PRIMERA PERSONA.
JOSEP FONT, DIRECTOR CREATIVO DE DELPOZO, NARRA POR QUÉ UNA MENTIRA PIADOSA SUPUSO SU ENTRADA EN LA MODA, DONDE (TAMBIÉN) CUMPLE TRES DÉCADAS.
Josep Font y sus 30 años en el mundo de la moda.
Me licencié en Arquitectura en junio de 1988, pero lo que mi familia no sabía es que también terminaba mis estudios de Diseño de Moda. Ser modisto no era algo que se entendiera en mi casa, pero tardaron poco en descubrirlo. Mientras solapaba ambas carreras, y por iniciativa de mi escuela de diseño, me presenté a un concurso en París de jóvenes creadores organizado por Air France y un medio japonés. Y gané el premio: una beca para irme a estudiar a Japón y exponer mi creación en el Museo de Artes Decorativas de París. El traje era un vestido midi marrón con estampado floral. La noticia salió publicada en un periódico nacional y, a raíz de ello, un tío lejano llamó a mi padre. Aún recuerdo cómo se acercó a mí esa misma tarde: «Si esto es lo que quieres hacer, hazlo, pero sé el mejor», me dijo. No obstante, mi formación en Arquitectura también ha definido mis diseños textiles. Lo que uno ha vivido, se nota en lo que hace después. El co- lor, la naturaleza y las siluetas me inspiran tanto como la proporción y el volumen.
Mis primeros desfiles en Barcelona fueron una aventura. Los diseñadores teníamos que hacer todo: la logística, los envíos, hasta las ventas. La moda era un nicho elitista, protegido del mundo real. Y las clientas –a diferencia de ahora– no veían la colección hasta que llegaba a tienda o aparecía en las revistas. Es decir, seis meses después de haberla presentado.
Nadie me hubiera podido decir en ese momento que lograría mi sueño de desfilar en la alta costura de París, pero sucedió en 2008 y durante cuatro temporadas. Me estrené en un almacén de techos altos del Louvre, donde guardaban las alfombras, cuyo recuerdo aún tengo fresco. El saber hacer parisino me marcó hasta la actualidad, ya que en Delpozo fusionamos la artesanía con la precisión industrial; tanto que nuestras bordadoras vienen de la escuela Lesage. Quiero pensar que recuperamos cierta delicadeza olvidada en la moda española en los últimos 15 años. Con ese objetivo empecé en Delpozo, en 2012: llevar la marca a una esfera internacional. Y por eso comenzamos a desfilar en Nueva York. Me resulta curioso que allí se me tildara de talento revelación y a Delpozo como una marca emergente. Yo me reía y decía que en realidad soy una vie
ja revelación, y Delpozo una marca reemergente.
Este año, tres décadas después de aquel destape familiar, hemos llevado a Londres nuestro desfile de otoño/invierno 2017-18. La razón es simple: con las redes sociales no importa si desfilas en Londres, París o Nueva York; importa cómo lo haces, ya que las imágenes recorren el mundo
«CON LAS REDES SOCIALES NO IMPORTA DÓNDE DESFILAS, SINO CÓMO LO HACES, YA QUE LAS IMÁGENES RECORREN EL MUNDO EN UN INSTANTE».
en un instante. Yo mismo tenía mi cuenta de Instagram privada pero, como evolución natural, la hice pública para mostrar un lado más personal.
Ahora también tomo inspiración de varias plataformas virtuales que me sirven como fuente de búsqueda. Gracias a ellas, he descubierto a algunos de los artistas con los que he colaborado en mis colecciones. Por ejemplo, la de primavera/verano 2018 incluye referencias a Mária Švarbová, una fotógrafa eslovaca muy joven que hizo una serie de imágenes minimalistas de piscinas, muy puristas y delicadas. Antes si no ibas a una exposición o te topabas con un libro suyo, no los descubrías. Ahora, con Internet, todo está a un clic. Por eso creo que Delpozo, a diferencia de otras firmas, es un proyecto que nace de la mano de las redes sociales: nuestros primeros distribuidores fueron Moda Operandi y Net-a-Porter, dos tiendas naturalmente digitales, una bajo el concepto de trunk show, otra como e-commerce de lujo. A todos en la empresa nos sorprendió que los primeros que quisieran vender nuestra ropa fueran titanes virtuales. Pero desde entonces, nos hemos expandido a otros como Matches Fashion, Stylebop o MyTheresa, a las que han seguido tiendas tradicionales.
Reinventarme me da energía. Mi cuarta década en la industria acaba de empezar y tengo muchas ganas de ver qué le deparan los siguientes 30 años a Vogue, a Delpozo y a todos los que formamos parte del universo de la moda