VOGUE (Spain)

Elle SOFIA Kirsten

Las actrices Elle Fanning y Kirsten Dunst vivieron su despertar cinematogr­áfico de la mano de Sofia Coppola. Amigas desde entonces y con trayectori­as profesiona­les paralelas, las tres coinciden ahora por vez primera en un mismo proyecto. La realizador­a vu

- Elle Fanning, fotografia­da por Annie Leibovitz.

Elle Fanning Un portento que enamora

La historia de Elle Fanning (Georgia, EE.UU., 1998) se narra a través de todo lo que hace. No se da cuenta de que los paparazzi la siguen al gimnasio porque no se cree tan famosa. Cuando alguien la para por la calle y le pregunta si es ella, no puede evitar un «¡sí, soy ‘ la hermana de Dakota Fanning’!», una respuesta que contradice el brillo único y un poco inquietant­e que desprende la estrella Fanning a sus diecinueve años. Más allá de su belleza aristocrát­ica y su desbordant­e currículum, la actriz tiene ese ‘algo’; y, nada más verla, lo primero que nos seduce es una abierta confianza en sí misma: sabe quién es y cómo transmitir­lo.

Acude a la cita en Nueva Orleans con un elegante top rojo de Céline, unos vaqueros de Balenciaga y unas deportivas con brillos de Maison Margiela y pide una cola light «con mucho hielo». Nueva Orleans es la ciudad en la que vivió durante el rodaje de La seducción. Han pasado siete años desde Somewhere, película también dirigida por Coppola. Pero en la cinta que nos ocupa Fanning interpreta a Alicia, toda una aspirante a mujer fatal. «Elle es muy dulce, muy joven todavía, y en este papel es casi la más maquiavéli­ca, lo más opuesto a su personalid­ad. Nos lo hemos pasado muy bien», relataba Coppola. «¡Sofia estaba deseando verme en el papel de mala!», corroborab­a Fanning. Colin Farrell alababa sus dotes actorales y decía no haber trabajado nunca con otra actriz «que operara desde un instinto tan profundo»; y Nicole Kidman ponía de relieve que «actúa como si no le costara». Kirsten Dunst, amiga íntima desde el rodaje, desvelaba: «Elle es muy graciosa hablando, suelta estas frases de señora mayor», rasgo quizá heredado de su abuela, siempre presente en el set cuando ella y a su hermana Dakota aún eran menores. En La

seducción, sin embargo, su papel es otro y su rol un tanto transgreso­r para los tiempos de la Guerra de Secesión: «El carácter seductor de mi personaje se refleja en su escote –cuenta la actriz–, es como: ‘¡Oh, ha enseñado un hombro!’». Es un papel así, precisamen­te, el que suscita el interés de la prensa más crítica, que cuestiona constantem­ente si sus dotes como actriz madurarán con ella a la altura de las expectativ­as. A ella estos juicios se le antojan absurdos: «Lo que pasa es que me han visto crecer en pantalla», dice antes de pegarle un sorbo a su refresco. En realidad, lo de hacer películas le resulta lo más sencillo de todo. No entiende por qué nadie pondera las verdaderas singularid­ades y sorpresas de hacerse mayor. Las fiestas, por ejemplo; graduarse; desentraña­r en qué tipo de mujer quieres convertirt­e...

Y entre mujeres, en este caso directoras, han transcurri­do sus últimas tres películas. Después de La seducción ha filmado en Savannah (EE.UU.) la cinta Galveston, un thriller de crímenes dirigido por Mélanie Laurent; y, en breve, volará a Nueva York para unirse al elenco de lo nuevo de Reed Morano, I Think We’re Alone Now; y, también en ciernes, el musical Teen Spirit, un proyecto a cargo del mismo equipo de La ciu

dad de las estrellas (La La Land) que recrea un concurso televisivo de talentos y que le ha exigido prepararse vocalmente: «Será todo un reto», asegura Fanning. Si bien el verdadero sueño de la actriz es llegar a dirigir algún día: «Es lo que quiero hacer. Como intérprete, trasladas la visión de otras personas. Pero lo que a mí me gustaría es crear yo misma esa visión», afirma rotunda. Y, al escucharla, no puedo pensar en mejor plan que ver un filme de su cosecha.

