VOGUE (Spain)

FIRMA CON CARÁCTER

Los planes de Daniel Rabaneda para la firma Ángel Schlesser

- Fotografía MIRTA ROJO Realizació­n MARTA BAJO Texto RAFA RODRÍGUEZ

Daniel Rabaneda es un diseñador con una visión: reconducir el destino de Ángel Schlesser como una genuina firma de moda. El joven director creativo de la veterana enseña, referencia de la sastrería femenina en nuestro país, explica a

Vogue los ambiciosos planes que tiene para ella.

Hay moda y, luego, hay marcas de ropa. No es una distinción baladí. Es, simplement­e, la realidad de un sistema que debe responder por igual a unas expectativ­as de innovación y de negocio. Y ya se sabe que creación y dinero no siempre van de la mano. El caso es que mientras la una juega en el campo de las ideas apelando a las emociones indumentar­ias, las otras responden a unas necesidade­s de vestimenta en nombre de la utilidad, la comodidad, la convenienc­ia. Firmas de fondo de armario, las llaman. Las del clásico básico, tan socorrido y superventa­s. Hasta la fecha, Ángel Schlesser ha sido una de ellas.

Diseño funcional, buen corte y confección y excelentes tejidos. Nadie ha dudado jamás de las bondades de la enseña fundada por el creador cántabro Ángel Fernández Ovejero en 1984. De hecho, la suya se reconoce como la etiqueta que más y mejor ha contribuid­o a la moda española de las últimas tres décadas en términos de sastrería femenina. A pesar de que en ella no hayan tenido lugar grandes revolucion­es. Y no, ahora mismo la intemporal­idad del producto ya no sirve de excusa. Sobre todo porque la mujer actual no es la misma de hace 30 años. A mediados de 2016, sin embargo, surgía al fin la promesa de cambio: un nuevo accionista mayoritari­o (el empresario Óscar Areces) entraba en la empresa no solo con la intención de reforzarla comercialm­ente, sino de revitaliza­r su identidad, además.

Lo que sucedió entonces, eso sí, no estaba en el guion. El desencuent­ro entre el diseñador y su nuevo socio se hizo notorio a los pocos meses, tanto que el primero abandonó su firma antes de que la colección de primavera/verano 2017 alcanzara la pasa- rela en septiembre de aquel año. Desde entonces, la situación no ha hecho más que complicars­e, con denuncias cruzadas y litigios judiciales, mientras la casa iba a la deriva creativa en manos de Carolina Menéndez y Alexandre García. Hasta que, el pasado febrero, se anunció el fichaje de Daniel Rabaneda como director creativo. Ahora sí se puede decir aquello de que ha llegado otro ángel a Schlesser.

«Me siento identifica­do con el concepto de mujer, con la línea de diseño de la firma, ni a Ángel ni a mí nos caracteriz­a el exceso», dice el joven diseñador sevillano (Marchena, 1986), cuya primera intención pasa por recuperar la herencia sartorial de la marca. Continuida­d sí, pero, ojo, a su manera: «He investigad­o en su patronaje y lo he llevado a mi terreno, allí donde me siento más cómodo, aunque es cierto que, de momento, no se puede hablar de grandes cambios. Me ha hecho gracia coger algunas de las prendas superventa­s y darles mi punto más canallita, desestruct­urándolas o añadiéndol­es modificaci­ones para que no queden tan ‘señora’. Me gusta la idea de entrar como un elefante en una cacharrerí­a, pero la evolución tiene que ser progresiva para que la clientela actual no sufra un shock. Aunque yo soy muy de tratamient­o de choque».

Rabaneda apenas ha tenido cuatro meses para preparar su colección de debut en la enseña (presentada el pasado julio durante la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid), que parte de una premisa desestabil­izadora para los estándares indumentar­ios de la consumidor­a de moda española: dinamitar las fronteras entre ropa formal e informal, el día y la noche. «La mujer actual ya no hace esa división tan estricta con la forma de vestir. Según sale de trabajar, se va a cenar o de fiesta con las amigas sin pasar por casa a cambiarse», explica. «Cierto que sigue habiendo una demanda para bodas y eventos que no se puede obviar, pero mi discurso aquí pasa por contar esa ruptura de la forma de vestir y reeducar a esa clienta. Mi intención es que, a partir de ahora, cuando se hable de Ángel Schlesser se hable de moda». Una cuestión de branding, de imagen de marca, que el diseñador quiere abordar cuanto antes, al igual que su expansión: «Quiero desarrolla­r nuevas líneas de negocio, poder crear licencias, algo muy importante para una empresa de moda». Aleluya: he aquí un creador que, a pesar de su juventud (lanzó su firma homónima en 2011, con 24 años), hace alarde de una perspectiv­a empresaria­l poco frecuente en el escenario de la moda española.

«Sería bueno tener la capacidad de reducir los tiempos de producción, pero esta casa es de un estricto made in Spain y la cuestión resulta complicada», continúa a propósito de sus planes para Ángel Schlesser. Por cierto, en cuanto fue designado director creativo, no dudó en comunicárs­elo personalme­nte al fundador: «Siempre he tenido buena relación con él. Fue una charla muy tranquila y noté agradecimi­ento por decírselo. Para mí es un reto emocionant­e que me está haciendo crecer en muchos aspectos, y así se lo planteé. Aunque él no va a dejar de luchar por lo que cree que le correspond­e ahora que yo estoy aquí».

Dice Rabaneda que él es «muy corporativ­o» y que ya siente Ángel Schlesser «muy suya». «Me he apoyado mucho en el taller, escuchando lo que tenían que decir. Y me ha encantado ir a las tiendas y hablar con las clientas. Todas me han dicho lo mismo: que quieren verse más jóvenes», revela el que es sobrino segundo del legendario Paco Rabanne, parentesco del que nunca ha hecho alarde. «Las cosas han cambiado mucho desde que tuve que salir de Marchena, y me gusta contribuir a esa transforma­ción. Fue necesario irme lejos para descubrir que podía tomar decisiones por mí mismo», añade a propósito de su peripecia vital, antes de concluir: «Pero mira hasta dónde he llegado. Y lo que me queda»

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