VINTAGE, NO GRACIAS
Cuando yo tenía treinta veranos y leía en Vogue eso de ‘ Sexy/elegante a los cincuenta’ me saltaba las páginas sin ningún remordimiento. Chicas, lección número uno, no os las saltéis. Llegado el momento, os aseguro que os interesarán. Ahora, no solo se puede ser sexy a los cincuenta y a los sesenta, sino que a veces, gracias al aumento de la esperanza de vida, el resveratrol y la buena genética, hasta se puede estar de buen ver el cabo de los ochenta. Y menos mal, porque significa que una ha ido salvando pantallitas en plan Super Mario. Los obstáculos: estrés, cáncer, enfermedades cardiovasculares, divorcios traumáticos que te dejan la piel hecha un mapamundi, accidentes, dolorosas pérdidas de todo tipo, noches de marcha y un largo etcétera de pruebas a las que, en la vida, una mujer se tiene que enfrentar. Una, que no está todavía para el sexy a los ochenta, confía en alcanzar esa venerable cifra, si no sexy, al menos elegante, y con un par de neuronas en buen estado además de dos piernas y dos brazos que enfundar en ropa del estilo que sea. El caso es poderse vestir sin ayuda. Aunque sea mal. La pera, si encima nos vestimos bien.
Vestirse a los veinte es pan comido. Pero a partir de ciertas edades, la cosa se complica. La ropa de
antes duraba años, qué digo, ¡siglos! Por eso, muchas señoras se visten con los mismos conjuntos que llevaban en los setenta. Y amigas, lección número dos, y ahí entra la utilidad de las páginas ser sexy o elegante o todo a la vez, a los cincuenta e incluso a los cien, que la ciencia avanza una barbaridad: el vintage. No es para la gente vintage. Vale más regalar a una nieta ese bolso de marca que ha atravesado la vida debajo de tu brazo y gastarte parte de su herencia en comprarte el último it bag. Que también se lo dejarás. Mientras te funcionen los brazos para llevar algo, mejor cargar con un bolso bueno y nuevo que con uno de cocodrilo del siglo pasado. La regla es muy simple: a mayor edad, más modernidad. Porque aunque en el otoño de la vida las tendencias te importen lo mismo que los líos del vestuario de los equipos de segunda división, se debe imponer el imperio de lo práctico y del aprovechamiento de todo un capital de armario ganado a base de años de acumulación. Y aquí está la tercera lección: sigue la tendencia del despilfarro y gástatelo todo en ti. ¡Si las jóvenes de hoy en día lo tienen muy fácil! (gracias Mango, gracias, Zara). Ser sexy a la par que elegante está al alcance de cualquiera cuando se tienen veinte años. El verdadero reto es serlo cuando una tiene más años que la madre de cualquier miembro del gobierno de una nación