Viaje con nosotras
Otra vez escribo en ruta. Esta vez, en Milán. Y esto empieza a parecer más la carta del corresponsal que de la directora. Supongo que eso demuestra hasta qué punto los periodistas de moda nos hemos convertido en viajantes, circulando por el mundo detrás de colecciones tanto más fugaces que nuestros desplazamientos. Pero lo importante en cualquier viaje, eso ya lo sabemos, es disfrutar del trayecto. En cualquier caso, todo esto resulta muy apropiado para un número de junio que habla de nuestra necesidad de escapar y evadirnos, tan acusada en este mes de preparación/inicio/anhelo de las vacaciones.
La moda siempre ha sido un vehículo casi tan apto para estos desplazamientos como un avión o un coche. Y Vogue, una de las compañías de transporte más efectivas para los que buscan un billete solo de ida a la fantasía, la belleza y la poesía. Aquí encontró Diana Vreeland las mejores naves para sus delirios de exotismo y grandeza con producciones mastodónticas que hoy encontrarían tantos escollos económicos como ideológicos (en lo que respecta a la apropiación cultural cualquier tiempo pasado no fue mejor). Ahora que el mundo, y sus mejores postales, parecen tan al alcance de la mano gracias a nuestros teléfonos móviles, el deseo de evasión toma un rumbo más íntimo, pero no por ello menos escarpado. La espiritualidad y la reflexión son las rutas a explorar para, con suerte, encontrarnos a nosotros mismos en alguna parte del camino.
Es una idea que investigamos en este número de distintas formas. Por ejemplo, cuestionándonos cómo rendir tributo a los valores y a la singularidad del carácter español en Vogue. Es una conversación que he mantenido de forma recurrente en los últimos meses y que tiene un componente tan metafísico como estético. Para mí se trata de evocar la pasión, la fortaleza y el genio que trazan un vínculo (¿imposible?) entre algunas de las mejores manifestaciones de lo español: de Picasso a Balenciaga, de Goya a Buñuel, de Chillida a Sybilla. Es un asunto que volvió a surgir durante la sesión de portada de este número con el fotógrafo Mario Sorrenti y el estilista George Cortina, ambos grandes conocedores de nuestro país, que retrataron a Jessica Chastain con una sensualidad y poderío que ejemplifican esa idea a la perfección. El verano austero, poético y oscuro de las fotografías de Ortiz Echagüe y la locura surrealista de Dalí son otros de los guías que han marcado este viaje en busca de nuestra identidad que, en cierta forma, son las siguientes 300 páginas. Espero que disfrutéis del camino tanto como nosotros.