En nombre de Poiret
Los adjetivos grandilocuentes se quedan cortos para describir la fascinación que Paul Poiret ejerció en el mundo de la moda durante las dos primeras décadas del siglo XX. Responsable, entre otros hitos, de desterrar el corsé del armario cotidiano femenino o como instigador de la estética orientalista, su visión comercial del negocio lo convirtió además en un adelantado capaz de ser el primero en convertir el oficio de modista en un negocio internacional. Pero su fulgurante éxito no fue capaz de sobrevivirle tras retirarse en 1929 y su legado ha permanecido en un letargo que ha durado casi noventa años. Adquirida por el conglomerado surcoreano Shinsegae a finales de 2015, esta insospechada resurrección ha corrido a cargo de dos mujeres: la belga Anne Chapelle como directora ejecutiva –responsable hasta ahora de la gestión de Ann Demeulemeester y Haider Ackermann– y la diseñadora china Yiqing Yin como directora artística. Formada en la Escuela Nacional Superior de las Artes Decorativas de París, Yin ha desplegado su saber hacer con su firma homónima sobre la pasarela de la Alta Costura desde 2011. Tras un año encerrada en el archivo histórico, el pasado marzo presentó la primera colección de esta nueva era con la que tiende un puente entre el pasado y el futuro.
¿Cómo viviste la aproximación a la herencia de Poiret?
Sentí una conexión instantánea con su personalidad y su visión. Era como un alquimista con una sensibilidad especial hacia las disciplinas artísticas más diversas, lo que le permitió derribar fronteras estéticas. Le admiro porque fue el primero en abolir las jerarquías culturales, construyendo su propio vocabulario. Sumergirme en su trabajo fue al mismo tiempo fascinante e intrincado. Sus creaciones eran una celebración del presente, de la libertad y el hedonismo, por eso no quería que la firma se convirtiera en
un desfile de piezas de museo sino una traducción contemporánea de aquel lenguaje.
¿En qué aspectos se percibe tu sello personal?
Ser una mujer que diseña ropa femenina me ha ayudado mucho a comprender esta dimensión del trabajo. Quería dejar que el propio cuerpo fuera la fuente de inspiración principal y poder construir las prendas de acuerdo a esa realidad. He partido de la noción del espacio y el vacío, que en las culturas orientales sugiere ese espacio sagrado que queda entre la piel y la vestimenta, algo íntimo y misterioso.
¿Qué dificultades plantea adaptar diseños que se utilizaban hace un siglo al armario femenino contemporáneo?
La vida ha cambiado radicalmente en estos cien años. Por eso, el mayor reto residía en definir esas nuevas necesidades y funciones sin descuidar el legado de Poiret. Por ejem- plo la chaqueta estructurada, algo que nunca diseñó. Así que me pregunté: «¿Qué tipo de hombro diseñaría él hoy?». Y tras muchas disquisiciones, la respuesta fue confeccionar un híbrido de las técnicas tradicionales de la sastrería occidental y los códigos del minimalismo oriental, que ha resultado en una manga en forma de quimono con un acabado arquitectónico.
¿Cómo te gustaría que el público joven percibiera la firma?
Como una que representa la libertad y la sensualidad. Poiret se enfrentó a las convenciones de su época y yo aspiro a algo similar en especial investigando en la paradoja que plantea la ropa oversize para la feminidad y en encontrar un nuevo espacio que permita a cada persona expresar su propio cuerpo sin perder relevancia y elegancia Una narrativa de liberación que conecta con el momento ac-
tual que vive la industria de la moda.
En el confuso panorama actual creo que hay una gran expectativa por redefinir el valor del lujo y devolverlo a sus orígenes basados en la alta calidad y la originalidad en cuanto a creatividad y emoción. Algo que defendía Poiret en su época. Nuestra idea es ofrecer un espacio para la individualidad y huir de la ostentación. Irónicamente, mientras esta casa se caracterizó por haber liberado a la mujer del corsé, hoy es esencial que se desprendan de la armadura que imponen las convenciones sociales a través de despertar la conciencia de su sensualidad.
¿ Qué crees que buscan hoy las mujeres en una firma de moda?
Contagiarse por una experiencia íntima de identidad y belleza que refuerce su gusto por prendas únicas con las que poder escribir su historia personal.