Angelina Jolie, la combativa musa de Guerlain.
ANGELINA JOLIE es el vivo ejemplo de cómo se puede defender un discurso poderoso y un fuerte compromiso sin perder los papeles. La ayuda a los refugiados, la lucha por los derechos de las mujeres o el alegato por la libertad son algunas de las causas que mueven a la actriz y musa de GUERLAIN.
Conversar con Angelina Jolie (Los Ángeles, 1975) tiene un efecto tan sorprendentemente relajante como una sesión de yoga. Su voz exhala el efecto tranquilizador de un mantra y la templada locuacidad de sus manos posee la belleza de una coreografía de asanas. Solo así se entiende el poder casi hipnótico que ejerce esta mujer sobre su interlocutor, porque su gran atractivo, por increíble que parezca, reside en lo menos obvio.
A punto de verla de nuevo en el papel de villana (Maléfica: maestra del mal se estrenará el 18 de octubre) y encarnando otra vez, en un segundo filme, el espíritu del perfume Mon Guerlain, ahora en su versión L’eau de parfum Intense, la actriz se va desvelando poco a poco. Confiesa que vive un momento de resiliencia. «Siento que me estoy recuperando de unos años difíciles. Y me encuentro más flexible y luchadora». Aún así, admite que puede llegar a ser muy dura consigo misma. «Siempre pienso que no sé suficiente, así que constantemente intento mejorar y aumentar mis conocimientos en diferentes aspectos. Billy Bob [Thornton, con quien estuvo casada algo más de dos años y adoptó su primer hijo, Maddox, en Camboya] solía decir que tengo un espíritu acelerado. No sé muy bien qué significaba, pero creo que hay algo de verdad: no me siento bien, nunca me relajo, siempre me estoy moviendo y pendiente de lo que viene...».
Quien fuese una adolescente díscola, de las que nadie piensa que se pueda hacer carrera, hoy es una reconocida actriz, directora y guionista, devota de sus seis hijos –tres de ellos adoptados– y una mujer con un gran compromiso humanitario. «He estado trabajando con refugiados desde hace 18 años. Cuando empecé, los datos los situaban en unos 20 millones; hoy ascienden a 70 millones y la mitad de ellos son niños. La cifra crece en más de tres mil al día. Las personas desplazadas son las más vulnerables porque es una comunidad que tiene todos los problemas de una población normal más los propios como refugiados. Hay personas enfermas, niños que necesitan educación, mujeres maltratadas... y todo ello en una frontera o atrapados sin saber hasta cuándo. Es una crisis que se mantiene después de 40 años, por guerras y
falta de diplomacia. Esto se tiene que parar y devolver las personas a sus hogares». En estas cuestiones, Angelina es absolutamente beligerante. También lo es en la causa femenina. «Creo que tenemos que centrarnos en cambiar las leyes para proteger a las mujeres. Se las puede impulsar a que hablen sobre los derechos, su sexualidad o la religión, pero en muchos lugares es difícil hacerlo porque pueden acabar en la cárcel, ser víctimas de abusos o ignoradas. Y no hay un sitio en el que estén totalmente protegidas, incluso en zonas de América, donde piensas que hay ciertos derechos y están protegidas. Pero no es verdad. Hay todavía mucho camino por recorrer. Se necesita justicia para los crímenes contra las mujeres. Eso marcará la diferencia y nos llevará a un verdadero cambio».
La libertad es otro de los valores que rigen su vida. «Tengo un tatuaje en la espalda que dice ‘conoce tus derechos’ por mi hijo Pax –adoptado en Vietnam en 2007–. Creo que lo más importante para todos es tener libertad y poder vivir con todo nuestro potencial. Necesitamos liberarnos de aquello que nos aprisiona y hace daño. Por eso, hay que hacer más por cambiar las cosas y que haya un coste por los crímenes contra mujeres y niños. Tenemos que hacernos más fuertes».
Su generosidad es otro de los atributos que más destacan quienes la conocen. Algo que lleva no solo a las causas más desfavorecidas, sino a aquello en lo que cree. Incluso a los negocios. De hecho, Laurent Boillot, presidente y director general de Guerlain refiere cómo la actriz se ha implicado y aportado más de lo que suele ser habitual en la embajadora de una marca. «Para la primera campaña de Mon Guerlain nos abrió las puertas de su casa en la Provenza francesa y para este nuevo rodaje ella misma nos propuso hacerlo en su casa de Camboya. Fue muy generosa. Nos permitió entrar en su intimidad y conocer un país para ella muy querido y donde está el origen de su maternidad. Como ves, este filme también está impregnado de verdad».
Camboya supuso un punto y aparte en la vida de Angelina. «Cambió mi vida y el modo de ver las cosas. Mi primer hijo es de allí, así que también somos una familia camboyana. Y Shiloh –su primera hija biológica, nacida en Namibia– eligió estudiar el camboyano como segundo idioma. Es nuestra casa. He tenido una fundación durante mucho tiempo y adoro a mis vecinos. Son personas increíbles, la comunidad es genial y, por ejemplo, todos trabajamos juntos el pasado año para mejorar las condiciones de esta zona que