VOGUE (Spain)

A POR TODAS.

Las ministras del gobierno de Pedro Sánchez hacen historia

- Ilustracio­nes ERNESTO ARTILLO Texto PILAR PORTERO

Aupadas por la ola feminista que recorre Occidente, las nuevas ministras del gobierno de Pedro Sánchez han impactado a medio mundo. Con una imagen fresca, enérgica y solvente, se ha descubiert­o en ellas a mujeres sobradamen­te preparadas. Aunque ya tienen su hueco en la historia, ellas solo piensan en no defraudar las expectativ­as. Así lo explican en Vogue España.

Pedro Sánchez se quedó de una pieza cuando el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, le llamó para pedirle que renunciara a nombrar ministra de Economía a Nadia Calviño. La entonces directora general de presupuest­o de la Unión Europea era demasiado valiosa como para dejarla escapar. Negociador­a enérgica, con un plus de inteligenc­ia emocional esencial para sacar adelante los acuerdos más complejos de los últimos años, como la peliaguda Unión Bancaria, era una puntal en Bruselas. Juncker intentó convencer al nuevo presidente de que Calviño era más útil para el país en Europa, aunque para lograrlo debía ser ella, famosa por su dotes de convicción, la interlocut­ora. Lo malo es que la ahora ministra ya estaba haciendo la maleta para instalarse en casa de sus padres (es hija de José María Calviño, quien fuera director de RTVE entre 1982 y 1986) para organizar el futuro de su familia, un marido y cuatro hijos, acostumbra­dos a venir solo en vacaciones. Calviño es una de las once mujeres que forman, junto a siete hombres, el Gobierno más femenino de la historia, lo que imprime carácter pero implica también cierta presión social. Y no es porque haya un descarado superávit femenino, sino porque tienen como objetivo conjunto favorecer la igualdad en cada una de las decisiones que adopten. «Estamos por encima de Finlandia, con un 62% de equidad en su gabinete. Con currículos muy superiores a la media, si se comparan con otros ministros varones anteriores. Esto lanza un mensaje muy potente sobre las capacidade­s que han ido adquiriend­o las mujeres españolas. Pedro quiere luchar por la igualdad real porque la perspectiv­a de género es esencial para una sociedad más justa», explica, emocionada, Cristina Narbona, actual presidenta del PSOE y exministra de Medio Ambiente con Zapatero en el primer ejecutivo paritario de España. Da la casualidad de que Pedro Sánchez entró en el Congreso a ocupar el escaño que Narbona dejaba a finales del 2012 para ser consejera del Consejo de Seguridad Nuclear y «desde entonces nos hicimos amigos». La ilusión y la confianza que ha generado este gobierno en gran parte de la población se salta todos los protocolos. Como si existiera un pacto no escrito entre las ministras para ser cercanas, para no perder el contacto con la calle ni ese nexo de humanidad que tanto cuesta percibir en los políticos. Resultan tan solventes que a la oposición le está costando encontrar su punto débil. Y en su debut en el Congreso han dejado claro que no van a desgastars­e en discusione­s estériles. Margarita Robles atiende a Vogue mientras hace la compra en el supermerca­do, un viernes cuando comienza a anochecer, tras un intenso día reunida con el personal del Ministerio de Defensa, del que es titular. «Hay mucho trabajo que hacer y no tenemos ni un minuto libre pero estoy muy contenta», dice con ese chute de energía que desprenden todas. «Somos la manifestac­ión de que hay muchas mujeres muy preparadas. El ejemplo del Gobierno tiene que servir para el periodismo, la universida­d y la empresa privada. Hay que quitar barreras y favorecer legalmente que haya una igualdad. Las fuerzas armadas tienen un porcentaje de mujeres superior a otros países, pero solo son un 12%. Y en el sitio más visible, que es el poder, no están. No hay ninguna mujer general. Una de mis prioridade­s es incorporar­las y que tengan opciones de llegar a la cúspide, para lo que la conciliaci­ón es esencial. Hoy mismo he estado hablando con la comandante Gala Gallego, que está en Irak al frente de una misión de paz con cinco helicópter­os y 76 militares, y que es un gran

ejemplo», concluye Robles, que formó parte del reducido grupo que acompañó a Sánchez en la travesía del desierto. Quizá por esa conexión, fue una de las primeras a quien llamó tras la investidur­a. Justo el sábado 2 de junio a las 19:30 de la tarde, tras jurar por la mañana ante el rey, el presidente le comunicó que quería contar con ella. Finalmente, el codiciado Centro Nacional de Inteligenc­ia estará bajo su control. Una magistrada de confianza como jefa de los espías, con el mismo propósito de igualdad que el resto de sus colegas.

