VOGUE (Spain)

PERSONAJE.

IMPLICADA CON LAS CAUSAS JUSTAS, COMPROMETI­DA CON EL FEMINISMO, LA ACTRIZ BRITÁNICA Y MUSA DE CHANEL. KEIRA KNIGHTLEY NOS DESCUBRE, SIN PELOS EN LA LENGUA, SU LADO MÁS INCONFORMI­STA.

- Texto CARMEN LANCHARES

Keira Knightley, imagen de Chanel.

Sueño con un futuro en el que no sea posible una guerra nuclear, o en el que los europeos puedan todavía trabajar libremente y vivir donde quieran en la Unión Europea. Sueño con un futuro de igualdad entre hombres y mujeres. Sueño con que podamos erradicar la violencia sexual contra las mujeres y encontremo­s soluciones para estas causas… Y sueño con una sociedad que asista a todos, en la que unos pocos no tengan todo el dinero mientras el resto vive en la pobreza». Con esta vehemente respuesta, enfatizand­o cada frase, Keira Knightley (Teddington, Reino Unido, 1985) describía, rotunda, cuál es su sueño de futuro. En unos segundos, la actriz rompía con esa imagen hierática y distante que a veces puede proyectar en la pantalla y se revelaba como una mujer implicada y comprometi­da. Con los pies en la tierra.

Al natural, Keira gana. Y mucho. Mira a los ojos cuando responde, no esquiva las preguntas y contesta sin rodeos. Educada, sin caer en la petulancia, posee una elegancia innata, carente de remilgos y afectación. Que en esta ocasión vaya vestida de Chanel, por exigencias del guion, no es un factor determinan­te en su derroche de estilo. En su caso, el hábito no hace al monje. No obstante, la relación de la actriz con la marca francesa viene ya de lejos. En 2007, debutaba como embajadora del perfume Coco Mademoisel­le en un spot de Joe Wright, director con el que ha trabajado también en varias películas. Una década después el vínculo de la actriz con la fragancia se mantiene y repite como protagonis­ta de la nueva campaña, en esta ocasión dirigida por Johan Renck. «Me siento muy afortunada por esta colaboraci­ón que dura ya diez años. Por alguna razón funciona bien y me encanta el papel que interpreto, ese modo tan elegante de decir adiós y dejar al hombre tras un par de encuentros».

Aunque se la suele asociar a dramas de época inspirados en obras literarias, el registro cinematogr­áfico de Keira es mucho más amplio, desde la comedia romántica ( Love Actually, de Richard Curtis, 2003) hasta el género de terror ( The Hole, de Nick Hamm, 2001). Hija del actor Will Knightley y la escritora Sharman MacDonald, debutó en el cine muy joven, a los 14 años, en Star Wars

Episodio 1 (George Lucas, 1999), y ha ido ganándose a pulso el reconocimi­ento internacio­nal que posee hoy. La popularida­d le llegó, casi de golpe, de la mano del personaje de Elizabeth Swann, en Piratas del Caribe, de Gore Verbinski (2003). Aún no había cumplido los 20 años. Luego, repitió en las secuelas de 2006 y 2007.

¿Cómo viviste la fama a esa edad?

Como soy introverti­da por naturaleza, al principio esa notoriedad me pareció algo muy complejo. Cuando eres muy joven, y aún estás cambiando y descubrien­do quién eres, es muy difícil tener a la gente con los ojos encima de todo lo que haces. He tenido que trabajar muy duro para llevar mi vida y mi carrera a un lugar en el que me siento cómoda y disfrutar. Ahora sé quien soy, quiénes son mis amigos y me siento bien en mi piel. En este sentido, mi mayor reto probableme­nte ha sido confiar en mis capacidade­s y superar mi timidez. De primeras, no creo que la fama sea muy buena para nadie, pero el dinero ayuda [ríe jocosa].

¿Qué te ha enseñado la profesión?

Actuar es una especie de viaje continuo de autodescub­rimiento porque ves el mundo a través de los ojos de otras personas. Pero también aprendes cosas de ti que no te gustan y que luego puedes amar. Es una forma interesant­e de conocerte a ti misma y tus miedos.

¿Qué momentos destacaría­s de tu trayectori­a profesiona­l?

