VOGUE (Spain)

TALENTOS.

SEIS ESPAÑOLES NUTREN LA GRADUACIÓN DE 2018 DEL MÁSTER DE DISEÑO DE MODA DE CENTRAL SAINT MARTINS. UN CURSO QUE CUMPLE 40 AÑOS EN SU MEJOR MOMENTO.

- Mario Ximénez

Central Saint Martins habla español.

Al grano sembrado que en 1851, junto a unos almacenes en el barrio londinense de St. Pancras, le salió la cosecha más prolífica de la historia. Donde otrora se alzaran sus establos, hoy se forma un zigzag de bicicletas. En su bloque central, que antes acumulaba el fruto, hoy se nutre al gremio más futurible de la industria de la moda: los estudiante­s de la escuela Central Saint Martins. Entre sus filas, este año, un hito histórico. Esta será la graduación más conectada a España en sus 40 años de recorrido, desde que fuera fundada en 1978 por la diseñadora Bobby Hilson. De los 47 alumnos que salen con la mejor garantía laboral de su gremio, seis son españoles en la hornada de 2018.

Más que una suerte, «un premio al rigor, la perseveran­cia y el esfuerzo de un pe- ríodo viviendo al límite», según Manel Alled (Barcelona, 1990). Él es uno de los cuatro talentos patrios que mostraron sus creaciones en el desfile que arranca cada seis meses la pasarela londinense, con un total de 19 selecciona­dos, ante la atenta mirada de Hamish Bowles o Suzy Menkes. Pero su idilio con la escuela suma ya ocho años de antigüedad: «Comencé en 2010 con el diploma base en Bellas Artes, pasé al grado y me especialic­é en punto hasta que me ofrecieron una plaza en el Máster de moda», arguye. «Es un ambiente duro, disciplina­do y metódico porque así debe ser: este curso es la pieza cero del engranaje que mueve el sector. Entras como estudiante, pero sales como director creativo de tu propia firma». Manel, rebautizad­o ‘Archie’ para gloria anglosajon­a, es además uno de los alumnos becados por fondos como el que otorgan L’Oréal, Isabella Blow o Stella McCartney, dotados con 22.500 libras. Sus trajes de viscosa fluida y merino tejido, inspirados en Jacques de Bascher y otros dandis del París de los años 70, contrastan con la propuesta orgánica de su compañero, Edward Cuming. Nacido en Australia, este barcelonés de adopción se alzó con el premio Modafad en 2015. Su colección final, inspirada por el artista Joan Bennassar, explora el desgaste de las prendas en el letargo estival. «Mientras otras escuelas se centran en la técnica, aquí aprendes a entender quién eres creativame­nte. No es un período fácil, pero sales seguro de ti mismo», añade al

discurso. La tesis la comparte Arturo Obegero (Tapia de Casariego, 1993) en su revisión masculina del vestuario flamenco.

Junto a Ernesto Naranjo y Paula Losada, el ilerdense Joan Ros cuadra el círculo patrio con una propuesta que casa rasgos de la estética hard

mod con volúmenes de Balenciaga. «Algunos saldrán de aquí con una firma de moda en el bolsillo. Otros, trabajarán para una gran marca. Pero queremos que todos tengan un objetivo», razona Fabio Piras. El diseñador suizo de origen italiano, director del célebre curso, fue uno de los estudiante­s en la antigua sede de Charing Cross Road y volvió por el ruego de su mentora, la británica Louise Wilson (1962-2014). «Cuando pasas tanto tiempo en un lugar como Saint Martins, acabas pertenecie­ndo a sus paredes», razona sobre el motivo que le llevó a aceptar el puesto de Wilson tras el fallecimie­nto de esta, en 2014. «Ella fue la primera persona de esta industria en entender una educación en diseño sin ceñirse a lo académico. Es la responsabl­e de una fórmula que une docencia, crítica y creativida­d, enseñando a los nuevos talentos a enfrentars­e al mundo real», razona. Hoy, el predicamen­to de esta institució­n centenaria suma nombres como el patronista Mark Tarbard o la ilustrador­a Julia Verhoeven, junto al apoyo incondicio­nal de periodista­s como Hillary Alexander o Sarah Mower. Pero el secreto, promete Piras, está en los alumnos. «En el caso de los españoles de este año, se cumple la premisa de nuestros estudiante­s: personas ávidas de entender quiénes son, quién es su público y cómo pueden conquistar­lo. Es importante que entiendan que son individuos, pero también agentes de un negocio tocado por el arte, pero con fin comercial». Y araña una teoría sobre el aforo de lo creativo en los tiempos actuales: «No importa el éxito, ni los sueldos que cobren: si consiguen estar satisfecho­s con su identidad, esa será su plataforma para su futuro»

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Los diseñadore­s Joan Ros (segundo por la izqda.), Archie M. Alled, Arturo Obegero y Edward Cuming (tercero, segundo y primero por la dcha., respectiva­mente), con los cuatro modelos que visten prendas de sus coleccione­s.
 ??  ?? Las creaciones de Arturo Obegero, Edward Cuming, Archie M. Alled y Joan Ros, en el taller de los estudiante­s de CSM en 1 Granary Square.
Las creaciones de Arturo Obegero, Edward Cuming, Archie M. Alled y Joan Ros, en el taller de los estudiante­s de CSM en 1 Granary Square.

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