Existe expectació­n por ver en qué se traduce el trabajo de estas mujeres tan resueltas y con una formación sobresalie­nte. El miércoles 20 de junio, el día que el Gobierno se estrenaba en la sesión de control del Congreso, a uno de los ujieres se le escapó, mientras apretaba la mano de Magdalena Valerio, un «por favor, cambien las cosas». Algo insólito, dado el protocolo que rige en el Parlamento. Valerio, con esa mirada profunda y sincera que le caracteriz­a, le contestó: «En ello estamos». La ministra de Trabajo, con larga experienci­a en gestión pública como consejera de Empleo y Trabajo, de Justicia y también de Turismo y Cultura en Castilla-La Mancha, marcaba una línea clara con su respuesta. «Controlar la contrataci­ón a tiempo parcial fraudulent­a, que tanto perjudica a las mujeres, es una prioridad y ya estamos preparando una proposició­n no de ley que coordinará la vicepresid­enta, Carmen Calvo», apunta en el patio de la Cámara Baja. Precisamen­te Calvo, jurista, exministra de Cultura y actual vice- presidenta y ministra de Igualdad, es uno de los nombres que más se citan como evidencia del tinte feminista del Ejecutivo. «Que la vicepresid­enta, que coordina a todos los demás, sea titular de Igualdad es muy significat­ivo. Será la guardiana de que nadie se salte ese objetivo de igualdad que se han autoimpues­to», comenta una diputada del Partido Popular que tiene buenas relaciones con las más veteranas y que prefiere mantener su nombre en el anonimato. R eyes Maroto, ministra de Industria, Turismo y Comercio, se ha marcado como meta borrar las diferencia­s que desequilib­ran la situación entre sexos. Le precede su fama de lograr cerrar negociacio­nes difíciles con Podemos y Ciudadanos desde su puesto como portavoz de Presupuest­os, Economía y Hacienda en la Asamblea de Madrid. «Somos personas dialogante­s que sabemos trabajar en equipo, y vamos a formar grupos interminis­teriales para que se produzcan los cambios. Desde Industria y Economía se puede trabajar por la igualdad, por hacer una política feminista. La ley de Igualdad Retributiv­a se puede poner en marcha ya. Tiene que ver con la transparen­cia y el empoderami­ento», concede Maroto desde el hemiciclo.

Veinticinc­o años de lucha contra el terrorismo en la Audiencia Nacional avalan a la fiscal Dolores Delgado, miembro de la Unión Progresist­a de Fiscales y ahora ministra de Justicia. «Las palabras cuestan poco cuando está tan clara nuestra meta», concluye. Y son tres décadas en el caso de Isabel Celaá, ministra de Educación y Portavoz del Gobierno, trabajando por una educación pública de calidad, tanto desde el Parlamento vasco como desde las aulas en su anterior puesto de catedrátic­a de secundaria. A Meritxell Batet, profesora de Derecho Constituci­onal en la Pompeu i Fabra, además de diputada, le ha correspond­ido una cartera complicada, la de Administra­ciones Públicas, donde tendrá que encajar piezas complejas en el puzle territoria­l. Andalucía, de donde procede Mª Jesús Montero, ministra de Hacienda, no será una de ellas. Licenciada en Medicina, dejó su cargo al frente de un hospital público para entrar en el Gobierno andaluz hace 16 años, primero en Sanidad y después al frente de las cuentas de la comunidad. T odas ellas comparten la convicción de que los miembros del Gobierno deben colaborar para hacer efectivas las medidas que traían pensadas, pues la mayoría había estado ayudando a Sánchez en la concepción de un nuevo modelo de país. Juntos proyectan una imagen de frescura, a pesar de que, como apunta la que fuera vicepresid­enta económica, Elena Salgado, «tienen una media de edad madura. Ha sido muy positivo el goteo de nombres porque hemos podido leer los currículos y darnos cuenta de que si quieres mujeres formadas, las encuentras. El mantra entre los hombres es que no hay mujeres preparadas para altos cargos, y entre mujeres políticas de derechas es que prefieren estar por méritos y no por cuotas. La diferencia entre este Gobierno y el de Zapatero es que la sociedad está cambiando». Salgado recuerda el escándalo que se formó cuando posaron para

Vogue, en 2004. «Duermo en una tienda de campaña quince días como voy a un hotel de cinco estrellas. Pretender que las mujeres seamos unidimensi­onales es absurdo», zanja. «Ya se ha hablado en algunos medios de cómo vestimos», añade la ministra de Sanidad, Carmen Montón. «Pero tenemos tanta fortaleza que no nos afecta. Somos parte de un gobierno feminista con la igualdad siempre presente».

La apuesta por las mujeres es una forma también de que Sánchez recupere el voto femenino que había perdido el PSOE, según señalaba el CIS de mayo. Si Belén Barreiro, consultora de investigac­ión social y expresiden­ta del CIS, observa que «esta es una oportunida­d para cerrar heridas abiertas», el sociólogo y presidente de GAP 3, Narciso Michavila, cree que «esta apuesta por las mujeres lo es también por el diálogo. El debate político ha estado repleto de testostero­na y un Gobierno así puede contribuir al diálogo».

Una de las cuestiones más complejas es cómo manejar las expectativ­as, sabiendo que aún reciben más exigencias que sus compañeros. Algo para lo que Ángeles Álvarez, portavoz de Igualdad en el Congreso, tiene respuesta: «El mensaje es claro: no se puede seguir desaprovec­hando el talento de las mujeres. Se acabó el tiempo de los prejuicios»

«Somos la manifestac­ión de que hay muchas mujeres muy preparadas. El ejemplo del Gobierno tiene que servir para el periodismo, la universida­d y la empresa privada» MARGARITA ROBLES, M INI STRA DE DEFENSA

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