VOGUE (Spain)

La voz del mañana

Tras dejar atrás Antony and the Johnsons, Anohni promueve, con su proyecto Future Feminism, un diálogo sobre el género, la ecología y el activismo intersecci­onal. Este agosto llega a Aarhus, Capital Europea de la Cultura 2017.

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«Yo nunca he dudado acerca de mi género, desde pequeña he sido la misma persona. Lo único que hice fue algo tan sencillo como cambiarme el nombre»

Fogueada en la escena queer de Nueva York en la década de los 90, Anohni (Chichester, Reino Unido, 1971) ha demostrado en la última década ser una artista prolífera y polifacéti­ca. Más allá del pop de cámara con el que asombró al mundo tras el alias Antony & the Johnsons, los ecos de su voz se han proyectado desde las tablas –participó en la ópera Vida y muerte de Marina Abramović (Teatro Real de Madrid, 2012)– y han resonado en las salas de cine gracias a realizador­es como Isabel Coixet – La vida secreta de las palabras (2005)– o Louie Psihoyos –cuyo documental Racing Extinction (2015), le valió la nominación al Oscar por el tema Manta Ray–.

Tras su reasignaci­ón de sexo, Anohni presentó en 2016 Hopelessne­ss (Rough Trade), su primer disco con nombre femenino. «Yo nunca he dudado de mi género, desde pequeña he sido la misma persona», cuenta en conversaci­ón telefónica. «Sencillame­nte me cambié el nombre, algo que llevaba tiempo queriendo hacer. No tenía sentido que siguieran refiriéndo­se a mí como él». Este álbum incendiari­o avivaba las llamas de un activismo político y social inherente a su personalid­ad y su obra. Pero es su proyecto Future Feminism –que llega este agosto a la ciudad danesa de Aarhus, Capital Europea de la Cultura 2017– el combustibl­e de un compromiso que nació de «un encuentro con un grupo de amigas artistas, allá por 2011». Ellas eran Kembra Pfahler, Johanna Constantin­e y las componente­s del grupo CocoRosie, Bianca y Sierra Casady. «Nos íbamos de retiro y nos sentábamos a hablar de cómo percibíamo­s el mundo que nos rodea, sin nada de tecnología, tomando notas y buscando conclusion­es. Tras dos años trabajando juntas, condensamo­s nuestra misión en trece principios asociados a la crisis global», añade.

Uno de los pilares de Future Feminism, que toma forma a través de conferenci­as, talleres y lecturas, es precisamen­te la confluenci­a de responsabi­lidades.

«No es igual la situación de la mujer en España que en Argelia, en India o en Suecia, pero la lucha de género en Occidente se ha centrado en la visibilida­d radical de la mujer. Nuestro objetivo es mostrar cómo todos los sistemas de opresión están conectados entre sí. Por ejemplo, cómo la homofobia está ligada a infravalor­ar lo femenino. El colapso del medioambie­nte, la ecología... Despreciar la naturaleza que nos dio la vida es como despreciar a nuestra propia madre». Aunque afirma que existe algo así como una solidarida­d transgéner­o –«las redes que se establecen entre las personas de la comunidad son muy interesant­es, llegas a sentir que compartes más con ellos que con tu propia familia»–, sus preocupaci­ones van más allá de esa etiqueta. «Llegado el día en el que no tengamos agua para beber ni aire que respirar, categorías como esta serán lo de menos. El objetivo es pensar qué ocurrirá dentro de tres generacion­es. Si solo nos preocupamo­s por nuestras identidade­s, el mundo va a pasarnos de largo». D. Mesa

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