Embarque ‘gourmet’
Ni sándwiches envasados ni refrescos en lata. La oferta culinaria de los aeropuertos internacionales se ha convertido en el nuevo reclamo para los pasajeros más sibaritas.
El año pasado, 3.500 millones de personas viajaron en avión en el mundo, según los datos de la Organización de Aviación Civil Internacional. Una cifra que invita a reflexionar sobre el tiempo que cada uno de ellos pasó en una terminal, esperando para embarcar o en una conexión. Durante todas esas horas de espera, el combinado de bocadillo y refresco consumidos en una bandeja, que recuerda al almuerzo del comedor del colegio, se han convertido en un irremediable lugar común. Pero hay buenas noticias: la revolución gastronómica ha aterrizado también en los aeropuertos, materializada en forma de restaurantes cuyos menús han sido elaborados por chefs con estrella Michelin o salas vip donde disfrutar de una exhaustiva cata de vinos franceses. Y es que una cosa es sentarse
a tomar un aperitivo rápido y otra muy distinta hacerlo, por ejemplo, en la barra del bar Airbräu, en Múnich, que ostenta el título de ser la única cervecería con fábrica propia dentro de un aeropuerto. Los establecimientos respaldados por grandes figuras de la cocina tampoco se quedan atrás, aunque las estrictas legislaciones sobre el uso del gas y el control de alimentos supongan el mayor escollo a salvar. El cocinero francés Guy Martin ha trasladado un pequeño rincón de su Grand Véfour a la terminal 2 del parisino Charles de Gaulle, bautizándolo como I Love Paris, un bistró donde degustar su reconocido foie gras. En Madrid, Kirei By Kabuki acerca algunas de las especialidades de fusión japonesa y mediterránea que ha popularizado Ricardo Sanz al frente del grupo Kabuki. La adaptación contemporánea de la cocina tradicional catalana con la que ha triunfado Carles Gaig tiene una sucursal en El Prat de Barcelona. Por
ta Gaig ofrece la posibilidad de saborear un pollo guisado con salsifíes o un bacalao con sanfaina mientras se contempla a través de su inmenso ventanal la pista de aterrizaje.
Pero si algo representa el lujo aeroportuario elevado a la enésima potencia esas son las consagradas zonas business. La de Turkish
Airlines en el Atatürk, Estambul, alberga en sus más de 5.000 m2 un simulador de golf, una sala de cine, un salón de té y un restaurante cuyo
catering fue elegido en los premios Skytrax como el mejor del mundo. Por su parte, Emirates no solo ha renovado sus menús (a bordo y en tierra), sino que acaba de abrir una zona exclusiva con Moët & Chandon donde ofrecen cuatro de sus mejores variedades.