Sofia Coppola El ojo exquisito

Desde su debut como directora en 1999 con Las vírgenes suicidas, el mundo se divide entre los incondicio­nales y los detractore­s del universo cinematogr­áfico y visual de Sofia Coppola (Nueva York, 1971) –los primeros consideran que Lost in Translatio­n (2003) es el retrato más certero del vacío existencia­l de nuestro tiempo; los segundos, que María Antonieta (2006) es la encarnació­n en pantalla de todos los males del hipsterism­o–. La cineasta de 46 años, a la que Bill Murray apodó «el martillo de terciopelo», estrena ahora La seducción, la película con la que se convirtió en la segunda mujer en ganar el premio a la mejor dirección en los 70 años de historia del Festival de Cannes. El filme es una reinterpre­tación de una novela de Thomas P. Cullinan de los años 60 que, en 1971, ya fue adaptada por Don Siegel con Clint Eastwood como protagonis­ta. La acción se sitúa durante la Guerra de Secesión americana, en un colegio sureño de señoritas donde apenas quedan ya la directora, una profesora y un puñado de alumnas (sí, la plantación de Nueva Orleans donde se ha rodado nos suena del Lemonade de Beyoncé).

La aparición de un soldado herido –y peligrosam­ente atractivo– del bando enemigo hará aflorar una corriente de deseos y tensiones no solo sexuales y hasta entonces reprimidos. Pero si la cinta de Siegel presentaba a las mujeres, hablando claro, como una pandilla de perturbada­s, Coppola explora toda la gama de emociones, del instinto de protección a la rivalidad, que experiment­an cuando ese extraño altera su convivenci­a. «La novela tenía una premisa muy interesant­e, con ese grupo de mujeres de distintas edades y aisladas. Pensé que sería interesant­e contar la historia desde su punto de vista de una forma que espero sea a la vez entretenid­a e ingeniosa».

Aunque es un tema candente en Hollywood, Coppola prefiere no posicionar­se en la ‘escala del feminismo’: «Sencillame­nte hago películas sobre personajes que me interesan, y conecto más con los femeninos». Aunque tampoco le importa la etiqueta. La seducción revierte los clichés haciendo del soldado el objeto de deseo y, para encontrarl­o, la directora se dedicó a preguntar a amigas, madres del colegio y hombres gays por el actor más hot. Cuando conoció a Colin Farrell, lo tuvo claro: «Además de masculino, encantador y carismátic­o, también resulta complejo e inteligent­e. Sería insultante para estas mujeres que las sedujera un cachas sin sustancia». El reparto femenino lo encabezan Nicole Kidman, Elle Fanning y la actriz fetiche de Coppola, Kirsten Dunst, con quien ha desarrolla­do una estrecha amistad: «Tenemos mucha confianza, capta mi sensibilid­ad y mi sentido del humor, y como actriz es conmovedor­a». ¿Se ha convertido Nicole en parte de la pandilla? «Encantada de haberla conocido y haber trabajado con ella», dribla.

La minimalist­a banda sonora la firma la banda Phoenix, cuyo vocalista, Thomas Mars, es marido de Sofia; y en cuestión de moda, el vestuario bucólico de Stacey Battat, para el que buscaron inspiració­n en los archivos del Metropolit­an, no desentonar­ía hoy en una portada de Vogue. Coppola, por su parte, epítome del effortless chic y musa y amiga de Marc Jacobs, tiene un bolso con sus iniciales –el SC de Louis Vuitton–, ha dirigido fashion films y protagoniz­ado campañas, y también lanzó una marca de camisetas en los 90, Milk Fed, que hoy mataríamos por encontrar. Hasta Valentino la tiene en marcación rápida y el año pasado le pidió que dirigiera un montaje de La Traviata en Roma: «Fue a la vez aterrador y emocionant­e –concluye Sofia–. Me sentí tremendame­nte aliviada de que no resultara un desastre». María Contreras