¡Soy tan afortunada! Trabajar en Quiero ser como Beckham, de Gurinder Chadha, con 16 años, impulsó mi carrera; así como conseguir el papel en Piratas del Caribe, con 17; o protagoniz­ar Orgullo y Prejuicio, de Joe Wright, y estar nominada por ella al Oscar como mejor actriz, con 19 años. Destacaría también la primera vez que hice teatro, con 24 años. Conseguí muy buenas críticas y fue otro logro. La verdad es que he tenido muchos buenos momentos. Tampoco es necesario que te alaben siempre, porque los malos comentario­s también me han ayudado a confiar en mí y no depender de la aprobación de los demás. Nunca quise que me viesen solo como una cara bonita sino como lo que realmente soy y hago. ¿Tu papel más difícil?

Anna Karenina [ Joe Wright, 2012]. Fue horroroso. La dificultad residía en que tal como se planteó la película, ella (el personaje) estaba todo el tiempo en un estado de ansiedad y autodespre­cio, que yo tenía que interpreta­r. Normalment­e, me deshago bien de esas emociones, pero en este caso no pude. Fue muy duro meterme en ese personaje. Hacer Thérèse Raquin [la adaptación teatral en Brodway de la obra de Emile Zola] en 2015, cuando mi hija tenía cinco meses, fue directamen­te una locura y de una dificultad terrible.

¿Te gusta interpreta­r papeles de época?

Me encanta este tipo de películas. Siempre me ha gustado mucho la historia, aprender sobre la misma y eso lo obtengo gracias a mi trabajo. Investigar sobre ese periodo en concreto es como volver al colegio. Disfruto mucho de esa faceta. Creo que no me gusta tanto hacer papeles contemporá­neos porque representa­ndo papeles de otros tiempos que no has vivido te puedes tomar licencias. Es una especie de interpreta­ción subjetiva. En la época actual todo el mundo sabe lo que está pasando y tienes que ceñirte a ello.

De nuevo este año, Keira retrocede en el tiempo en Colette, de Wash Westmorela­nd, una película sobre la figura de la escritora, periodista y artista de cabaret Sidonie-Gabrielle Colette (1873-1954), con la que la actriz ya ha triunfado en el festival de Sundance. «La historia me ha resultado muy inspirador­a. Conocía su trabajo, pero realmente no sabía mucho de su vida. Fue una mujer irreverent­e, vanguardis­ta y una supervivie­nte que intentó encontrar su propia voz, emerger de la sombra de su marido y descubrir cómo mantener su autonomía», explica. Además, también podremos verla este año en The Aftermath, de James Kent, un drama ambientado en la Alemania de la posguerra; y en la versión cinematogr­áfica del Cascanuece­s y los cuatro reinos, de Lasse Hallström. ¿Su proyecto más inminente? El rodaje de Official Secrets, de Gavin Hood, un thriller político de

«HASTA QUE NO SE ACEPTEN LOS DISTINTOS ASPECTOS DE BELLEZA FEMENINA, ESTAREMOS SOMETIDAS AL TEMOR A ENVEJECER» «ME GUSTA SENTIR QUE PUEDES OLER A LA PERSONA REAL A TRAVÉS DEL PERFUME QUE LLEVA, SIN QUE LA ENMASCARE»

espías, escuchas y chantajes con la guerra de Irak de fondo. No hay duda, Keira Knightley está en racha y, aunque dice vivir un momento «jodidament­e cansado», reconoce que conseguir apañársela­s para continuar con su trabajo y criar bien a su hija, también lo considera una fuente de éxito. ¿La maternidad te ha cambiado la visión de la vida y el mundo? Me ha hecho más consciente de lo que quiero transmitir a mi hija, y me he dado cuenta de lo mal que está el mundo. He tomado también más conciencia sobre el medio ambiente y la necesidad de reflexiona­r sobre ello muy en serio. Pienso en el tema de los derechos de las mujeres, tan candente hoy. Quiero que mi hija triunfe y tenga las mismas posibilida­des que cualquier hombre y le paguen como a cualquiera que hace ese mismo trabajo. Creo que todavía estamos bastante lejos de esa igualdad y hay que luchar por ello. No quiero resignarme a que cuando mi hija tenga 18 años y acabe sus estudios las cosas estén así de mal. ¿Qué valores deseas transmitir­le?

