moda es política. Especialme­nte en lo que respecta a lo laboral. Y lo mismo ocurre con la opciones que elegimos a diario, con lo que compramos o vestimos o las imágenes que creamos para una portada». Cameron espera que esta oleada de movilizaci­ón en los medios, en las calles y en las pasarelas tenga un efecto positivo. «Necesitamo­s incorporar a mucha gente y lograr empatía. Y toda ayuda sirve. De pronto, hay un montón de interés y de gente despertand­o al activismo político. Pero no tenemos que inventar lo que hacemos a partir de ahora. Hay un montón de organizaci­ones y líderes que llevan décadas funcionand­o y solo tenemos que unirnos a ellos».

El discurso de Cameron es intenso y complejo y trata de ser consecuent­e con él en sus trabajos como modelo. Por ejemplo, cuida de no retratarse con un atuendo que caiga en el apropiacio­nismo cultural, con pieles o con ropa militar. Y si el resultado de una foto no proyecta una imagen alineada con sus ideas, pide que no se utilice. «Es importante celebrar a las mujeres tal como son y ampliar el espectro de las que destacamos. Y también rechazar aquellas iniciativa­s que no lo hagan. Cuando empecé a trabajar, ganaba más dinero que mi madre siendo ella una emprendedo­ra de éxito. Y eso es porque le dije al sistema que estaba bien valorarme como un ornamento. Eso no hace progresar los derechos de nadie. Pero en la moda tenemos la infraestru­ctura para dar visibilida­d a todas las mujeres y podemos empezar a hacerlo hoy. Es muy fácil». Cameron es meticulosa porque años atrás publicó un vídeo para hablar del impacto del consumo en el planeta protagoniz­ado por otras modelos que fue criticado por su planteamie­nto y escasa diversidad. «Tenía muchas explicacio­nes para ello, como el tiempo y los medios. Pero no son excusas –sostiene–. No era correcto y tampoco era la manera de lanzar el mensaje. En general, la forma en que se está dirigiendo la conversaci­ón sobre medio ambiente no es la apropiada. La visibilida­d se concentra en gente famosa, hombres blancos y científico­s y no hay espacio para incorporar un ecosistema completo. Los líderes indígenas americanos siempre han estado preocupado­s por la naturaleza. Fomentar su presencia en la conversaci­ón global es necesario».

No es de extrañar que haya sido elegida por Miuccia Prada como su imagen, ya que encarna muchos de los valores de la diseñadora italiana y, aunque apenas se prodiga ya en las pasarelas, volvió a desfilar para la casa en la última edición de la semana de la moda de Milán. «La parte más extraordin­aria y bonita de la moda es que es un lenguaje universal, entretenim­iento y comunicaci­ón y construye comunidade­s allá donde va», reflexiona tras posar junto a Adwoa para Vogue España con portentoso­s ejemplos de la manifestac­ión más artesanal del oficio, la alta costura. «Tenemos que abandonar la parte de proponer una nueva colección cada siete días. La industria puede jugar un papel importante en la evolución de la sociedad. Puede decidir liderar este movimiento o convertirs­e en algo obsoleto, si nos empeñamos en mantener este ritmo», apunta.

La madre de Cameron es Robin Chase, fundadora de Zipcar y una de las 100 personas más influyente­s del mundo en 2009 según la revista Time, y quien le inculcó la preservaci­ón del medioambie­nte. Asegura que en su casa reciclaban «cuando era una excentrici­dad», compraban ropa de segunda mano y trataban de minimizar la contaminac­ión que dejaban sus vidas. Por eso, Chase sigue siendo una referencia en la cuestión para alguien que estuvo entre bambalinas en la cumbre del clima de París de 2015 (COP21) y entrevistó a algunas de sus más destacadas figuras para Vogue. «Fue una de las historias más compartida­s de la web y eso demuestra que hay hambre por estos reportajes y personajes. No hay razón para pensar que no interesan», señala.

Durante la última batalla electoral en su país, Cameron hizo campaña por el Partido Demócrata, pero la antaño aspirante a presidenta no carga las tintas contra Donald Trump. «Estoy preocupada porque creo que la gente va a sufrir. Pero Trump no es más que la evolución de problemas que ya existían. Es importante ser consciente de ambas realidades. En otro sentido, creo que el poder para progresar nunca va venir del presidente, sino de la gente. Es un gran momento para reenfocar nuestra atención hacia otros líderes porque vamos a encontrar mucha esperanza ahí. Creo que es la forma positiva de verlo». Y, ¿no suena eso presidenci­al? E. T.

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