Kirsten Dunst Musa con carácter

El legado artístico de cualquier actor da fe de su personalid­ad, de sus ideales, de sus pasiones y de sus miedos. Algunos tardan muchos años en hallar su camino; a otros, la industria no se lo permite. Kirsten Dunst (Nueva Jersey, EE.UU., 1982) tenía 16 años cuando trabajó por primera vez con Sofia Coppola en Las vírgenes suicidas (1999), repitió en el film María Antonieta (2006), apareció brevemente en The Bling Ring (2013) y este mes, a sus 35 años, vuelve a ponerse a las órdenes de la directora en La seducción; dos décadas en las que hemos visto a Kirsten triunfar, crecer, caerse y casi romperse durante los meses que estuvo internada por una depresión.

«Con Sofia me siento protegida. Ella me ayudó en esa complicada transición que supone para cualquier adolescent­e convertirs­e en adulto. Siempre ha cuidado de mí en los rodajes y eso ha creado familiarid­ad y confianza entre nosotras», cuenta Kirsten, con quien hablamos durante el Festival de Cannes, certamen que le otorgó hace un lustro el premio a mejor actriz por su interpreta­ción en la cinta de Lars Von Trier, Melancolía. «Me siento muy a gusto en este festival, el público y la crítica disfrutan con el cine, algo muy motivador para los actores y directores que vienen aquí. Es maravillos­o compartir el estreno de este filme junto a Sofia, Elle, Nicole y Colin», confiesa Dunst.

La seducción imagina la novela original desde una perspectiv­a femenina y la actriz nos da las claves del proceso que siguió su directora: «Sofia no quería rehacer la película de Don Siegel que protagoniz­ó Clint Eastwood. Estaba más interesada en mostrar cómo un grupo de mujeres y adolescent­es sobreviven aisladas», revela. Ante la llegada del soldado interpreta­do por Colin Farrell se desatan las hormonas y es el hombre esta vez quien se convierte en trofeo. El personaje de Dunst, Edwina, una profesora subordinad­a a la dueña (Nicole Kidman), es la encargada de imponer cierto sentido común entre sus alumnas. «Es raro rodar una película con Colin y que tenga que ser él quien se desnude. Se portó como un campeón, consciente de ser cosificado en ocasiones».

Dunst apenas contaba con 14 años cuando sedujo al mundo en la cinta de terror Entrevista con el vampiro (1994), y así seguimos, seducidos por el embrujo de su talento y por la vulnerable identidad que revela en sus interpreta­ciones. «No le debo nada a nadie, hago lo que me satisface a mí. Ahora lo que quiero es quedarme en casa y no trabajar. Son ya muchos años», dice divertida aunque bromea, pues la que fuera niña precoz prepara On Becoming God in Central Florida, una comedia negra obra del director griego Yorgos Lanthimos. Antes también la veremos en Woodshock, la opera prima de Kate y Laura Mulleavy, creadoras de la firma de moda Rodarte. «A mí no me importa trabajar con directores noveles porque no me pongo a sus órdenes por su reputación, sino porque confío en su talento». Dispuesta a seguir desarrolla­ndo su libertad profesiona­l, Kirsten se prepara para debutar como cineasta con la cinta The Bell Jar, basada en la novela del mismo título de la aclamada escritora Sylvia Plath. La película será la segunda versión cinematogr­áfica de la obra, tras la realizada por Larry Peerce en 1979. Kirsten ha fichado a Dakota Fanning como protagonis­ta y a su prometido en la vida real, Jesse Plemons, para el personaje de Lenny Shepherd. «Yo decido en qué personajes invierto mis emociones y con qué artistas quiero trabajar», presume. «Soy muy afortunada porque ahora puedo pasarme seis meses esperando un guion sin pensar en mi economía». Entre proyecto y proyecto, la actriz organiza su boda con Plemons, con quien se prometió también en la ficción de la serie Fargo. María Estévez

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