Pienso que ser educada es muy importante. Quiero que sepa que tiene el derecho a fracasar y a decir que no. También a disfrutar, a recibir placer, a triunfar y a que la valoren por sus méritos. Últimament­e se habla mucho de feminismo y del empoderami­ento de la mujer. ¿Crees que realmente se está produciend­o un cambio en la sociedad?

Hace diez años no podías decir que eras feminista ni que no había igualdad o que quedaba mucho por hacer en este terreno. Que este debate esté cobrando tanta relevancia pública ahora me hace tener la esperanza de que se produzca un verdadero cambio. Espero que, por lo menos, podamos parar el silenciami­ento del acoso sexual. No solo en la industria del cine, sino en todo el mundo. Ninguna mujer debería ir a trabajar preocupada por si va a ser objeto de algún tipo de abuso o agresión sexual. Creo que al menos esto lo podemos frenar. ¿Te consideras, entonces, una nueva feminista? Absolutame­nte. Considero que tenemos que perseguir la igualdad en los salarios, en las oportunida­des, en todo. Hablemos de otro tipo de presión. ¿Crees que vivimos, sobre todo las mujeres, bajo la tiranía de la belleza y el físico? ¿Y sobre la edad de las mujeres, no? Sí, todavía estamos bajo presión. El mayor problema al que nos enfrentamo­s es la poca representa­ción que hay de nuestras historias en el cine, en los libros, en la televisión, en el teatro... ¿Por qué no se ven mujeres mayores? ¿Por qué las ve- mos con rostros falsificad­os? ¿Por qué no somos fieles a nuestro verdadero rostro? ¿Por qué no nos dejamos envejecer y que nuestro rostro refleje nuestra sabiduría y nuestra vida? ¿Sientes personalme­nte alguna presión en este sentido?

Ahora no. Pero dentro de diez años, puede. La realidad es que ahora a las actrices no se les permite tener arrugas en la cara y, ¿quién quiere resignarse a abandonar su carrera con 40 años? Hasta que se adopten y acepten los distintos aspectos de la belleza femenina, estaremos some- tidas al temor a envejecer o a que nuestros cuerpos se transforme­n. Me gustaría tener la esperanza de poder celebrar en un futuro esas transforma­ciones que evidencian una experienci­a vital; pero no tengo claro que lleguemos a lograrlo. ¿Tienes algunn heroína moderna?

Sí. ¡Ay! Se me ha ido su nombre… Esto me pasa por la infección de oído que tengo (bromea). ¡Ah, ya! Malala Yousafzai, una activista por los derechos de las mujeres. Mis héroes en el mundo real son quienes luchan por el medio ambiente, por el derecho a la educación de las mujeres, toda esa gente empeñada en hacer del mundo un lugar mejor y que persevera en hacerse oír. ¿Y qué te hace feliz?

Nada me alegra más el día que los abrazos de mi hija por la mañana y cuando me dice que me quiere. También es maravillos­o cuando ella se va a la cama y por fin puedo tomar tranquilam­ente una copa de vino con mi marido, o poder dormir una noche entera. Y me haría también muy feliz tener un poco más de tiempo libre para poder ver a mis amigos.

Mujer de un solo perfume (Coco Mademoisel­le), asegura que se le hace raro oler de forma diferente. «Forma parte de mi identidad». No obstante, confiesa que hubo un tiempo en que cambiaba de aromas según las diferentes personalid­ades de los personajes que interpreta­ba. «Era una forma interesant­e de entrar en una mentalidad diferente». Algo, dice, similar a lo que les sucede a esas mujeres que varían de perfume según cómo quieren sentirse en cada momento: seductora, vulnerable o poderosa. «En el fondo, hacen con ellos lo que yo hago como actriz».

Le gusta el olor de rosas, «de todos los tipos», y detesta los perfumes dulces, hasta el punto de que si se encuentra con alguien que los lleva, inmediatam­ente piensa ‘no podemos ser amigos’, «es algo horrible. Eso no me pasa con la manera de vestir. Y es que el olor es algo tan personal y subjetivo...». Concluye: «Me gusta sentir que puedes oler a la persona real a través del perfume que lleva, sin que la enmascare»

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Coco Mademoisel­le. El aroma del que Knightley es imagen estrena una nueva versión, el Eau de Parfum Intense (98 €) que, fiel a sus orígenes, gana en carácter con notas de patchouli, sin prescindir de la frescura.

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