HOMENAJE.
DISEÑADOR Y ESTILISTA RADICAL QUE DEJÓ SU POSO EN LA CULTURA POP DESDE SU DEBUT EN LOS 80, JUDY BLAME FALLECIÓ EN FEBRERO. ASÍ LE RECUERDAN SUS COLABORADORES.
El recordado Judy Blame.
Cuenta la leyenda que Ramones compusieron Judy Is A Punk en su honor. Es casi imposible que ese (o esa) Judy que perseguía al cuarteto neoyorquino fuera este chaval que pasó la adolescencia en una granja de Devonshire, en Inglaterra –y también parte de su infancia en Madrid, donde su padre fue destinado–. Pero Christopher Barnes (1960-2018), su nombre real, fue sin duda un punk. Con 16 años, una visita a Seditionaries, la famosa tienda de Vivienne Westwood y Malcolm McLaren en Londres, le daría alas. Pero la creatividad radical de Judy Blame ya había encontrado su razón de ser en el do it yourself (hazlo tú mismo), la filosofía que definiría su vida y obra. «Siempre fue un defensor de los desamparados, siempre feroz antifascista y anti- establishment, siempre inspirador, siempre inmensamente talentoso y siempre cien por cien brillante», decía el fotógrafo Nick Knight al conocer su muerte.
Sus caminos se habían cruzado en ese agitado Londres que desafiaba al conservadurismo en los clubes de noche. En Blitz o Cha-Cha, la sesión que fundó en la discoteca gay Heaven junto a la peluquera Scarlett Cannon, Blame brilló al crear extraordinarios accesorios cuajados de botones, imperdibles y materiales de desecho, fetiche y vehículo para criticar la sobreproducción del mundo moderno.
La creación de la vanguardista tienda House of Beauty and Culture en 1986, junto al diseñador John Moore y el fotógrafo Mark Lebon, entre otros, fue un hito que influyó en Martin Margiela, Leigh Bowery o el cineasta Derek Jarman, algunos de sus clientes. «A los 18, me mudé a la casa de Neneh Cherry con Judy y nuestro amigo Michael Boadi», recordaba Edward Enninful, director de la edición británica de Vogue. «Siempre estaba haciendo cosas: coser botones, hacer joyas o álbumes de recortes». Estilista en i-D y The Face, y colaborador de Björk o Massive Attack, encontró en las firmas de moda un aliado para su creatividad. «Fue uno de mis héroes personales», recuerda Jeremy Scott, su último colaborador. «Me siento afortunado por haber podido trabajar con él creando estas boinas con objetos encontrados. Su singular visión hace de su trabajo algo inolvidable»